Autoridades capitalinas derriban las (phoenix canariensis) que están enfermas o muertas en pie a causa de hongos y en su lugar plantan árboles de del Valle de México que, a su vez, darán una nueva imagen urbana a las principales avenidas, camellones y glorietas de la Ciudad de México.

Duraznillos, framboyanes, tejocotes son algunos de los sujetos forestales que se están plantando, es decir, especies que, además de ser un “espectáculo visual” para la ciudadanía, son polinizadores, pues atraen a insectos que ayudan a la biodiversidad de la Ciudad de México, explica a EL UNIVERSAL la secretaria del Medio Ambiente, Julia Álvarez Icaza.

“Se están plantando de entre tres y cinco metros, o sea, son árboles ya grandes, bien formados, cuya posibilidad de vida es casi total, o sea no tenemos riesgo de mortalidad alta y, además, como ventaja es que muy pronto, en cuanto se enraicen y empiecen a crecer, nos van a regalar un festín floral a la Ciudad de México”, dice la funcionaria.

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De septiembre a la primera semana de diciembre ya se habían retirado mil 100 palmeras en distintos puntos. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL
De septiembre a la primera semana de diciembre ya se habían retirado mil 100 palmeras en distintos puntos. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL

En la capital del país existen alrededor de 15 mil palmeras, de las cuales por lo menos 9 mil están enfermas en cualquiera de sus fases y algunas están muertas en pie, por lo que lo mejor que se puede hacer para evitar la propagación del hongo es retirarlas, señala.

“Incluso en donde son originarias estas palmeras, las Islas Canarias, en España —donde están centros de investigación especializados en este tipo de palmeras—, hoy no se ha descubierto la cura; por el momento el único tratamiento que existe cuando están en una fase incipiente, declinante severa o ya muertas en pie, lo mejor que se puede hacer es retirarlas, sustituirlas para que no se propaguen los hongos y no sigan enfermando a otras palmeras que están a su alrededor”, indica.

Ante esta problemática, la administración capitalina anunció el retiro de las 9 mil palmeras con un programa que se echó a andar en septiembre pasado. De septiembre a la primera semana de diciembre se habían retirado mil 100 de distintos puntos de la capital, de un total de mil 500 que se proyectan retirar para el último día del año.

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En 1979, el camellón de avenida Universidad, en la Narvarte, tenía
muchas palmeras, las cuales ya fueron
retiradas. Foto: Colección Carlos Villasana
En 1979, el camellón de avenida Universidad, en la Narvarte, tenía muchas palmeras, las cuales ya fueron retiradas. Foto: Colección Carlos Villasana

El 80% de las palmeras canarias están ubicadas en las alcaldías centrales, principalmente en la Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y algunas más al sur, en Coyoacán. Por lo que también son estas zonas donde se encuentran los ejemplares mayormente enfermos, indica la secretaria.

El nuevo arbolado

Sobre el camellón de la diagonal San Antonio, en la alcaldía Benito Juárez, El UNIVERSAL constató que ya lucen verdes algunos de los árboles que se plantaron en sustitución de las palmas canarias que fueron retiradas a principios de septiembre de este año, cuando dio inicio el programa de las autoridades capitalinas. En avenida Doctor José María Vértiz, en la misma alcaldía, se plantaron árboles nativos como olmos y patas de vaca. Mientras que en lugares como Tlatelolco se hizo el retiro de 19 palmeras, para sustituirlas por árboles como duraznillo, tejocote y arrayán.

No obstante, no es una iniciativa nueva, pues la administración pasada arrancó la sustitución de palmeras canarias en distintos puntos, la más emblemática, la del Paseo de la Reforma, donde actualmente hay un árbol de ahuehuete.

Estos cambios implican una “nueva era” en el arbolado urbano de la Ciudad de México, afirma Álvarez Icaza, con árboles que sí sean adecuados para las condiciones climáticas de la urbe, con capacidad de adaptarse a las grandes lluvias —como las de esta temporada 2025— o a los largos periodos de sequías, como los que se vivieron en los años previos, a la vez que sean ejemplares no tan propensos a plagas u otras enfermedades.

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Además, se busca evitar “el error” que se cometió en el siglo XX de poner una palma detrás de otra, lo que facilitó la propagación de los hongos, por lo que la colocación del nuevo arbolado se realiza de forma intercalada, de tal forma que si vuelve a haber una plaga o enfermedad que ataque a un ejemplar, no se contagie con tanta facilidad.

Otro de los propósitos es que las raíces de estos nuevos árboles no perjudiquen las calles ni banquetas, y no impliquen afectaciones en el tránsito libre.

“El arbolado de la Ciudad nos cambia todo, nos cambia no sólo la biodiversidad y no sólo el hecho de que una ciudad sea resiliente al cambio climático, prevenir inundaciones, mitigue las islas de calor, infiltre el agua, sino que también genere bienestar emocional”, afirma.

Álvarez Icaza aclara que no todas las palmeras están muertas y hay unas 6 mil sanas, sin hongo.

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