Cuando Fernando Haddad asumió la candidatura presidencial del PT al reemplazar a su líder encarcelado, el ex alcalde de Sao Paulo escuchó una gran cantidad de pronunciaciones creativas de seguidores que nunca habían escuchado su nombre.

Sin embargo, los votantes sí entendieron lo que representaba el sustituto del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva al ocupar el centro de la escenario en las últimas semanas antes de las elecciones en Brasil.

Prometiendo hacer a Brasil “feliz de nuevo”, Haddad, de 55 años, apeló a la nostalgia de los brasileños de clase trabajadora cuyo nivel de vida mejoró considerablemente hace una década gracias a los programas sociales de Lula, en medio de un auge mundial de productos básicos.

Haddad, un profesor de Derecho de modales amables con un título en Economía y sólo una victoria electoral a su nombre, ha comenzado a trabajar para calmar a los inversionistas afectados por la ola de gastos públicos bajo la última sucesora de Lula, Dilma Rousseff, quien fue destituida en el 2016.

Haddad describe a Lula como un asesor clave, pero negó que desempeñe un papel en su gobierno si es elegido.

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