Washington/San José.— El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, consideró ayer que sería “un grave error” apostar por la acción militar para resolver la crisis en Venezuela. La postura se contrapone con la de Estados Unidos, que dice que todas las opciones están sobre la mesa y que, en un mensaje que busca incentivar a los militares venezolanos a distanciarse del presidente Nicolás Maduro, anunció que levanta sanciones al general que hace unas semanas rompió con el régimen.

“La posición nuestra es, en síntesis, que nada más la vía de las sanciones o la intervención militar o crear una crisis de suministros para ver si se fractura el régimen no va a funcionar... y está provocando un sufrimiento muy grande”, dijo Ebrard a la prensa, tras participar en una conferencia en el Departamento de Estado, en Washington.

Ebrard advirtió que si se opta por una intervención militar, México “se opondría drástica y totalmente”, no sólo por ser un “error estratégico”, sin importar lo que “se piense del régimen” venezolano, sino porque, en su opinión, se demostró en el pasado que este tipo de acciones no funcionan.

Recordó que la Constitución mexicana dice expresamente que el país está por la no intervención, por lo que lo más “sensato” es una comunión internacional que apueste por el diálogo. “Quizá para [Venezuela, la no intervención] no es importante, pero para nosotros sí”, subrayó.

Una izquierda distinta. Ebrard dijo que el país seguirá apostando por la propuesta plasmada en el mecanismo de Montevideo que tiene el apoyo de 15 de los 35 países del hemisferio.

En el turno de preguntas de la Conferencia de las Américas organizada por el Council of the Americas, Ebrard aclaró que el “régimen de Maduro” y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a pesar de su tendencia compartida en la izquierda, no tienen nada que ver: “Somos de izquierda, pero democrática y que respeta los derechos humanos, no tenemos nada que ver”, resolvió.

Washington insiste en que de ser necesario recurrirá a la opción militar. Ayer, en un intento por atraer a la cúpula de las fuerzas armadas venezolanas al bando del proclamado presidente interino Juan Guaidó, el vicepresidente estadounidense Mike Pence anunció que su país levanta de forma “inmediata” las sanciones al general Manuel Christopher Figuera, quien hasta el martes de hace una semana era director del servicio de inteligencia de Venezuela (Sebin), pero que fue destituido tras romper con el régimen de Maduro.

“Estados Unidos considerará el levantamiento de sanciones para aquellos que se levantan y defienden la Constitución y el Estado de derecho”, dijo Pence, quien al mismo tiempo advirtió a los magistrados del Tribunal Supremo venezolano que, si no “vuelven a su deber” y dejan de ser una herramienta del oficialismo para perseguir a contrarios a Maduro y “defienden el autoritarismo”, EU tomará medidas, probablemente con la imposición de sanciones.

Mientras tanto, en San José, un bloque de la Unión Europea (UE) y de 11 países de Europa y de América Latina rechazó cualquier solución militar a la crisis venezolana y sugirió que México y Cuba se involucren en las negociaciones sobre Venezuela.

Al término de la cita del Grupo de Contacto Internacional sobre Venezuela (GIC), creado en febrero de este año y formado por la UE, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, España, Suecia, Reino Unido, Costa Rica, Uruguay, Ecuador y Bolivia, se reafirmó que la “única salida sostenible” del conflicto en ese país debe ser “inclusiva, democrática y pacífica” y censuró al cuestionado presidente Maduro, por criminalizar las protestas.

A decir de la Alta Representante de la UE de Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, Cuba y México “pueden ayudar en este esfuerzo internacional” para resolver el diferendo en Venezuela.

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