Oaxaca.— Hace 13 años, Felipe Trujillo León empezó a cultivar la pitahaya como una alternativa más como campesino y productor; antes, relata, se dedicaba a la siembra de tomate y chile, pero la sobreproducción siempre afectaba los precios y terminaba rematando su cosecha, a causa del valor en el mercado.
En la pitahaya, dice a EL UNIVERSAL, encontró un producto propicio para el clima de Oaxaca, particularmente en San Francisco Telixtlahuaca, y con mejor precio que el tomate o el chile.
Vio en esta fruta exótica una oportunidad tanto para él como para los productores del estado, y así decidió emprender un banco de germoplasma para cuidar las semillas de todas las variantes que ha encontrado en la entidad.

Con el paso del tiempo, relata, observó que la depredación, la minería, los incendios forestales y las actividades ganaderas acaban las plantas silvestres. Por eso, decidió recolectar algunas semillas y tenerlas en resguardo. “Si alguien las necesita para investigación o están en riesgo de desaparecer, aquí están disponibles”.
En todos estos años, Felipe Trujillo León ha recolectado 300 variedades de pitahaya que existen en Oaxaca. Se estima que en el país hay al menos mil 200 variedades de esta fruta, aunque es probable que existan aún más.
Se trata de una fruta exótica, conocida como la fruta del dragón, que no sólo es dulce y rentable, sino que también tiene muchas propiedades como calcio, colágeno, vitamina C y D; además, funciona como estimulante del tracto digestivo que ayuda a bajar de peso, entre otros muchos usos medicinales.
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En 2017, el biólogo Maximino Fidel Cruz Osorio realizaba un recorrido en la Mixteca de Oaxaca en el que buscaban pitayos, una especie de cactus de la región, y cuando trataba de bajar dos pitayos de una parte alta, resbaló y cayó al suelo.
Cuenta que cuando trató de levantarse se dio cuenta de que terminó espinado, y en eso miro que había una fruta hueca por dentro, ya que se lo habían comido los animales, pero apreciaba que era roja. Entonces la identificó y se percató de que una era una pitahaya.
De esa manera fue que se interesó por esta fruta exótica y en esa ocasión, al ver que estaban de manera silvestre, se llevó con él cinco plantas.

“Viendo sobre el camino logré ver la pitahaya anclada en los árboles de mezquite, de manera natural. Entonces llegamos, las pusimos sobre maceta, sobre jardín y nos pusimos a revisar el tema”, dice.
Al igual que Felipe Trujillo, y de manera conjunta, Maximino Fidel Cruz se ha dedicado al resguardo de las diferentes variedades de las semillas de la pitahaya, a través de un banco de germoplasma, sin ningún tipo de apoyo oficial.
Una fruta amenazada
La pitahaya es una fruta que se encuentra amenazada, explica Maximino Fidel Cruz, por la ganadería extensiva: cabras y vacunos que la consumen; por los incendios forestales, por el cambio climático, ya que es muy sensible a los cambios de temperatura; y también por cuestiones naturales, es decir, por sus predadores como los ratones, las ardillas, el puerco jabalí y las aves.
“Los incendios forestales es lo que últimamente está amenazando, pues prácticamente quema lo de abajo y lo de arriba, y esta planta es muy sensible a altas temperaturas. Y el germoplasma, este resguardo de semillas, es una manera de preservar lo nativo con sus características naturales, originarias, ante la extinción”, explica.
Su amenaza fue una de las principales razones para que Felipe Trujillo y Maximino Cruz decidieron crear los bancos de germoplasma; pero también como una protección ante la biopiratería.
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Maximino sostiene que algunas variedades que se han importado de otros países son esencialmente de México y sobre todo de Oaxaca, pero que son registradas en otros países y regresan a nuestro país con otro nombre y un precio más alto.
Muchas semillas nativas, detalla, las han llevado a países de Europa, Norteamérica y Asia. Ahí la germinan. “Y se regresan con otros nombres de un material que es nativo y pues terminan poniéndole nombre de quien las hibridizó o las germinó. En este caso, es la importancia de hacer el resguardo de este material genético para pues tenerlas disponibles cuando uno las quiera. Y no es igual pagar 6 o 10 dólares por una planta, que pagar 20 o 30 pesos por una planta en Oaxaca”.
Este es el caso, afirma Felipe Trujillo, de la variedad conocida como rosa oaxaqueña, pero que en el mercado se le conoce como American Beauty.
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Incluso, señala, a la pitahaya se le conoce como la fruta del dragón por los países asiáticos que la producen, pero sostiene que ellos importaron la fruta desde México.
“El tema de la biopiratería es complejo. Creo que China estaba presentando hace cinco o 10 años patentes, incluso hasta del nopal. En este tema, el cultivo de la pitahaya requiere de polinización cruzada para tener un buen cultivo, el cual los laboratorios sí han estado manejando líneas únicas, incluso ahorita hay variedades de pitahayas que no tienen polinización cruzada.
“Nativamente la pitahaya es de Centroamérica, Sudamérica y el norte de México. Después de la conquista de 1520 empezó a emigrar material genético hacia Europa, posteriormente hacia Asia, el cual los asiáticos fueron los que vieron las bondades de este cultivo y de esta fruta; pero es la de aquí, la de Oaxaca, de la pitahaya que se estuvieron llevando material genético. Al igual que Chiapas, Centroamérica, Sudamérica, países que sufren la misma situación de saqueo”, detalla.
En Oaxaca ya cuentan con tres centros de adaptación de pitahayas o germoplasmas. Uno está en San José Chacalapa, del distrito de Pochutla, en la Costa de Oaxaca, con 2 mil metros cuadrados de cultivo; la otra está en Santiago Textitlán, comunidad de la Sierra Sur, y donde es media hectárea de cultivo; y el tercero, de San Francisco Telixtlahuaca, de la región Valles Centrales.
Con estos tres centros de resguardo, cuentan con variedades de pitahayas que se están adaptando prácticamente en todo el estado. Entre ellas están la amarilla mexicana, la rosa oaxaqueña, Hawái orange, Ty royal blue, tesoro, Ximena, grullo, roja colombiana, leonsito y tricia.
Una alternativa
Las regiones de la Mixteca y Valles Centrales tienen los climas propicios para la producción de las diferentes variedades de la pitahaya por su temperatura, pero también crece en climas húmedos como en la Costa de Oaxaca o en la región del Istmo de Tehuantepec, siempre y cuando se cuide la planta, tenga suficiente agua y el suelo tenga los nutrientes que necesita.
“La oportunidad que [el fruto] tiene en Oaxaca es que las tierras de todo el estado son de un clima de templado a templado húmedo, templado seco y cálido. Oaxaca no tiene paisajes de nieve, en este caso, el cual la pitahaya siendo como cactus, puede adaptarse desde 2 mil metros sobre el nivel del mar hasta el nivel del mar”, dice Maximino.
Sin embargo, apenas hay alrededor de 60 productores dedicados al cultivo de la pitahaya, y sus cosechas son menores, con una, dos o tres hectáreas solamente.
“En Oaxaca prácticamente estamos en pañales”, asegura Felipe Trujillo, “aproximadamente tendremos unas 50 a 40 toneladas anuales que estamos cosechando en el estado. Los más fuertes en el cultivo son Yucatán, Puebla, Sinaloa, Guanajuato y Michoacán”.
Maximino Cruz explica que, en términos comerciales, para obtener rendimiento de fruta, sí demandas un consumo de agua de al menos un litro por planta a la semana, para mantener la producción. Y en forma de temporal se pueden obtener de dos o tres toneladas de fruta por hectárea. Y si le ponen sistema de riego pueden alcanzar de 20 hasta 70 toneladas de fruta por hectárea.
“La pitahaya, creo que puede ser un cultivo alternativo para el estado de Oaxaca u otros estados del norte de la República, el cual tiene potencial en este caso. Sólo hay que cuidar el tipo de material genético a sembrar”.
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De esto depende, insiste, el éxito comercial de la fruta para el estado. Además, si es fruta jumbo o fruta mediana para exportación o incluso para la industria de los alimentos que demanda colorantes naturales, ante las denuncias de que los colorantes artificiales son cancerígenos; y la pitahaya puede proveer de esos colorantes naturales, como el rojo.
“Pero sí tiene un gran potencial para Oaxaca. Sí es un mercado virgen que aún no se ha cultivado a gran escala prácticamente, somos cuatro o cinco agricultores que hemos empezado y bien contaditos, todo lo demás está en traspatio”.
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