“¿Y si me aviento, qué pasaría si me aviento?” se cuestionó a sí misma Karina, una joven capitalina de 24 años que consideró quitarse la vida en las vías del Metro CDMX tras sufrir una serie de problemas emocionales, familiares y laborales, simultáneamente. Ese día, cruzó sin darse cuenta la línea amarilla de seguridad.
Consciente de que el suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial, la joven dijo a EL UNIVERSAL que, tras contemplarlo, sintió una carga de vergüenza, al escuchar la nula empatía que usuarios del Sistema de Transporte Colectivo (STC) tienen con las personas que se avientan a las vías.
“Siempre se atribuye esa molestia de 'voy a llegar tarde a tal lugar porque alguien se aventó'. Olvidan que esa persona ya no va a ir a ningún lado. No lo ven como la tragedia que es, y no solo para el que fallece. Es una especie de trauma colectivo que afecta a quienes ven todo”, agregó.

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El caso de Karina no es aislado. El 8 de diciembre pasado, EL UNIVERSAL informó que entre 2020 y 2025, 178 personas murieron arrolladas por el Metro, de acuerdo con información obtenida vía transparencia, con un promedio anual de 29 víctimas.
Las cifras arrojaron que el 80% de las muertes correspondían a varones y que las líneas 2, 3, B y 5 concentran el 70% de los sucesos.
Una nueva solicitud a la Fiscalía General de Justicia de la CDMX obtenida por EL UNIVERSAL revela que los adultos que se encuentran en un rango de entre los 31 y 40 años son el grupo social con mayor vulnerabilidad. En el último lustro, se han registrado 47 decesos de la generación conocida como millennial, nacida entre 1981 y 1996.
El segundo lugar lo ocupan jóvenes de entre 21 y 30 años, de la llamada Generación Z, quienes registran 31 casos entre 2020 y 2025. En tercer lugar, adultos de 31 a 40, quienes suman, en total, 17 fallecimientos en el mismo lapso.
Las personas de entre 51 y 60 años concentran 14 muertes y después siguen adultos de la tercera edad, conocidos como baby boomers, de 61 a 70 años, con 11 víctimas.
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Los datos de la fiscalía capitalina detallan que, aunque hay menos riesgo, al menos ocho menores se han quitado la vida arrojándose en las vías del Metro de la Ciudad de México. El más joven tenía 15 años.
De los jóvenes que recién obtuvieron la mayoría de edad, entre los 18 y 20 años, se contabilizan seis incidentes. Finalmente, dos adultos mayores de entre 71 y 80 años se han arrojado a las vías en este periodo.
La Dirección de Procesamiento y Calidad del Delito de la Fiscalía CDMX brindó solamente datos de 136 personas. En los 42 casos restantes no se encontró información que pudiera estimar su rango de edad. Detalló asimismo que las cifras, con fecha de corte al 18 de noviembre de este año, podrían variar por actualizaciones en la base de datos.
La psicóloga Rosario García explica en entrevista que la vulnerabilidad en el rango de edad de 20 a 40 años corresponde a cuestiones meritocráticas, es decir, que en esa etapa de la vida la persona piensa que ya debería haber alcanzado el éxito laboral, la formación de la familia y la estabilidad económica.
“Dadas las condiciones laborales actuales, eso es muy difícil de alcanzar. Para estas generaciones se ha convertido en problemática incluso poder salir de casa de los padres, que ya no es tan accesible como en años anteriores”, señala.
La también arteterapeuta y psicodramatista subraya que el dolor de las víctimas es tan profundo que ven en la muerte la “única forma de dejar de sufrir”, pero en realidad “no es que de verdad quieran dejar de vivir, quieren dejar de sufrir”.
De acuerdo con la psicóloga, en juventudes estas ideas pueden aumentar si los padres o personas que funjan como cuidadores son negligentes y si hay entornos de violencia. “Si no hay una conexión emocional, nuestro sistema nervioso se pone en modo de supervivencia, de estar constantemente alerta”, lo que puede provocar situaciones de ansiedad y depresión.
“El suicidio no es un hecho aislado, como mucha gente piensa. No es solamente una decisión individual. La persona que en algún momento se quita la vida lo hace desde un lugar de desesperación y desesperanza, porque ya no encuentran alternativa”, agrega.
Por ende, hizo un llamado a analizar no solamente factores psicológicos, sino a también considerar factores sociopolíticos, culturales y económicos, ya que el suicidio es “una situación multifactoral”.
El suicidio es un problema de salud mental muy complejo. Hablar de querer morirse es una conducta que debe tomarse en serio y ofrecer ayuda a quien lo manifieste. Otras señales de alerta son:
Si detectas alguna de estas o varias señales en alguna persona, no la dejes sola, pide ayuda a un especialista médico, psicólogo, tanatólogo o terapeuta. Retira cualquier arma, sustancias, alcohol, drogas, o los objetos afilados que pudieran utilizarse para atentar contra la integridad de alguien.
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