Breskens.- “Bienvenidos. ¿Son familia?, ¿han tenido algún malestar en las últimas dos semanas?”, pregunta el joven mesero de Loods Tien, un restaurante de playa ubicado en la tranquila localidad costera de Breskens, provincia holandesa de Zelanda, frente a las aguas del Mar del Norte.

“Pasen por este lado, pero antes permítanme sus manos para ponerle gel antibacterial”, continúa. El pabellón conocido por su estilo tropical y música lounge conserva el ambiente relajado previo a la aparición del aunque la visita está regida por una serie de reglas.

En su interior no puede haber más de 30 comensales y la zona de terraza ha sido modificada para cumplir con el distanciamiento social obligatorio de al menos 1.5 metros. El menú ya no circula en una tabla de madera; ahora está impreso en papel desechable. Además, el servicio de baño ha quedado limitado al acceso de una sola persona y todo visitante que llega es conducido por el personal a su mesa.

“Ha sido un periodo muy duro, paramos tres meses y los costos siguieron; tengo 16 empleados. Ha sido largo y difícil, pero lo importante es que ya estamos de vuelta para el verano”, señala a este diario uno de los propietarios del establecimiento.

Con los primeros turistas alemanes y belgas, y la reapertura de cafés y restaurantes, Holanda dio el pasado 1 de junio el banderazo de salida a la temporada veraniega 2020, la cual será testigo de una feroz batalla en el Viejo Continente, principal destino mundial, con 40% de las llegadas.

Los próximos tres meses serán cruciales para tratar de resucitar a ese sector, que contribuye con 10% del Producto Interno Bruto (PIB) de la Unión Europea (UE), 12% de los empleos —23 millones directos o indirectos— y está formada por casi 3 millones de empresas; 90% son pequeñas y medianas.

De acuerdo con un estudio elaborado por Maria Niestadt, del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo, la industria de ese rubro en la región perdió mil millones de euros por cada mes de confinamiento.

La Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas calcula una reducción de 60% del turismo a nivel global, equivalente a pérdidas de entre 840 mil y un billón de euros. Para la UE se traduce en la destrucción de 6 millones de trabajos.

Para rescatar un poco de la fortuna exterminada por la pandemia, la misión gubernamental es clara: mantener en casa al turista local y tratar de atraer al vecino, después de todo 85% de los europeos, antes del Covid-19, acostumbraba pasar sus vacaciones de verano en los territorios del bloque.

Turismo, tesoro en disputa entre los países europeos
Turismo, tesoro en disputa entre los países europeos

Para salvar esta temporada, a partir del 15 de junio está previsto que las recomendaciones de viaje emitidas por un número importante de naciones de Europa pasen de naranja a amarillo; es decir, los ciudadanos procedentes de los países que estén marcados por ese color serán bienvenidos, porque el riesgo de salud será equiparable entre ellos. A la fecha, sólo Reino Unido, Suecia y Dinamarca han confirmado que aún no existen las condiciones epidemiológicas para abrirse al exterior.

Otros, como los Bálticos, se adelantaron a la cacería de turistas creando su propia burbuja. Desde el pasado 15 de mayo los habitantes de Estonia, Letonia y Lituania pueden circular sin la necesidad de someterse a ais- lamiento por 14 días. Hay incluso quienes tratan de atrapar al más temeroso viajero a cualquier precio: Chipre ofrece cubrir los costos del visitante internacional si se ve obligado a permanecer en la isla en cuarentena por contraer el virus.

Datos de la Agencia Europea de Estadísticas (Eurostat) muestran que en temporada vacacional, los alemanes son por mucho los que más noches pasan en el exterior (35%); seguidos por franceses, holandeses y suecos. Además, los germanos desembolsaron 80.9 mil millones de euros en 2018.

España es el mayor destino de los comunitarios que viajan fuera de su territorio, con 301 millones de noches de alojamiento en 2018, equivalente a 23% del total; Italia, Francia, Reino Unido y Grecia se ubican por detrás. Los Estados que más dependen de ese sector son Croacia, Chipre, Grecia, Portugal y el país ibérico, con una aportación de 25% a 15% del PIB, respectivamente.

“Es crucial asegurar a los ciudadanos que el turismo y los viajes serán posibles y seguros este año (...) La reapertura de las fronteras sólo será posible si las autoridades públicas garantizan que es bajo el riesgo de una nueva ola de Covid-19.

“Una vez [que esto suceda] no debe haber discriminación al libre movimiento y los procesos deben basarse en criterios claros. Reabrir exclusivamente entre ciertas áreas por beneficio económico es inaceptable”, declaró recientemente la presidenta de la Comisión de Turismo y Transporte del Parlamento Europeo, Karima Delli.

Para amortiguar la crisis desencadenada por la pandemia, el ecosistema del rubro ha venido recibiendo apoyo financiero, exenciones fiscales y beneficios asociados a la flexibilización de las normas presupuestarias de la Unión Europea.

Por ejemplo, a través del programa SURE, con hasta 100 mil millones de euros de ayuda económica, se apoya a las firmas para que conserven los empleos. Junto con el Fondo Europeo de Inversiones, la Comisión del bloque puso a disposición de 100 mil pequeñas y medianas firmas otros 8 mil millones de euros. Los intereses de turistas están protegidos por una serie de reglamentos de la UE, en algunos casos se ofrecen bonos como alternativa al rembolso de paquetes de viajes o servicios de transporte cancelados.

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