Angela Merkel renovó su mandato por cuatro años más al frente de la Cancillería luego de que los alemanes determinaran ayer en las urnas que es la mujer indicada para dirigir al país en un momento en que peligra la soberanía, la democracia y la confianza en Europa.

Sin embargo, su cuarto mandato no llegará sin daños colaterales. El próximo Parlamento será el más fragmentado desde la Segunda Guerra Mundial y los ultranacionalistas y xenófobos de Alternativa para Alemania (AfD) entrarán por vez primera en Bundestag como la principal fuerza de oposición.

De acuerdo con los resultados de las encuestas a pie de urna y divulgados por la televisora ARD, la Unión Demócrata Cristiana de Merkel y su ala Bábara, Unión Social Cristiana, habrían obtenido 33% de los votos, casi 9 puntos porcentuales por debajo en relación a los comicios de 2013.

Los socios de la gran coalición de gobierno, los socialistas de Martin Schulz, también retrocedieron siendo testigos de una derrota histórica. Las previsiones les dan 20% de las preferencias electorales, alrededor de 5% menos respecto a las elecciones anteriores.

El gran ganador de la jornada fue AfD que irrumpirá en el Congreso teutón obteniendo alrededor de 13.2% de los votos y unos 89 escaños.

Tras conocerse las previsiones, Merkel se dirigió brevemente a sus seguidores. Arrancó su discurso sin darle vueltas al tema: “Me satisface que alcanzamos el objetivo estratégico de esta campaña, tenemos el encargo de formar un gobierno”.

La hija de un pastor protestante sostuvo que la misión no fue sencilla, reconoció que después de 12 años de ser responsable del gobierno alemán no había garantías de que su partido resultara ser el más votado.

Sin dejar ver sus sentimientos más allá de una que otra sonrisa, enumeró una serie de desafíos, colocando en lo alto del escalafón el que representa el posicionamiento del AfD.

Aseguró que analizará a fondo la situación y trabajará por arrebatarle a la extrema derecha sus electores “teniendo en cuenta sus miedos y preocupaciones”.

Sin mencionar promesas inalcanzables, adelantó que quiere conservar el buen ritmo de la economía, mantener a Europa unida, reforzar la seguridad nacional y trabajar por atender las causas del éxodo migratorio a causa de la violencia.

Durante la campaña electoral Merkel dijo que le simpatizaba la idea de formar un gobierno de coalición con los liberales y los verdes; todo parece indicar que prevalecerá la llamada “coalición Jamaica”.

Sumando los resultados preliminares de conservadores, verdes y liberales, llegarían a 349 escaños, por encima de los 316 que se requieren para formar mayoría en el Parlamento.

Esta opción además toma fuerza tras el discurso de Schulz anunciando el fin de la coalición de gobierno con Merkel. “Es un día difícil y amargo para la socialdemocracia”, reconoció el ex presidente del Parlamento Europeo, quien seguirá al frente del partido prometiendo transformarlo.

“Pero lo que más me entristece esta noche es el resultado del AfD. Es la primera vez en 60 años que la extrema derecha entra al Bundestag, eso es terrible”, subrayó.

Según los estudiosos, el AfD sacó renta gracias a un discurso antisistema durante la campaña.

Mientras que el resto de las fuerzas pequeñas prácticamente compartían la noción de lo qué tiene que hacer Alemania en la próxima legislatura, los ultras encabezados por Alice Weidel y Alexander Gauland acusaban a Merkel de ser una traidora a la patria al permitir la llegada de miles de refugiados olvidándose de los locales.

“Su llegada al Bundestag añadirá al debate parlamentario demasiado odio y nacionalismo. Que esto trascienda a un nuevo mensaje al mundo por parte de Alemania depende de cómo reaccionen el resto de los partidos”, explicó a EL UNIVERSAL Timo Lochocki, experto del German Marshall Fund of the United States.

Gero Neugebauer, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, y Gideon Botsch, profesor del Centro Moses Mendelssohn de la Universidad Potsdam, coincidieron en conversación con este diario que si bien el debut del AfD en el congreso es motivo de preocupación, también representa una oportunidad para que la mayoría de los partidos reflexionen sobre cuáles fueron las causas de su crecimiento y así encontrar respuestas a esos desafíos para el liberalismo y la democracia.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Más Información

Noticias según tus intereses