París.— Una mujer murió y al menos 227 personas resultaron heridas ayer, siete de ellas de gravedad, en protestas contra la prevista subida del impuesto a la gasolina y el diesel en Francia, informó el Ministerio del Interior francés.

El movimiento de los chalecos amarillos, movilización ciudadana contra el presidente francés Emmanuel Macron y el alza de los precios de los combustibles, congregó a alrededor de 283 mil asistentes que participaron en las más de 2 mil manifestaciones que se organizaron en todo el territorio francés.

La jornada de protestas se vio empañada por varios accidentes, uno de ellos mortal. Fueron detenidas 117 personas y 73 quedaron bajo arresto, informaron las autoridades.

Una manifestante murió en los Alpes, en la ciudad de Pont-de-Beauvoisin, al norte de Grenoble, en el transcurso de la protesta, tras ser arrollada por una conductora que entró en pánico después de que los manifestantes golpearan su auto, informó el prefecto local.

También en Arras, en el norte del país, un manifestante fue atropellado y se encontraba en situación de “urgencia absoluta”.

Los chalecos amarillos, grupo que actúa en las redes sociales y aparentemente es descentralizado y sin líderes, convocó a la población en toda Francia a bloquear carreteras, cruces y puestos de peaje, y a portar los chalecos amarillos que se utilizan para dar visibilidad a los conductores en la carretera. Según medios franceses, sólo pocas de las acciones tenían autorización oficial.

Las protestas de ayer fueron en contra del alza del precio de los combustibles decidida por el gobierno, que instauró nuevas tasas con fines ecológicos, pero también contra la política “injusta” del gobierno, que limitaría, según la organización, el poder adquisitivo.

“Estamos aquí, somos el pueblo. Nosotros, los obreros, ya no podemos vivir”, lanzó Evelyne Raliere Binet, quien participó en el bloqueo de una carretera en Jura (este), donde una pancarta llevaba la inscripción “SOS de una nación en peligro”.

En París, la avenida de los Campos Elíseos quedó parcialmente cerrada por la policía, para evitar que los manifestantes marcharan por ella como pretendían. Los chalecos amarillos permanecieron en la plaza de la Concorde y algunos lograron llegar a escasos metros del Palacio del Elíseo, donde se vivieron tensos momentos con las fuerzas de seguridad desplegadas para impedir que protestaran en la presidencia francesa.

Las autoridades dispusieron un despliegue de seguridad adicional de unos 3 mil efectivos, informó la emisora BFMTV citando a la policía.

El gobierno francés, visiblemente preocupado, multiplicó en los últimos días tanto amenazas como gestos de simpatía: “Se puede manifestar”, pero bloquear un país “no es aceptable”, repitió el viernes el primer ministro, Edouard Philippe.

El miércoles, el gobierno anunció un alza de las ayudas para los hogares con ingresos más modestos destinadas a cambiar los modelos de coches viejos por otros más modernos y pagar las facturas energéticas.

El mismo día, el presidente Emmanuel Macron pronunció un inédito mea culpa, al admitir que no había conseguido “reconciliar al pueblo francés con sus dirigentes”, una de su promesas de la campaña.

Este movimiento de protesta llega tras un año difícil para el mandatario, con múltiples manifestaciones contra su amplio plan de “transformación” de Francia.

Se suma además la baja tasa de popularidad de Macron, por debajo de 30%, el menor nivel desde su elección en 2017.

Los chalecos amarillos, en cambio, cuentan con el apoyo de 73% de los franceses, según el instituto de opinión Elabe: “Un 54% de los electores de Macron apoyan o tienen simpatía por este movimiento. No es anodino”, señaló Vincent Thibault, encargado de estudios en el instituto.

“Sean unos pocos miles o millones, lleguen o no a bloquear el país, los chalecos amarillos han ganado”, afirmó el diario Le Parisien.

Para el politólogo Sainte-Marie, “Macron tiene grandes dificultades frente al pueblo central, el francés medio, que no tiene la impresión de querer a un presidente [que] encarna una forma de élite parisina”.

El movimiento de los chalecos amarillos, que aúna descontento y frustración, es “consecuencia de la acumulación de ciertas frases, como cuando habló de las ‘personas que no son nada’”, consideró Sainte-Marie, en referencia a una de las declaraciones del presidente.

“Una estación de tren es un lugar en el que uno se cruza con personas que tienen éxito y con personas que no son nada”, dijo Macron en julio de 2017, generando conmoción.

El alza del precio de la gasolina no es más que un “elemento desencadenante”, señaló Vincent Thibault. “El descontento es más general”, consideró.

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