Pablo Damián Matzumura, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, ofrece una disculpa a sus estudiantes.

Después de 81 días de huelga, de que alumnos foráneos se han visto obligados a regresar a sus entidades de origen, otros han tenido que buscar empleos temporales para cubrir las becas que se les dejaron de entregar, reconoce: “Pudimos hacer mejor las cosas”.

“Que nos perdonen [los alumnos] porque les hemos hecho mucho daño. Ellos son los menos culpables y los más perjudicados”, dice en entrevista en una de las entradas de la unidad Iztapalapa, donde está su laboratorio, al cual no ha podido acceder desde que inició la huelga.

“Ha sido terrible. Espero que esto ya termine. Mis alumnos están desesperados y han buscado otra forma de manutención (...) Ha sido una pesadilla. Para mis compañeros profesores, igual”.

Damián Matzumura es investigador y desde hace siete años busca desarrollar un compuesto de nanopartículas de oro que ataque el cáncer de forma menos agresiva que la radioterapia y la quimioterapia. El tratamiento creado en Iztapalapa sería 200 veces más barato y efectivo.

El problema es que el proyecto se ha retrasado desde hace dos años: primero, porque el terremoto de septiembre de 2017 dañó el edificio donde se encontraba su laboratorio, lo que paralizó su trabajo durante más de un año, y ahora, por la huelga.

“Después de un año logramos tener un espacio para hacer cultivos. El laboratorio ya estaba trabajando, ya estábamos haciendo experimentos en vivo y teníamos todo. Con la huelga se nos detuvieron colaboraciones con la Facultad de Medicina de la UNAM, el Hospital Militar y el Instituto Nacional de Cancerología”, lamenta el académico.

El doctor Damián Matzumura, científico del Departamento de Biología de la Reproducción de la UAM Iztapalapa, cuenta que antes de iniciar el proceso de huelga no ingresó al sistema la documentación necesaria para que el Sindicato Independiente de Trabajadores del SITUAM (SITUAM) le permitiera entrar a su laboratorio.

Confiesa que ante esta complicación ha tenido que ingresar de manera furtiva para revisar el equipo de alta tecnología a su cargo. Por lo mismo, ha vivido agresiones por parte de trabajadores que custodian el acceso a la unidad, quienes le han negado el paso por no estar registrado.

“A pesar de que la huelga es un derecho constitucional, el tener parada la investigación y la educación está invadiendo otros derechos. Se convierte en ilegal en el momento en que se afecta a otras personas. Me gustaría que los problemas los pudiéramos resolver con la universidad abierta”, dijo.

En su opinión, al sindicato le ha faltado flexibilidad para recibir la propuesta de la rectoría y a las autoridades universitarias, habilidad para manejar las negociaciones.

Sin embargo, reconoce que es necesario revisar la forma en que se gasta el dinero de la institución, principalmente en el otorgamiento de becas y estímulos a funcionarios de primer nivel.

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