Con escasa experiencia en cargos públicos, dos periodistas —uno pastor evangélico y otro politólogo— asestaron el domingo el mayor repudio electoral a las dos principales y tradicionales fuerzas políticas costarricenses, al ganarles la primera ronda de los comicios presidenciales de Costa Rica y pasar a la segunda, que se realizará el próximo primero de abril sin presencia del dúo de viejos partidos.

Por primera vez en el siglo XXI, y con un abultado desprestigio por corrupción e ingobernabilidad, los dos más importantes partidos de Costa Rica de los últimos 36 años —el socialdemócrata Liberación Nacional (PLN) y la Unidad Socialcristiana (PUSC)— quedaron fuera de la segunda y definitiva carrera electoral y perdieron ante el Partido Restauración Nacional y el Partido Acción Ciudadana en la consolidación de un sorpresivo cambio del escenario de este país con la mayor estabilidad política en la región.

Con un abstencionismo de 34.3%, el segundo mayor desde 1958 y luego de 31.8% en 2014, en un padrón de 3 millones 322 mil 329 electores y a falta de escrutar 394 de las 6 mil 612 mesas, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) colocó en primer lugar al pastor Fabricio Alvarado Muñoz, del opositor Partido Restauración Nacional (PRN), con 24.91%.

En segundo lugar quedó el politólogo Carlos Alvarado Quesada, del gobernante y centro-izquierdista Partido Acción Ciudadana (PAC), con 21.66%.

A lo largo de 37 años el PLN gobernó en distintos periodos entre 1949 y 2014, mientras que el PUSC y sus versiones partidistas previas han estado en el poder un total de 29, en un bipartidismo de 66 años, roto por el PAC en 2014.

“Costa Rica ya no desea más de lo mismo”, proclamó el predicador Fabricio Alvarado al festejar su triunfo la noche del domingo. Alertó de que su victoria es un “mensaje claro a los políticos tradicionales”, en un sistema “manchado por la corrupción” y por la “mala administración”.

El politólogo celebró pasar a segunda ronda con un llamado a la unidad nacional.

El factor del matrimonio igualitario. Relegado en las encuestas, el evangélico y cantante de música cristiana supo aprovechar el momento y la polémica que generó el pasado 9 de enero un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en noviembre anterior resolvió que Costa Rica debe reconocer legalmente el matrimonio de personas del mismo sexo.

El religioso, de 43 años y diputado desde 2014, supo montarse en el tema y sin titubear, en un fundamentalismo religioso, se lanzó contra el veredicto en un país con fuertes capas conservadoras, repudió el matrimonio de personas del mismo sexo, anunció que sacaría a Costa Rica de la Corte y captó un alud mayoritario electoral. Dicha postura lo posicionó en las encuestas y lo llevó a ganar la primera ronda.

En el bando rival, el politólogo apoyó el matrimonio entre personas del mismo sexo y acaparó gran parte del voto de la comunidad gay, lésbica, transexual, bisexual e intersexual. De 38 años, apenas en 2014 asumió cargos públicos relevantes al ser reclutado por el actual presidente costarricense, Luis Guillermo Solís Rivera, del PAC, como ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social, de 2014 a 2016, y de Trabajo, de 2016 a 2017.

Ningún candidato obtuvo el domingo más de 40% de los votos válidos para ganar en primera ronda y otros nueve nombres que estaban en la boleta quedaron fuera de segunda ronda, en la que vencerá el aspirante que reciba más sufragios para asumir el próximo 8 de mayo una gestión de cuatro años.

Los costarricenses votaron por presidente, dos vicepresidentes y 57 miembros de la Asamblea Legislativa (Congreso unicameral).

Los legisladores que fueron electos el domingo deberán jurar sus cargos el próximo 1 de mayo.

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