Tucson, Arizona

“Nos fue mucho mejor de lo que esperábamos. El temor que teníamos era ser encarceladas por brindar ayuda humanitaria y, aunque no sucedió, sí nos declararon culpables y no estamos de acuerdo con este tipo de justicia, dice a EL UNIVERSAL Zaachila Isabel Orozco McCormick.

Junto con tres compañeras de la organización No More Deaths (No Más Muertes), la joven mexicano-estadounidense, de origen zapoteco, se internó en el desierto de Arizona para dejar agua y comida para los migrantes que pudieran necesitarla en su camino hacia Estados Unidos.

“Ese territorio es de los indígenas Tohono O’odham, de quienes vivían ahí antes de la llegada de cualquier otra cultura, son ellos quienes deberían estarla administrando”, dice Zaachila, quien fue declarada culpable junto con tres compañeras por haber entrado a una zona reservada sin autorización en agosto de 2017 y haber contaminado el sitio con recipientes de plástico. “No me sentía culpable: tenía cierto temor, pero no miedo, porque sé que lo que hice no es malo”.

A decir de expertos, la sentencia del juez Bernardo Velasco, de la Corte federal de Tucson, Arizona, dada a conocer el viernes 1 de marzo, fue la menos perjudicial, ya que no incluye cárcel, sino 15 meses de libertad provisional sin supervisión más un pago individual de cada una de las acusadas por 250 dólares. La fiscalía pedía un año de libertad provisional, pero con supervisión, lo cual las hubiera obligado a tener que firmar semanalmente esa supervisión. “La multa también fue más baja de lo que creíamos”, dice Zaachila. La joven de 21 años defiende su actuar: “El verdadero crimen no es lo que hemos hecho y seguiremos haciendo [llevar agua y alimentos a montañas y desiertos para salvar vidas de los migrantes], el verdadero crimen es que el gobierno de Estados Unidos utilice la muerte como una forma de detener la migración indocumentada”.

El juez Velasco les advirtió que no deben volver a incurrir en la falta por la que fueron condenadas, consistente en dejar en una área restringida y protegida lo que el gobierno federal considera “basura” o “contaminantes”.

Zaachila señala que no busca “ir contra la ley”, sino que el grupo prioriza “los valores humanos: estamos tratando de salvar vidas quienes están migrando”. Advierte que “siempre que haya necesidad, nosotros estaremos ahí de una manera o de otra, para dar la ayuda que necesitan y, si no somos nosotras, serán otros compañeros que no han estado ahí y no tienen ningún récord criminal”.

Una vez que transcurran los 15 meses de libertad provisional, Zaachila comenta que volvería a hacer lo mismo “si es necesario para salvar alguna vida”. A los migrantes que cruzan la frontera, les envió un mensaje: “Ustedes aquí [en Estados Unidos] tienen más apoyo y amor de lo que piensan” A pesar de la política antiinmigrante del presidente Donald Trump, la activista considera que “la gente cree en la migración, en que no haya muros y en que no haya fronteras. Y la gente cree que nadie es ilegal, que todos merecen chance de una vida mas digna y que todos, al menos lo que yo he conocido en la frontera, tienen mucho amor para ellos, mucho mas de lo que esperan —o creen—”.

“Si paramos, ellos ganan”

A sus compañeros de No More Deaths y a otras organizaciones proinmigrantes similares, los invitó a seguir adelante, a no rendirse ni temer por lo que pueda sucederles, mientras sepan que su labor es estrictamente humanitaria.

“No paremos de hacer lo que sabemos que es justo y es bueno, no dejemos que criminalicen nuestras acciones, porque si paramos sólo porque nos van a meter a la cárcel, ellos ganan y eso no sería justo. Tenemos que seguir juntos, no es ilegal lo que hacemos y tenemos que enseñarles a todos en el mundo y no sólo a Estados Unidos, que nosotros vamos a seguir defendiendo todo lo que sea ayuda humanitaria”, precisa.

Envió un agradecimiento importante a los lugares donde expusieron su caso en la República Mexicana, la Ciudad de México y en Oaxaca, en la ciudad capital y en San Francisco Ixhuatán. “Quiero agradecer a todos quienes se preocuparon por mi caso, quienes se unieron a la petición de ayuda promovida por mi papá [José Antonio Orozco Delgado]”.

Un comité de familiares y amigos denominado Justicia por Zaachila organizó conferencias de prensa simultáneas una vez que se supo la condena.

Zaachila vive actualmente con su madre, Marie McComirck, en la ciudad de Seattle, en el estado de Washington. “Yo no vivo en la frontera [sur de Estados Unidos]. De hecho, estoy muy lejos de ahí, pero no por eso voy a dejar de hacer un acto humanitario que considero justo y de vida o muerte”, concluye.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Más Información

Noticias según tus intereses