Londres.— La presión para respaldar un segundo referéndum sobre el Brexit, ante la falta de una mayoría que apoye el acuerdo al que ha llegado el gobierno británico con Bruselas, aumentaba ayer para la primera ministra, la conservadora Theresa May, cuyo gobierno insistió en descartar esa opción.

Medios británicos aseguran que altos cargos del gabinete de May han comenzado a diseñar planes para una eventual consulta a espaldas de la jefa de gobierno, a pesar de que ella ha recalcado su oposición a ese plebiscito.

El secretario de Comercio Internacional, Liam Fox, dijo a la BBC que organizar otra votación sobre la membresía de Gran Bretaña en la Unión Europea (UE) aliviaría poco a un país que respaldó dejar la UE en 2016 por 51.9% de votos y con la mayor participación en una votación en el Reino Unido desde 1992.

“Si hubiera otro referéndum, que no creo que lo haya, la gente exigirá de inmediato el mejor de tres. ¿En qué termina eso?”, dijo Fox.

El laborista Tony Blair, primer ministro británico entre 1997 y 2007, fue ayer el blanco de las críticas de May, tras haberse expresado esta semana a favor de posponer el Brexit y convocar un segundo referéndum.

May, quien aún confía en obtener concesiones de Bruselas que faciliten la ratificación en el Parlamento del acuerdo al que llegó a finales de noviembre con la UE, dijo que la postura de Blair es “un insulto al cargo que una vez ocupó”.

A pesar de la oposición de May al plebiscito, The Sunday Times asegura que el “número dos” del ejecutivo, David Lidington, ha comenzado a sondear a diputados sobre el posible apoyo que tendría un referéndum en la Cámara de los Comunes.

Al menos cinco miembros del ejecutivo defienden esa vía, mientras que cada vez más miembros del Partido Conservador quieren que la primera ministra les otorgue libertad de voto para decidir sobre el camino a seguir si el Parlamento tumba el acuerdo del Brexit, según los medios.

Lidington, quien la semana pasada advirtió que un nuevo referéndum podría aumentar la división en el país, no negó las informaciones publicadas y se limitó a señalar en las redes sociales que como ministro del gabinete escucha “los puntos de vista de diputados en todos los bandos en el debate sobre la Unión Europea”.

El ministro de Educación, Damian Hinds aseguró por su parte que “no hay política del gobierno que esté más clara” que la negativa a un referéndum y subrayó que el ejecutivo cumplirá “con la voluntad que el pueblo británico expresó” en 2016.

La tensión se ha extendido también al Partido Laborista, primero de la oposición. El diario The Observer revela que el presidente de la formación, Ian Lavery, advirtió esta semana que apoyar un segundo referéndum les pasaría factura en las urnas, dado que 35 % de sus votantes apoyó el Brexit.

Lavery dijo en una reunión de dirección que si el partido apoya una consulta “perderá las próximas elecciones”, según la misma fuente.

La ministra principal escocesa, la nacionalista Nicola Sturgeon, urgió al Partido Laborista a convocar una moción de censura contra el gobierno conservador para forzar elecciones generales y, si esa opción falla, respaldar una segunda consulta.

Un portavoz laborista aseguró que la formación esperará a que May someta a votación el acuerdo del Brexit, que se espera antes del 21 de enero.

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