El presidente estadounidense, Donald Trump, abonó la semilla de “fraude” y midió la temperatura con su sugerencia de retrasar las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. La respuesta fue unánime: los comicios no se mueven.

Trump escribió en Twitter: “Con el voto universal por correo [no el voto en ausencia, que es bueno], 2020 será la elección más imprecisa y fraudulenta de la historia. Será una gran vergüenza para EU. ¿Retrasamos las elecciones hasta que la gente pueda votar con seguridad y apropiadamente?”.

El dardo estaba echado. Sólo quedaba esperar la respuesta, que no dilató en llegar.

Para retrasar los comicios, el presidente tendría que contar con el apoyo del Congreso para modificar una ley federal de 1845 que establece el martes siguiente al primer lunes de noviembre, como el día para celebrar la jornada de elecciones legis- lativas, que corren en paralelo al proceso de elección del presidente cada cuatro años.

El detalle está en que los demócratas controlan la Cámara Baja del Congreso y sin su apoyo, el cambio no pasa, lo que hace prácticamente imposible que la “sugerencia” de Trump se vuelva realidad. Y, al menos por esta vez, los republicanos están de acuerdo con los demócratas: el cambio no pasará.

“La amenaza de Trump no es más que un intento desesperado de distraer de las devastadoras cifras económicas actuales que dejan en claro que su respuesta fallida al coronavirus ha hundido la economía de Estados Unidos”, dijo el Comité Nacional Demócrata en un comunicado.

“Trump puede tuitear todo lo que quiera, pero la realidad es que no puede retrasar las elecciones, y en noviembre, los votantes lo responsabilizarán” por la situación, agregó.

“Seamos claros: Trump no tiene la capacidad de retrasar las elecciones. Nuestras elecciones están consagradas en la Constitución. La Constitución dice que si la fecha de las elecciones cambia, deberá hacerlo el Congreso”, señaló el presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, el demócrata Jerry Nadler.

Por parte de los republicanos, alzaron la voz el líder de la ma-yoría en el Senado, Mitch McConnell, y el senador Marco Rubio. El primero aseguró, en una entrevista con una emisora de Kentucky, que la fecha electoral está grabada en piedra. “Nunca en la historia de nuestro país ni en guerras, depresiones o en la Guerra Civil, hemos dejado de celebrar una elección federal programada en su tiempo y encontraremos la manera de que así sea de nuevo”, afirmó.

“Desearía que [Trump] no hubiera dicho eso”, señaló Rubio. “Pero no va a cambiar, vamos a tener elecciones en noviembre y la gente debería poder confiar en ellas”.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, bajó el tono. Las elecciones, dijo en una audiencia en el Senado, deben llevarse a cabo “legalmente”, pero destacó que es importante que sean comicios “en los que todo el mundo confíe”.

Contra el sufragio por correo

Más peligrosa que la sugerencia es la insistencia de Trump de que el voto por correo es sinónimo de fraude, un argumento que rechazan expertos y autoridades electorales, pero que está destinado a su base y que podría causar grandes problemas en caso de que en las elecciones se impongan los demócratas.

Peor todavía, cuando el propio Trump se niega a confirmar si respetará el resultado aun en caso de que no le sea favorable.

El voto por correo que Trump critica es el sistema, adoptado por siete estados, en el que las autoridades mandan las papeletas por correo para que el votante la devuelva por vía postal o la deposite en una urna. Oregon, que fue el primero en adoptar este sistema, sólo ha registrado 12 casos de fraude entre más de 100 millones de papeletas enviadas.

El expresidente Barack Obama, quien suele guardar silencio sobre la gestión de Trump, decidió que era suficiente. “Hay quienes en el poder están haciendo todo lo posible para desalentar a la gente a votar cerrando los centros de sufragio y atacando a las minorías y a los estudiantes con leyes restrictivas (...) hasta socavando el servicio postal en el periodo previo a una elección que va a depender de los votos por correo para que la gente no se enferme”, denunció.

El panorama no pinta bien para el presidente estadounidense. Además de los malos datos económicos, las encuestas no dejan de señalar la ventaja que le lleva Joe Biden. Ayer fue el turno de la firma Mason-Dixon, que da al demócrata cuatro puntos de ventaja sobre el republicano en Florida (50% a 46%).


Con información de agencias

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