El , que sufre de una enfermedad incurable y decidió interrumpir desde hace cuatro días su tratamiento y alimentación, fue hospitalizado el lunes por la noche.

“Fue hospitalizado ayer por la noche, después de una intervención de los servicios de auxilio. Creo que no estaba consciente”, dijo hoy a la AFP Sophie Medjeberg, vicepresidenta de la Asociación Handi-Mais-Pas-Que , que defiende los derechos de las personas con discapacidad o enfermedades discapacitantes, y designada por Cocq para hablar con los medios de comunicación. Ella dice temer que Cocq haya sido hospitalizado contra su voluntad.

“No se puede tratar a una persona contra su voluntad”, añadió. El lunes había explicado que como Cocq dejó de comer, se la pasó vomitando el domingo “y sufre una deshidratación importante”.

Cocq, de 57 años, que sufre de una enfermedad sin nombre muy dolorosa, había anunciado el viernes poco después de medianoche que dejaba de tratarse, alimentarse e hidratarse.

"El camino del alivio empieza y, créanme, estoy feliz", declaró este habitante de Dijon (este) en su cuenta de Facebook , en la que comenzó a transmitir en directo su agonía, antes de que la red bloqueara su difusión el sábado.

Este activista por una “muerte digna” pretendía con este gesto denunciar las carencias de la ley francesa sobre la eutanasia y la muerte digna.

“Aunque respetamos su decisión de querer atraer la atención sobre esta compleja situación, en base a los consejos de expertos hemos tomado medidas para impedir la difusión en directo en la cuenta de Alain, pues nuestras normas no permiten la representación de intentos de suicidio", declaró un portavoz de la red social. No obstante, el francés continuó adelante con sus intenciones.

Postrado en una cama, sufriendo un martirio debido a la enfermedad que le consume desde hace años, el hombre había apelado al presidente Emmanuel Macron, pidiéndole que le ayudara a morir y que autorizara un suicidio asistido por un médico.

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Al contrario de otros países europeos como , Bélgica o Suiza, la eutanasia activa o el suicidio activo están prohibidos en Francia.

No obstante, la ley Léonetti , adoptada en 2005, prevé la posibilidad de detener un tratamiento si se trata de una "obstinación irrazonable".

La enfermedad que padece Cocq provoca que las paredes de sus arterias se peguen, lo que deriva en “isquemia”, es decir, un paro o insuficiencia de la circulación sanguínea en un tejido u órgano. El francés está paralizado desde hace 34 años, ha sido sometido a nueve operaciones en cuatro años y es víctima de descargas eléctricas cada "dos o tres segundos".

"Mis intestinos se vacían en una bolsa. Mi vejiga se vacía en una bolsa. No puedo alimentarme, así que me ceban como a un ganso, con un tubo en el estómago. Ya no tengo una vida digna", explicó en su momento.

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Con información de El Mercurio/GDA

lsm

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