“Al principio todos creímos que eran cohetes, algo que puede suceder en un festival como en el que estábamos, pero casi de inmediato nos dimos cuenta que algo malo pasaba y que eran detonaciones de bala”, relata a EL UNIVERSAL Israel Cabañas, músico de profesión y sobreviviente de la masacre registrada la noche del domingo en Las Vegas.

“De inmediato varios compañeros y yo nos agachamos para tratar de protegernos, nos quedábamos quietos, pero en cuanto paraban —las ráfagas de bala— tratábamos de mover a la gente que entró en pánico, un pánico indescriptible”, asegura Israel, quien formaba parte del equipo de organización y seguridad del Route 91 Harvest Festival, que había congregado a unas 22 mil personas.

“No caigan en pánico, les pedía, pero comenzaron a correr hacia un lado y continuaban los balazos, entonces caminé hacia adelante —la salida— y moviendo gente hasta que empezamos a ver muchos cadáveres y mucha gente lastimada y hacíamos lo posible para apoyarlos y llevárnoslos mientras llegaban los paramédicos”, describe casi sin aire. “No sé qué pasaba, pero no llegaba la policía ni los paramédicos, había mucha gente herida y en todo el cuerpo y nos pedían que los ayudáramos y eso hacíamos, aunque a veces ya no se les podía ayudar más, sólo les tapábamos la cara”, narra conmovido.

Asegura que, pese a la confusión, se pudo dar cuenta de que los disparos provenían del hotel Mandalay Bay. “El sonido se oía como bien cerquita, pero no teníamos idea de qué pasaba o quién era el autor o los autores de todo esto”.

Dice que cuando llegaron los policías, “ellos también se agachaban tratando de ubicar al que disparaba y no dejaba de hacerlo, estaban —los policías— busque y busque hasta que se dieron cuenta [de dónde provenían las detonaciones]”.

De acuerdo con su versión, “fueron al menos 10 o 15 minutos” de disparos que paraban entre 10 y 20 segundos para continuar.

Israel Cabañas cree que el atacante utilizaba “un arma de alto calibre o más armas, yo oía diferentes disparos; se escuchaban bastante fuerte”.

Narra que en su complicado camino hacia la salida veía a varios de los muertos y de los heridos, a los que trataba de ayudar.

“Eran heridas provocadas por balas que entraban a mucha velocidad, al frente no era tan feo, pero muchas de estas balas salieron por otra parte del cuerpo y ahí es donde la herida sí podía ser mortal o muy grave”, describió Israel.

“Tratábamos de parar la sangre que salía de alguna manera, pero no podíamos; era mucha gente en el suelo llena de sangre”, cuenta y asegura que nunca olvidará a las personas que trató de reanimar, “pero ya habían muerto; nunca podre olvidarlas”.

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