Washington.— La maquinaria del impeachment llegó ayer por la tarde a su última estación: el Senado de Estados Unidos. La Cámara de Representantes aprobó ayer dividido por las líneas de partido mandar a la Cámara Alta los artículos que acusan al presidente Donald Trump de dos delitos, abuso de poder y obstrucción del Congreso, que deberán ser juzgados por los senadores para determinar si destituyen o no a Trump de su cargo.

Se activa con esto, ya de forma oficial, el tercer proceso de impeachment en la historia de Estados Unidos contra un presidente.

Pasaron 28 días exactos desde la aprobación de las acusaciones en la Cámara de Representantes derivadas del escándalo de la trama ucraniana y del posible quid pro quo con el gobierno de Kiev para el beneficio electoral y político personal del mandatario, un tiempo en el que las fiestas navideñas y el tacticismo político se mezclaron con el sentido de urgencia de acelerar un proceso que ve la luz de su episodio final.

Además del envío de los artículos, la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, nombró a los siete congresistas que actuarán de “gestores” del impeachment, figuras que realizan los cometidos de un fiscal y que serán los encargados de defender la acusación contra Trump ante los senadores. Siete congresistas (cuatro hombres y tres mujeres de diversas razas y orígenes) y gran experiencia en litigios; al frente estará Adam Schiff, el demócrata que preside el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.

La ceremonia de traspaso de la Cámara de Representantes al Senado tuvo pomposidad y sentido histórico, pero todo el contenido se había resuelto horas antes.

“Lo que está en juego es la Constitución de Estados Unidos. De eso va el proceso de impeachment. El presidente violó su cargo, minó la seguridad nacional, puso en riesgo la integridad de nuestras elecciones, intentó usar el proceso de apropiaciones como su cajero automático personal para garantizar o congelar fondos para avanzar su ventaja personal y política. Eso es lo que deberían mirar los senadores”, dijo Pelosi a primera hora de la mañana. Los demócratas insisten en público que tienen un “caso fuerte para destituir al presidente”, a pesar de que las opciones de éxito del proceso son nulas con un Senado controlado por unos republicanos cuyo líder, Mitch McConnell, ha dicho que exonerará al presidente. McConnell afirmó que el juicio empezará “de verdad” el martes 21.

Este jueves el Senado dejará de ser una cámara legislativa y se convertirá en un tribunal. Está previsto que se juramente a los senadores, que actuarán de jurado en el proceso. El juicio en sí, con los argumentos iniciales de la acusación (los congresistas/gestores asignados) y la defensa (los abogados del presidente) presenten su caso.

Será un tiempo extraordinario, en sesiones de seis días por semana en los que los senadores estarán obligados a estar incomunicados dentro de la sala, en silencio y sin aparatos electrónicos.

Trump, en un tuit, se quejó de la “nueva estafa de los inoperantes demócratas”. La Casa Blanca, a través de un funcionario en el anonimato, dijo que no espera que el juicio dure más de dos semanas y que no haya testigos, porque no son necesarios en un proceso que, una vez más, calificó de una “farsa” e “ilegítimo”.

Quedan dudas sobre el proceso que, contrariamente a lo que pasó en la Cámara de Representantes, estará controlado por la mayoría republicana: no sólo el calendario y su duración, sino —y especialmente— el asunto de la comparecencia o no de testigos para que los senadores, que actuarán de jurado, puedan recabar más información.

Un grupo de legisladores republicanos que se han desmarcado del dogma del liderazgo de su partido podría forzar comparecencias como la del exasesor en seguridad nacional John Bolton.

Schiff exigió a los senadores que pidan todos los documentos y escuchen a las personas que no han testificado todavía para “no encubrir el mal comportamiento del presidente” estadounidense. Para Pelosi, recabar toda la información posible es fundamental para un juicio “justo y completo”.

“El presidente no está por encima de la ley. Va a rendir cuentas, y ya ha rendido cuentas: ha sido acusado. Ha sido acusado para siempre. Nunca podrán borrar eso”, prometió Pelosi.

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