Fue la tarde del 30 de julio de 1966 cuando la Selección de Inglaterra , ante su gente, ante su Reina, jugó -hasta el momento- el partido más importante de su historia: La final de la Copa del Mundo. Y lo hizo ante su rival más ‘odiado’ como Alemania.

El histórico estadio de Wembley recibió a 97 mil 924 espectadores, que entre ellos estaba la presencia real, la Reina Isabel II . Su Majestad vio como ‘Los Tres Leones’ comenzaron con el marcador en contra gracias a un gol de Helmut Haller apenas a los 12 minutos.

Inglaterra no podía permitirse perder ante su gente. Seis minutos les bastó para empatar el partido con un certero cabezazo de Geoff Hurst. Wembley vibró, la Reina Isabell II festejó.

Gordon Banks se lució en la portería, Bobby Moore lideraba la defensa y Bobby Charlton era la cabeza del ataque. Los ingleses querían el trofeo Jules Rimet para darle esa alegría a todo el pueblo británico.

Faltaban 12 minutos para que terminara el tiempo regular y una viveza de Martin Peters adelantó a ‘ La Rosa ’ y los acercaba a su primer título mundial; sin embargo, los alemanes no se rindieron y a segundo de finalizar el encuentro lograron empatarlo y mandarlo a tiempo extra.

El desempate para Inglaterra fue uno de los goles más polémicos en la historia del futbol. Geoff Hurst en una media vuelta disparó al arco, el balón pegó en el travesaño y en el rebote muerde la línea de meta.

El árbitro suizo, Gottfried Dienst y su abanderado lo dieron válido y crearon el famoso ‘ Gol Fantasma de Wembley ’. A partir de ese momento, la Selección Inglesa tomó el control del juego, sumó otro gol al marcador y se coronaron como campeones del mundo.

La única Copa del Mundo que han ganado los ingleses lo hicieron en su Mundial ante su gente y el trofeo que está en sus vitrinas ahora tiene un valor más especial, pues fue la Reina Isabel II quien se lo entregó al capitán, Bobby Moore .

Hoy, Reino Unido , el mundo y también el futbol se visten de luto. La Reina Isabel murió a los 96 años de edad, pero uno de los momentos que marcó su vida fue estar en Wembley, presenciar el triunfo y entregar el máximo trofeo a su selección.

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