La campaña del referéndum de independencia de Cataluña que el gobierno español considera ilegal terminó anoche en Barcelona con un gran acto electoral y la incertidumbre de si el domingo la policía dejará votar.

La Generalitat, el gobierno autónomo catalán, mostró por primera vez las urnas que se usarán el 1 de octubre y que permanecen escondidas para no ser requisadas. En ellas, los catalanes podrán depositar sus papeletas a favor o en contra de la secesión de España. Sin embargo, no pudieron precisar cómo ni dónde se contarán los votos sin que la policía los incaute.

Hasta el domingo se resolverá la incógnita sobre si los 5.3 millones de catalanes en edad de votar podrán acceder a los 2 mil 315 colegios electorales validados por la Generalitat. El jefe de la policía catalana (Mossos d’Esquadra) ordenó ayer cerrar todos estos centros desde las 6:00 de la mañana del domingo y desalojarlos sin violencia. Algunos simpatizantes de la independencia ya comenzaron anoche a ocupar junto a sus hijos algunas escuelas que servirán de colegio electoral.

La posibilidad de que estalle algún episodio violento ante las intervenciones policiales es el gran peligro en una votación que, tras la intensa campaña judicial del Estado, no tendrá el estatus de referéndum. Una gran parte de los catalanes no apoyan la votación. El proceso no cuenta con el respaldo internacional ni cumple con garantías democráticas que aseguren que no existirán manipulaciones de las papeletas.

Batalla en Twitter y Facebook. Pero en España y en Cataluña saben que se juegan la batalla de la imagen. En redes sociales los partidarios del referéndum difundían las consignas para la jornada: “Colas gigantes todo el día, el mundo nos mirará”. El presidente catalán, Carles Puigdemont, dijo que no desea que nadie cometa “ninguna acción de carácter violento” si no logra votar.

Lo que ocurra el domingo condicionará las decisiones que se tomen en días posteriores. El consejero de Exteriores de la Generalitat, Raül Romeva, defendió el jueves que, si gana la independencia, el Parlamento catalán declarará la misma en 48 horas. Puigdemont ha sido más ambiguo y dentro del independentismo (un avispero con tres partidos que van de la extrema izquierda a la centroderecha) conviven estrategias enfrentadas.

Los sectores tacticistas creen que declarar la independencia sin poder aplicarla desprestigiaría al gobierno catalán. Las organizaciones civiles que apoyan el proceso (ANC y Òmnium) opinan que es la única forma de resolver el conflicto con dignidad. El partido radical de la CUP sólo ve como alternativa a la declaración de independencia una huelga general. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) o el partido de Puigdemont preferirían elecciones autonómicas para capitalizar el descontento y aumentar la fuerza parlamentaria independentista ante la negociación con Madrid.

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