Son cerca de 72 mil estudiantes de preparatoria y licenciatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 20% del total de la matrícula estudiantil, quienes están en peligro de abandonar sus estudios tras la pandemia por el Covid-19 o ya se dieron de baja para el ciclo escolar que comenzará el 21 de septiembre próximo, alertó el secretario General de la institución, Leonardo Lomelí Vanegas.

En entrevista con EL UNIVERSAL, detalló que 10% son quienes están en riesgo y entre 10% y 12% quienes se tuvieron que dar de baja para el próximo semestre y que “por el momento” no pueden tomar  clases.

Los principales desafíos a los que se enfrentan sus alumnos, especialmente los de contextos más desfavorecidos y los que vienen a estudiar de otros estados,  son la situación económica de sus familias, la falta de equipo y conexión a internet para tomar sus clases en línea, y los problemas emocionales que enfrentan derivados del confinamiento.

Adelantó que el próximo semestre arrancará el 21 de septiembre, pero que será completamente en línea y no en una modalidad híbrida, como se había anunciado hace meses, y que difícilmente se podrán reanudar este año las actividades presenciales o semipresenciales.

¿Se mantiene el 21 de septiembre como la fecha para regresar a actividades semipresenciales en la UNAM?

—Sí, pero serían en línea.

¿No regresarán al esquema presencial?

—En lo que resta de este año lo más probable es que no. Tendríamos que llegar a semáforo verde, pero se ve muy remoto. No lo podemos descartar en la medida que veamos la evolución de la epidemia, pero aún si hay semáforo verde la Universidad haría su evaluación y tendríamos que planear cómo usar las instalaciones y organizar la docencia para que sólo viniera un tercio de la población escolar.

Son nueve meses con la Universidad cerrada, ¿qué representa para la comunidad?

—Un gran reto de mantenerla unida aunque físicamente no pueda estar congregada. Ha sido una experiencia que nos va a marcar a todos; así como con el terremoto de 1985, esta generación quedará marcada por la emergencia sanitaria. Pero también nos da la oportunidad de reflexionar cuáles serán las mejores formas de apoyar a la comunidad estudiantil. Para que la Universidad siga caminando necesitamos encontrar la manera de sumar a todos y que nadie quede fuera.

¿Cuál es el diagnóstico de la situación de los estudiantes?

—En bachillerato, 11.4% de los estudiantes no presentó y 8.8% no aprobó, 8% más que el año anterior. En licenciatura, tenemos 4% de no aprobados frente a 14% de no presentados. Es un incremento de 4% o 5% de lo que se observa en otros años.

¿Cuántos de sus estudiantes están en peligro?

—Varía mucho de un nivel a otro, pero entre 60% y 90% de los estudiantes cuentan con laptop o tablet para hacer sus tareas, y 70% tiene conexión a internet. Nos preocupan quienes no los tienen. En promedio es 20% de toda la población estudiantil, entre bachillerato, licenciatura y posgrado.

¿Son ellos quienes están en riesgo de dejar la escuela luego de la pandemia?

—En principio creemos que es 10% de la población.

¿Han tenido bajas?

—Instrumentamos un mecanismo de excepción en el cual se pudieron dar de baja los alumnos que consideraron que no tenían condiciones para acreditar sus materias, prácticamente hasta el final del semestre. Aunque no se dieran de baja el semestre anterior, y probablemente haremos lo mismo para este semestre, no contará para efectos de regularidad. Esto quiere decir que no se les aplicarán los tiempos reglamentarios para concluir la carrera; tampoco para los estudiantes del bachillerato, para que puedan ejercer su pase reglamentado.

¿Cuántos estudiantes se dieron de baja?

—La mayoría hizo un esfuerzo por acreditar y lo logró, pero tenemos cerca de 10%, en algunos casos hasta 12%, que están en riesgo por el momento de no poder tomar las clases. No queremos que sea por no poder acceder a ellas. También por eso se mantienen las becas monetarias. Nos preocupan los estudiantes que no siguen, no porque no tengan acceso a las clases, pero que las condiciones familiares se tornaron adversas por la situación económica.

¿Qué factores suman a la deserción escolar?

—Nos preocupa más en bachillerato y si sumamos a los de licenciatura es mayor. Hay quienes no están en condiciones de seguir por la situación económica de sus familias, los estudiantes foráneos a quienes sus familias ya no pueden sostener aquí en una situación de crisis y otro factor de deserción, no menor, pero que se ha agudizado con la crisis sanitaria son los problemas sicológicos; son alumnos que necesitan apoyo para no desertar.

¿Cuál es la dimensión humana de que un joven se vea obligado a truncar su vida académica?

—Es una tragedia, siendo tan difícil entrar y tener la oportunidad, no poder seguir por un entorno familiar que se vuelve muy complicado por la crisis económica, por la falta de acceso a las tecnologías que le permitan seguir sus clases o por problemas emocionales propios.

¿Qué les diría a los estudiantes que están en riesgo de dejar la escuela?

—Que hagan el esfuerzo por seguir estudiando, pero que, en el peor de los escenarios, si están enfrentando una situación compleja aprovechen la oportunidad de que este año no contaría en sus historias académicas si se dan de baja temporal y que posteriormente reanuden sus estudios.

Lo ideal es que no se vayan, que sigan estudiando y aunque sea inscriban una materia. Es importante mantener el vínculo, pero si enfrentan una situación difícil tómenlo como algo temporal, no se rindan, dense una tregua, pero regresen en cuanto mejore su situación. Haremos todo lo posible para que no se vayan y esperamos que no se vayan.

¿Cómo van a abordar esta problemática?

—El rector nos ha instruido a que organicemos con las facultades de Medicina y Psicología y con las FES Iztacala y Zaragoza un programa más amplio de atención sicológica.

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