Londres.— Isabel II fue reemplazada ayer por el príncipe Carlos en el altamente simbólico “discurso del trono”, un “momento histórico” en lo que se considera la transición progresiva de una reina anciana determinada a no abdicar en favor de su heredero.

La ceremonia, que incluye la lectura del Discurso de la Reina que detalla el programa del gobierno, es considerada un símbolo importante del papel constitucional de la monarca como jefa de Estado. La decisión de la reina de delegar su papel al príncipe casi seguramente será vista por el púbico como evidencia de que la transición está en curso, con la monarca de 96 años permaneciendo en el trono, pero delegando más responsabilidades a Carlos.

“El heredero está al borde de convertirse en príncipe regente de facto. Guillermo observará lo que le espera”, dijo Peter Hunt, quien cubría la fuente monárquica para la BBC. “Con la reina retirándose progresivamente de la vida pública, el Palacio está deseoso de mostrar que la monarquía está segura en las manos del padre y el hijo”.

El Discurso de la Reina explica el programa legislativo del gobierno y se pronuncia en la apertura formal de cada sesión del Parlamento. Como cada sesión parlamentaria dura aproximadamente un año, el discurso es un evento anual. Es escrito por el gobierno electo, encabezando actualmente por el primer ministro Boris Johnson.

La monarca se sienta en el Trono del Soberano y luce la Corona del Estado Imperial.

Pero el príncipe Carlos, de 73 años, no se sentó en el trono soberano, que había sido retirado, sino en el trono del consorte, que usaba su padre, el príncipe Felipe. Carlos pronunció el discurso en tercera persona.

El Palacio de Buckingham no dio detalles sobre por qué la reina delegó la lectura del discurso, limitándose a decir que fueron “problemas episódicos de movilidad”. Previamente, la monarca solamente había delegado el discurso en dos ocasiones: en 1959, cuando estaba en las últimas semanas de embarazo del príncipe Andrés; y en 1963, antes del nacimiento del príncipe Eduardo.

En ambas ocasiones, el Parlamento fue inaugurado por una comisión real y el discurso fue pronunciado por el presidente de la Cámara. Carlos, de 73 años, que reemplaza cada vez más a su madre, no llegó en carroza, sino en un Rolls-Royce con techo transparente, acompañado por su esposa Camila. Tampoco vistió la tradicional capa de armiño sino un uniforme militar con múltiples medallas.

El discurso duró menos de 9 minutos y en él Carlos detalló la agenda legislativa elaborada por el gobierno de Boris Johnson buscando reconquistar a los británicos para los dos años venideros, hasta las próximas elecciones legislativas. El premier ve desde hace meses amenazada su permanencia en el poder debido a la indignación causada por el partygate, el escándalo de las fiestas ilegales organizadas en Downing Street durante los confinamientos. Todo este boato, que incluyó la llegada de corona y centros en una procesión real, fanfarrias, soldados y heraldos con sus cargados trajes ceremoniales, demuestra que “la reina sigue al mando”, en palabras del Daily Mail. Pero “no se equivoquen, es un momento histórico para la corona”, subrayó el diario.

La salud de Isabel II es motivo de preocupación desde que los médicos le ordenaron guardar reposo en octubre y estuvo una noche hospitalizada para someterse a “pruebas” médicas nunca precisadas.

Desde entonces canceló su participación en eventos destacados y se la ha visto con bastón y dificultades para desplazarse.

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