San Juan del Río, Dgo.— En la cuna del “hombre que se rebeló para no ser esclavo”, el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó la ceremonia por el centenario luctuoso del general Francisco Villa.

Con el sol a plomo y a unos metros de la casa de adobe donde nació el máximo héroe de la Revolución Mexicana, el Mandatario, el gobernador de Durango, Esteban Villegas Villarreal, y el gabinete de seguridad rindieron homenaje a quien, con el general Emiliano Zapata, logró que por unos meses —de acuerdo con el historiador Pedro Salmerón— “los oprimidos y marginados habían tomado en sus manos su destino y estaban cambiando al país”.

El Titular del Ejecutivo federal llegó en helicóptero y se trasladó en una camioneta a lo que fue la primera morada del general Villa, en la hacienda conocida como La Coyotada, de donde el Centauro del Norte partió a la edad 16 años de para forjar su mito y leyenda.

Mientras el Mandatario saludaba a la Bandera, en medio de soldados y caballos con jinetes vestidos como la División del Norte, un hombre de camisa blanca y bigote apretaba el paso. “Buenos días, soy Francisco Villa Campa, nieto del general Villa”, dijo y en un acto fuera del protocolo habló a la gente ahí reunida para acusar que le habían puesto límites para asistir al evento.

Acompañado de hombres, mujeres y niños vestidos de revolucionarios y Adelitas, Villa Campa aseguró que si no hubiera sido por la intervención del Presidente de República se habría perdido la celebración de su abuelo. “¿Un festejo para recodar a Pancho Villa sin la familia de Francisco Villa? Un festejo sin en el pueblo de México, no es festejo”, reclamó el descendiente del icono revolucionario.

Villistas y funcionarios escucharon la reseña del historiador Pedro Salmerón, quien recordó que José Doroteo Arango Arámbula (el verdadero nombre de Villa) no quiso ser esclavo y se rebeló a los 16 años para irse a la sierra donde comenzó la leyenda del Robin Hood de la sierra de Durango y Chihuahua.

Antes, una niña vestida de Adelita entregó un escrito al Presidente, mientras los villistas arengaron: “¡Reelección, reelección!”. El Primer Mandatario respondió entonces con una señal con el dedo: “No”.

Salmerón refirió que a pocos meses de sumarse a la Revolución, Pancho Villa conoció a Francisco I. Madero. “¿Qué tenían en común el perfumado vegetariano que nació en sábanas de seda y el criador de gallos finos que dormía con la silla de montar como almohada y el zarape como cobija? El amor a la patria y a los pobres”, dijo. Destacó además que Francisco Villa atacó Columbus en Nuevo México, Estados Unidos, y desde entonces se convirtió en el símbolo de la resistencia contra el imperialismo.

En la ceremonia, el Mandatario le entregó al general Luis Cresencio Sandoval, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, un revólver que perteneció al expresidente Madero y le fue entregado a Villa. El arma fue donada por un historiador cubano para regresarla al patrimonio nacional y quedó bajo resguardo de la Sedena en el Museo Histórico de la Revolución de Chihuahua.

Con el toque de silencio, López Obrador y su comitiva depositaron una ofrenda floral y montaron una guardia de honor al pie de la estatua monumental de Villa. Además, cadetes del Heroico Colegio Militar realizaron una salva de fusilería.

Esteban Villegas, gobernador de Durango, cerró su mensaje con un grito: “¡Que viva Francisco Villa! ¡Que viva la gente de Durango! ¡Que viva el Presidente de la República! ¡Que viva Durango!”.

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