Santiago.— Los 34 obispos chilenos renunciaron ayer en bloque tras los escándalos de abusos sexuales cometidos por religiosos en su país, en un gesto inédito en la historia reciente de la Iglesia católica.

Los obispos de la Conferencia Episcopal chilena, que se reunieron durante tres días con el papa Francisco en el Vaticano, también pidieron perdón a las víctimas en un comunicado. El escándalo se centra en los abusos a menores cometidos por el sacerdote Fernando Karadima y su presunto encubrimiento por parte de otros miembros del clero. “Queremos anunciar que todos los obispos presentes en Roma, por escrito, hemos puesto nuestros cargos en las manos del Santo Padre para que libremente decida con respecto a cada uno de nosotros”, confirmaron en el texto. El Pontífice debe decidir sobre su destino.

Francisco se dispone a tomar medidas severas, “cambios y resoluciones”, dentro de la Iglesia de Chile según adelantó en una carta entregada al término de tres días de reuniones en el Vaticano.

Entre los 34 obispos presentes figuran varios de los acusados de haber encubierto durante décadas los abusos cometidos por Karadima, suspendido de por vida después de haber sido declarado culpable en 2011 de abusos sexuales a menores en los años 1980 y 1990.

Es probable que el Papa sustituya al menos a 10 obispos para abrir una nueva era en la Iglesia chilena.

“Nos ponemos en camino, sabiendo que estos días de honesto diálogo han sido un hito dentro de un proceso de cambio profundo, con el que queremos restablecer la justicia y contribuir a la reparación del daño causado!, escribieron los obispos.

Fuentes religiosas aseguran que el jerarca católico sustituirá a los religiosos Juan Barros Madrid, obispo de Osorno; Horacio Valenzuela, de Talca; Tomislav Koljatic, de Linares, y del auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga, gravemente enfermo. Pese a su renuncia, los obispos se mantendrán en sus cargos hasta que el Papa tome medidas, lo que se prevé que ocurra en poco tiempo.

Por su parte, víctimas de los abusos sexuales celebraron la renuncia en masa de los obispos chilenos.

“No supieron proteger a los más débiles, los expusieron a abusos y luego impidieron justicia. Por eso, sólo merecen irse”, dijo en su cuenta de Twitter, José Andrés Murillo, uno de los acusadores de Karadima, invitado por el Pontífice a finales de abril al Vaticano para hablar de sus casos.

Otro de los denunciantes, Juan Carlos Cruz, afirmó que la decisión de los obispos chilenos “cambia las cosas para siempre”. “Ese es el Papa con el que yo estuve horas y horas en el Vaticano conversando”, agregó.

Los obispos chilenos fueron acusados por el mismo Pontífice, en un documento de 10 páginas filtrado a la prensa chilena, de ser colectivamente responsables de “graves defectos” en el manejo de los casos de abusos y de la consiguiente pérdida de credibilidad de la Iglesia católica.

El documento detallaba presiones ejercidas sobre aquellos que debían investigar los abusos, así como la destrucción de documentos comprometedores. En el acta de acusación, a la que tuvo acceso la AFP a través del Canal 13 de la televisión chilena, el líder católico habla de “hechos delictivos” cometidos por los jerarcas de la iglesia chilena, de “escándalo” y de “ir más allá” de la remoción de personas para solucionar la crisis.

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