Por temor a formalizar legalmente una relación de pareja, una gran mayoría de jóvenes prefieren vivir en concubinato o en desconociendo que en este tipo de relaciones también existe una serie de obligaciones que deben asumir, aseguró la profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México () Yadira Aideé Huerta Reyes.

La especialista en derecho civil y familiar comentó que la figura jurídica del matrimonio civil no les despierta interés ni les inspira confianza, por el tiempo que puedan durar juntos o por el temor al fracaso.

Sucede un fenómeno interesante en donde numerosas personas permanecen en concubinato durante 10 o 15 años y cuando deciden casarse por el civil, al año se divorcian. “Parece que les pesa el papelito legal”, dicen tener plena confianza en la otra parte, sin necesidad de un documento que avale esa unión, externó en entrevista.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) la tendencia a contraer matrimonio sigue a la baja, en tanto que el número de parejas que se divorcia en México ha llegado a su punto más alto en los últimos 10 años, enfatizó.

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En 2013 se registraron 583 mil matrimonios, mientras que en 2022 las personas que contrajeron nupcias por lo civil fueron 507 mil; ese mismo año los divorcios fueron 166 mil, es decir, 1 de cada 3 matrimonios no funcionó.

Huerta Reyes agregó que si bien la mayoría de los jóvenes han experimentado directa o indirectamente las consecuencias de un matrimonio fallido, requieren más información sobre las responsabilidades que deben asumir.

Me parece que hace falta más información sobre las consecuencias que ofrece cada figura, porque todavía hay quien cree que el concubinato deja libres a las personas, sin responsabilidades u obligaciones, cuando en realidad tienen prácticamente los mismos deberes que en el matrimonio y las consecuencias patrimoniales, dependiendo de cada entidad federativa, refirió.

Por ejemplo, el concubinato, si bien es cierto que no está regido por un acto jurídico como el matrimonio, se puede tener las mimas obligaciones respecto a las hijas e hijos, incluso en cuestiones de tipo patrimonial respecto a la pareja, cuyos derechos se pueden solicitar ante una autoridad civil, abundó.

En el caso de las uniones libres, apuntó, son menos frecuentes y, en consecuencia, las responsabilidades son menores, toda vez que tienen mayor libertad, particularmente en cuanto al tiempo y espacio que se brindan para vivir juntos y acostumbran a verse cuando quieren; sin embargo, la situación cambia cuando deciden tener hijos y las obligaciones pasan a ser básicamente las mismas que en el matrimonio.

Señaló que aún existe confusión sobre el término concubinato debido a que algunas personas lo consideran como una relación fuera del matrimonio, en lo que antes se conocía como amasia o amante, hoy pareja estable. Se trata de la relación de dos seres humanos que deciden unirse voluntariamente sin la formalidad del matrimonio.

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También hay confusión porque hay quien puede expresar: estoy casada o casado, pero tengo concubina o concubino y esto no es posible. Si está casada o casado, pero tiene una relación paralela al matrimonio, a esto se le llama pareja estable o amante.

En al menos diez localidades del país, precisó, se puede solicitar la constancia de concubinato, entre ellas la Ciudad de México que en el artículo 291 de su código civil ofrece la posibilidad de obtener un certificado para hacer efectivos algunos derechos, particularmente de protección social.

Y subrayó: “En el matrimonio tenemos el acta que nos acredita que estamos legalmente casados y con ella acceder a los servicios sociales como puede ser una pensión alimenticia; en el concubinato se tiene que solicitar una constancia para acceder a esos mismos servicios y en caso de que la legislación local no contemple esa figura, se tendría que iniciar un juicio voluntario para acceder a la constancia”.

Sobre los efectos patrimoniales una vez que termina una relación de concubinato, la especialista comentó que la situación también varía de acuerdo con el código civil de las entidades y en la mayoría de los estados de la República mexicana la ley indica que cada persona se queda con los bienes que generó, es el caso de Puebla y la Ciudad de México. En Tlaxcala o Querétaro, por ejemplo, los bienes se registran y se reparten de manera similar a la de una sociedad conyugal.

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