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Encadenadas, encerradas en espacios insalubres, maltratadas. Cientos de miles de hombres, mujeres, niñas y niños son estigmatizados en el mundo por tener algún tipo de condición mental. Y México no es la excepción.
La organización Human Rights Watch (HRW) dio a conocer ayer su informe Living in chains: shackling of people with psychosocial disabilities worldwide (Viviendo encadenados: El uso de cadenas en personas con discapacidades psicosociales en todo el mundo). En él, da cuenta de que, de 110 países estudiados, en 60 se constató el uso de cadenas como forma de contener a las personas que sufren algún tipo de condición mentales.
Hicieron, para su estudio, más de 350 entrevistas a personas con padecimientos mentales, pero también a líderes religiosos, profesionales médicos y funcionarios de gobierno. México es uno de los países donde existe esa práctica de encadenar o confinar.
“Encontramos casos en Nuevo León, en la Ciudad de México, en Oaxaca, de personas que fueron expuestas a esta horrible forma de violencia”. Existe, dice, un déficit de atención por parte de las autoridades. “Y muchas personas no ven otra posibilidad que recurrir a esta forma de confinamiento, por ejemplo en áreas rurales”.
Tiene que ver, considera, con la pobreza, con la “imposibilidad de encontrar otros servicios alternativos”. Las personas, comenta, “no saben cómo apoyar a sus familiares”, y tampoco hay apoyos gubernamentales. “El Estado endosa a las familias la responsabilidad”, dice.
Es importante, señala, que en el país se revise la ley de salud, para que “se introduzcan servicios de salud mental en la comunidad, se implementen métodos no coercitivos”.
Médico, dedicado a la atención mental, ha estado cinco veces internado. La peor experiencia la vivió en el Hospital Siquiátrico Rafael Batán, en Puebla. Llegó en 2018, tras sufrir una crisis. Cuando despertó, “estaba sujeto con un candado”. Así permaneció 24 horas, sin poderse mover. Los bañaban desnudos, pegados a la pared, con agua fría. La terapia era lavar, doblar ropa.
Felipe lamenta que exista discriminación a la gente con padecimientos mentales. Decidido a hacer algo, hoy es parte de una ONG, SinColectivo, que ayuda a las personas que sufren algún trastorno y a sus familias. Al gobierno le pide más apoyo. “México, nuestro México necesita cultura y conocimiento de la salud mental”, dice.
A nivel global, se estima hay 792 millones de personas con alguna condición mental, pero en promedio los gobiernos invierten menos de 2% en ese rubro.