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Ciudad del Vaticano.— El funeral del papa Francisco se celebrará el próximo sábado en la Plaza de San Pedro, en presencia de Donald Trump, Javier Milei, el rey Felipe VI y otros jefes de Estado, así como cientos de miles de fieles.
Los creyentes de todo el mundo pueden despedirse del primer Pontífice latinoamericano a partir de hoy, pues su féretro se expondrá durante tres días en la Basílica de San Pedro, anunció la Santa Sede.
Los restos mortales de Jorge Mario Bergoglio reposaron en la capilla de la residencia de Santa Marta, donde falleció el lunes a los 88 años por un derrame cerebral, casi un mes después de salir de una larga hospitalización por problemas respiratorios. Ayer, el cuerpo de Jorge Mario Bergoglio yació en un féretro ataviado con una casulla roja y mitra blanca, un rosario entre las manos y resguardado por dos guardias suizos en la capilla de la residencia de Santa Marta, según las primeras imágenes oficiales tomadas el lunes y difundidas este martes.
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Según la prensa italiana, se espera la asistencia de medio millón de fieles al funeral, junto a jefes de Estado de todo el mundo.
Se preveía que el ataúd de madera y zinc abandonara la capilla de Santa Marta a las 09:00 horas locales (1:00 de la Ciudad de México) rumbo a la Basílica de San Pedro, donde los fieles podrán darle su último adiós hasta el viernes por la noche. La misa funeral tendrá lugar el sábado a las 10:00 horas locales (2:00 de la Ciudad de México) en la Plaza de San Pedro y, a continuación, se trasladará el cuerpo de Francisco a su última morada, en la Basílica de Santa María la Mayor, a 11 mil kilómetros de distancia de su barrio natal de Flores, en Buenos Aires.
Pese a su frágil salud, el domingo decidió saludar a los fieles a bordo del papamóvil, tras la tradicional bendición Urbi et orbi y luego de consultarlo con su enfermero personal. “Gracias por traerme de vuelta a la plaza”, le dijo, según el medio oficial Vatican News. El medio precisó que antes de dar esa última vuelta en el papamóvil, el jerarca católico, que ya no estaba bien, evidentemente frágil, le hizo una pregunta crucial. “¿Crees que puedo hacerlo?”, le cuestionó a Massimiliano Strappetti, su enfermero personal, quien más lo cuidó durante los últimos años, meses y días (incluso le salvó la vida al sugerirle operarse de colon en julio de 2021).

El sábado, Strappetti acompañó al Papa a rezar a la Basílica de San Pedro, antes de la Vigilia Pascual.
El domingo, el enfermero, el mismo que se convirtió en la persona de más confianza de Bergoglio y quien resultó clave cuando el Pontífice padeció sus peores crisis respiratorias durante su internamiento en el hospital Gemelli, y que, conociendo la voluntad de Francisco, animó a los doctores a no rendirse, lo acompañó hasta el balcón central de la Basílica de San Pedro para dar su última bendición Urbi et orbi, a la ciudad y al mundo. Strappetti calculó tiempos: del balcón de la logia central de la Basílica vaticana para la bendición, a la plaza para hacer el recorrido. Después de esa última vuelta en el papamóvil, su último esfuerzo, el líder religioso cenó por la tarde y luego descansó “tranquilamente”.
Alrededor de las 5:30 de la mañana del lunes aparecieron los primeros síntomas del derrame cerebral y la posterior insuficiencia cardiaca, que enseguida hizo que sus asistentes sanitarios intervinieran. Más de una hora después, tras saludar con la mano desde su lecho de enfermo a Strappetti, quien estaba a su lado, el Papa cayó en coma.
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Cuando las personas más cercanas, que estaban junto a él, se dieron cuenta de que había caído en coma, tras la confirmación de los médicos, Francisco recibió la unción de los enfermos. Su secretario privado, el sacerdote argentino Juan Cruz Villalón, otro de los “ángeles de la guarda”, que cuidaron hasta el final al exarzobispo de Buenos Aires, le dio el sacramento, según pudo saber La Nación. “No sufrió, todo sucedió rápido”, hicieron saber quienes estuvieron a su lado esos últimos momentos.
“Fue una muerte discreta, casi súbita, sin largas esperas ni demasiados alborotos para un Papa que siempre ha mantenido en gran secreto su estado de salud. Una muerte que ocurrió el día después de Pascua, el día después de haber bendecido la ciudad y el mundo, el día después de haber vuelto a abrazar, después de mucho tiempo, al pueblo. Aquel a quien, desde los primeros momentos de su elección, el 13 de marzo de 2013, le había prometido un viaje ‘juntos’”, confió una fuente a La Nación.
Mientras, se informó que se publicará un texto inédito del líder religioso acerca de la muerte.
“La muerte no es el final de todo, sino el comienzo de algo”, afirmó el papa Francisco en el prefacio del libro Esperando un nuevo comienzo, reflexiones sobre la vejez, que se publicará este jueves. La obra fue escrita por el cardenal Angelo Scola, quien fue uno de los rivales de Jorge Mario Bergoglio en el cónclave de 2013, que lo eligió Papa.
Francisco expresó su postura frente a la vejez, la muerte y la vida eterna el 7 de febrero pasado, es decir, siete días antes de quedar internado en el Gemelli.
Subrayó que el problema no es envejecer, sino cómo envejecemos. “Si vivimos esta etapa de la vida como una gracia, y no con resentimiento; si acogemos con gratitud y reconocimiento el tiempo [aunque sea largo] en el que experimentamos una disminución de las fuerzas, el aumento de la fatiga corporal, los reflejos que ya no son los de la juventud, pues bien, incluso la vejez se convierte en una etapa de la vida, como nos enseñó Romano Guardini, verdaderamente fructífera y capaz de irradiar bien”, dijo el Papa, de quien podrán despedirse los fieles a partir de este miércoles