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“Estamos en guerra: nos están matando”, dicen mujeres en tierras del EZLN

Para compartir formas de resistir a la violencia, más de 3 mil asistentes de todo el mundo convivieron en tierras del EZLN

El discurso de las zapatistas giró en torno a la importancia de la colectividad y la organización de mujeres, así como de su derecho a movilizarse cada vez que se presente violencia de género. Foto: MYTZI MAYAHUEL FUENTES. EFE
09/01/2020 |03:31Melissa Amezcua |
Redacción El Universal
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“Estamos en guerra: nos están matando”, dicen mujeres en tierras del EZLN

Su papá no la quería dejar viajar cerca de 208 kilómetros sola, pero ganó la rebeldía y llegó a la reunión separatista convocada por las integrantes del (EZLN). Fue la primera vez que ella salió de su comunidad.

“Si en mi colonia vieran a mujeres como las que aquí vienen, rapadas, se asustarían”, dijo la joven mientras señalaba a un grupo de chicas que bailaban hula hula en el templete del Semillero Huellas del Caminar de la Comandanta Ramona, donde se celebró la reunión y las miles de asistentes colocaron sus tiendas de campaña.

Este encuentro fue el segundo convocado por las zapatistas para las mujeres de todo el mundo, con la finalidad de compartir formas de lucha contra la violencia. A ningún hombre adulto se le permitió la entrada.

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Desde el pasado 26 de diciembre por la mañana, cientos de asistentes con mochilas, casas de campaña y bolsas de dormir hicieron fila en la carretera que lleva a la entrada del Caracol Morelia.

Una vez en el campamento, las participantes —especialmente las extranjeras— no perdieron oportunidad para tomarse una selfie con las milicianas encapuchadas, un grupo exclusivo de mujeres jóvenes, según las propias integrantes, con el objetivo de dar cuidado y seguridad al evento.

“Nos explicaron que hay sufrimiento en el planeta, por eso tenemos que defender el pueblo”, indicó una de ellas, de 19 años, mientras vendía vasos de agua.

Todo el día llegaron autobuses desde la Ciudad de México, Guadalajara, Mérida, Oaxaca y otras partes; camionetas desde San Cristóbal de las Casas, Chiapas, o en autos particulares, un recorrido de tres horas.

Las milicianas en ese Caracol, añadió, son 250, de las cuales 28 son las líderes o encargadas. Se trata de un grupo de personas, de 12 a 30 años, que recibieron entrenamiento sobre cómo “formarse, saludar, usar el radio y portar macanas”, a fin de dar seguridad al encuentro.

Además del discurso ofrecido por la Comandanta Amada, ellas fueron las protagonistas de la ceremonia de bienvenida.

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“Si las mujeres rompen los vidrios, entonces sí hay gran bulla de los de arriba, pero si nos desaparecen, ponen un número más, como si el poderoso quisiera decirnos que vale más su ganancia que la vida. Así es la vida de una mujer, vale todavía menos.

“Estamos en una guerra. Ellos por matarnos y nosotras por vivir, pero vivir seguras y libres”, expresó la líder ante el entusiasmo de las miles de asistentes.

Aseguró que en territorio zapatista, durante los últimos meses no ha habido ni mujeres desaparecidas.

Esto se ha logrado con independencia y organización, detalló una de las coordinadoras del evento a nombre de las zapatistas.

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Cuando hay situaciones de violencia contra las mujeres en sus comunidades, afirmó, se denuncia a los distintos niveles de autoridad dependiendo del caso; en algunas situaciones apelan a la conciliación.

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“No decimos que estamos al 100, que ya estamos liberadas, hay muchos que todavía tratan de golpear a su compañera o no la dejan ir a un trabajo. Si ella se siente realmente dolida o está sufriendo, se va a la Junta del Buen Gobierno o a nivel local, eso mismo hacemos en casos graves, nuestros niveles de gobierno unen fuerzas”, expresó.

La dinámica de los dos primeros días del encuentro fue colocar un micrófono abierto en el templete para que quien lo deseara desahogara sus experiencias de violencia generada por hombres.

Algunas de las que hablaron fueron Araceli Osorio e Irinea Buendía, madres de Lesvy Berlín y Mariana Lima, respectivamente, víctimas de feminicidio, así como otras decenas de mujeres de distintos países que pidieron que sus testimonios permanecieran únicamente ahí, en la reunión.

“Nosotras no nos imaginamos lo que será una violación [sexual], no tenemos idea, pero sí nos da rabia. Entre la tristeza nos produce coraje, que la hermana esté sufriendo, nos da pena, pero lo que le pedimos es que tiene que tener fuerzas para organizarse y estar unidas siempre, eso nos ayuda”, recomendó la coordinadora zapatista.

En el discurso de bienvenida no se mencionó jamás la palabra feminismo. De hecho, al cuestionar a la coordinadora si las mujeres del EZLN se identificaban con esta ideología, lo negaron.

“Nosotras no, porque nuestra organización es de niños, mujeres, ancianos, es de todos, nosotras las indígenas, por ejemplo. Nuestra alimentación viene del campo y para obtener el maíz y tener las tortillas necesitamos tumbar el monte, sembrar la milpa, limpiarla, doblarla y tapiscarla; lo que es la cosecha, en ese caso, sí lo podríamos hacer, pero con la ayuda de los hombres.

“Para tumbar el monte grande necesitamos la ayuda de ellos. Hay mujeres que lo hacemos, pero no todas. No podemos tener una lucha solo de mujeres, tenemos que ser hombres y mujeres”, mencionó.

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La coordinadora añadió que para este evento se invirtieron, de un fondo de ahorro de mujeres zapatistas, cerca de 120 mil pesos para combustible, logística e insumos en la prepararación de la comida que se vendió en la reunión y para el traslado de una gran cantidad de mujeres desde el municipio de Altamirano.

Indicó que esperaban recuperar, al menos, la mitad de la cifra con la venta de alimentos y productos, ya que la entrada al encuentro fue gratuita. Adentro se vendieron platos de comida, tamales, vasos de café, cargas de celular, jabones, artesanías zapatistas y todo tipo de artículos para sobrevivir en el campamento.

A diferencia de la primera edición, en la que las zapatistas dieron un programa de actividades, a lo largo de estos cuatro días las asistentes de todo el mundo improvisaron actividades culturales, deportivas y políticas, a las que cualquiera podría sumarse.

Algunas de las charlas que más consiguieron convocatoria fueron sobre feminicidios y desapariciones de mujeres con fines de trata, con la participación de familiares de víctimas, como Juana Garrido y Lourdes María García, hermana y madre de Viviana Garrido y Dianey García, respectivamente; ambas se encuentran ilocalizables.

“Aquí tienes una tranquilidad de que nadie te va a hacer nada. Allá vivo con miedo”, comentó Lourdes María, al recordar lo que ha significado más de un año de lucha para que las autoridades encuentren a su hija.

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Ni drogas ni alcohol

Para entrar al evento había que registrarse vía correo electrónico con anticipación. En la respuesta ofrecida por las organizadoras se aclaró que estaba prohibida la presencia de alcohol y drogas. Sin embargo, en el último día del encuentro, una coordinadora del EZLN tomó el micrófono en tres ocasiones para pedir a algunas asistentes que dejaran de fumar marihuana. También se solicitó que se separara la basura y que se mantuvieran limpios sanitarios y regaderas.

Las zapatistas fueron las encargadas de las labores de cocina, organización y vigilancia de la reunión. En los eventos deportivos, las encapuchadas más jóvenes jugaron futbol; el resto permaneció casi siempre en alguna labor: sirviendo tostadas, picando cebolla, preparando elotes, limpiando los baños y las regaderas, haciendo tamales o vigilando la olla de café durante la madrugada para que las demás mujeres disfrutaran de la reunión.

“Cuando tenemos que venir, lo más difícil es dejar la casa, la familia. Para nuestro aniversario —el 1 de enero— que se encarguen los hombres, porque queremos bailar”, expresó la coordinadora.

Algunos de los momentos que más provocaron algarabía a gran parte de las asistentes fue la aparición de la cantante Mon Laferte durante la segunda noche.

La chilena tomó el micrófono para interpretar un par de sus canciones. El resto de los días fue amenizado por algunas chicas para tomarse fotografías

También se organizó un par de veces la coreografía en las canchas del semillero.

Al cierre de este segundo encuentro se pidió la organización de distintos colectivos de mujeres a mejorar la comunicación y capacidad de respuesta cuando hubiera una persona de ese sector que necesitara apoyo.

“Si no nos escuchamos entre nosotras como mujeres que somos, pues no sirve, porque quiere decir que no somos mujeres que luchan por todas, sino que sólo nuestra idea o nuestra grupo o nuestra organización”, se mencionó en la clausura.

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