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CHICAGO.- Donald Trump aprovechó el martes una oportunidad para hacer oír su frecuente argumento de que la imposición de elevados aranceles a los productos extranjeros equivaldría a un elixir económico que, según él, recaudaría enormes sumas para el gobierno, protegería a las empresas estadounidenses de la competencia extranjera y animaría a las empresas extranjeras a abrir fábricas en Estados Unidos.
En su intervención ante una audiencia amigable en el Club Económico de Chicago, el candidato presidencial republicano afirmó repetidamente que los aranceles son malinterpretados como una herramienta económica.
“Para mí”, dijo Trump, “la palabra más bonita del diccionario es arancel. Es mi palabra favorita. Necesita una empresa de relaciones públicas”.
Si los aranceles necesitan un cambio de imagen, es probablemente porque los economistas en general afirman que en realidad equivalen a un impuesto sobre los consumidores estadounidenses que haría menos eficiente la economía y dispararía la inflación en Estados Unidos.
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El moderador, John Micklethwait, editor en jefe de Bloomberg News, pasó apuros para mantener la conversación centrada en la economía y los negocios. Cuando se le preguntó, por ejemplo, si el gobierno debería desmantelar Google tras un caso antimonopolio, Trump empezó a hablar de la lucha contra el fraude electoral en Virginia y de cómo, en su opinión, Google lo había tratado injustamente.
En repetidas ocasiones, Trump desvió la entrevista hacia terreno conocido, repitiendo viejas historias y temas de conversación sobre inmigrantes, fraude electoral y deportistas transgénero. Llegó incluso a fingir un acento extranjero para relatar sus interacciones con el presidente francés Emmanuel Macron y la excanciller alemana Angela Merkel.
Como presidente en un segundo mandato, dijo Trump, utilizaría la amenaza de los aranceles para obtener concesiones de mandatarios extranjeros. Ha propuesto un arancel del 60% sobre los productos procedentes de China y un arancel de hasta el 20% sobre todo lo demás que importe Estados Unidos. En ocasiones, ha amenazado con imponer aranceles aún mayores a las empresas afincadas en México y a las empresas estadounidenses que estén considerando trasladarse al extranjero.
Trump dijo que comenzó la entrevista sabiendo que él y Micklethwait tenían puntos de vista muy diferentes sobre el comercio y la economía. Ante un público que le apoyaba, pareció disfrutar diciéndole a Micklethwait que estaba equivocado. Aunque no eran tan bulliciosos como el público habitual de sus mítines, los asistentes reunidos en un hotel cercano al de Trump se mostraron amigables en todo momento, riéndose de sus chistes y aplaudiendo.
jf/mgm