Washington.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó ayer un decreto de reforma de la policía en respuesta a la ola de protestas contra el abuso y el racismo de sus efectivos que sacude el país, aunque no colma los reclamos generales de cambio.

El decreto, anunciado desde los jardines de la Casa Blanca, incluye una prohibición de técnicas de estrangulamiento como método de inmovilización, a menos que “la vida de un policía esté en peligro”, dijo el mandatario.

También “alienta” a las unidades policiales a adoptar “los más altos estándares profesionales”, agregó el mandatario republicano. Al subrayar su voluntad de restaurar “la ley y el orden”, también destacó la necesidad de “reunir a la policía y a la comunidad, no de mantenerlos alejados”. Con este decreto, Trump dijo frente a jerarcas del gobierno, de la policía y parlamentarios republicanos, y con la notable ausencia de los familiares de las víctimas de la brutalidad policial, que pretende ofrecer un “futuro seguro a los estadounidenses de todas las razas, religiones, colores y creencias”.

No obstante, es poco probable que el decreto satisfaga a los miles de iracundos manifestantes que salieron a la calle a denunciar el racismo y la brutalidad policial tras la muerte en Minneapolis de George Floyd, un hombre negro de 46 años, asfixiado por un policía blanco que se arrodilló sobre su cuello. La presidenta demócrata de la Cámara Baja del Congreso, Nancy Pelosi, calificó el decreto de Trump como “débil” y agregó que sus medidas abordan sólo aspectos “mínimos”.

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