Con 500 habitantes viviendo en una isla de un kilómetro cuadrado, Santa Cruz del Islote es la zona no continental más densamente poblada del planeta. Este pedacito de patria —perdido en el Mar Caribe, en aguas del Golfo de Morrosquillo— pertenece a Cartagena de Indias .

Una paradoja en medio de la pandemia, pues fue gracias a esta lejanía de todo que hoy sus habitantes le gritan con orgullo al mundo que están libres de coronavirus .

"Esta comunidad es muy organizada y respetuosa de la ley, y por fortuna no hemos tenido ni un solo caso sospechoso y menos un positivo de esta pandemia", dice Ramiro de Hoyos Castillo , inspector de Policía de la Isla. La isla es jurisdicción del Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo .

En todo el archipiélago de San Bernardo, conformado además por Isla Múcura y una decena de pequeñas islas más, no hay casos positivos de coronavirus , y sus comunidades ruegan a los dioses de los mares una pronta reapertura para que regresen los turistas : la gallina de los huevos de oro que les quitó la pandemia y que obligó al cierre de fronteras marítimas desde el pasado 15 de marzo.

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"Tenemos problemas con 80 adultos mayores que habitan en San Bernardo (Santa Cruz del Islote), Puerto Caracol e Isla Múcura. Son personas diabéticas e hipertensas que hoy no tienen sus medicinas y tienen restricción total para salir de la isla", añade De Hoyos Castillo, quien hace un llamado al Departamento Administrativo de Salud ( Dadis ) y a las EPS para que manden cuanto antes medicinas a la isla.

El gran problema de la isla más poblada del mundo por metro cuadrado es justamente ese, la salud. "Hablar de centro de salud es una utopía. Acá no hay medicamentos, un tanque de oxígeno y menos un médico. Lo único en salud que hay es una enfermera que a veces nos visita", agrega el inspector de policía.

También hay dificultades para el abastecimiento de víveres que llegan desde de los puertos más próximos de Rincón del Mar , Berrugas y Tolú , en el departamento de Sucre.

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Disciplina en medio del hacinamiento

Además de la falta de servicios de salud, esta comunidad vive el hacinamiento con tres y cuatro familias en una casa. Santa Cruz del Islote, paradójicamente, tiene la forma de un mapa de Colombia cubierto por un "collage" de 118 viviendas.

La conformación de nuevas familias ha hecho que la construcción crezca de forma vertical, aumentando el hacinamiento en los hogares, donde hoy —como en todo el territorio nacional, y gran parte del planeta— se vive el confinamiento como medida sanitaria contra el coronavirus.

Acá todos son familia y herederos de un ramillete de apellidos comunes donde abundan los Cardales, Morelo, De Hoyos, De Lahoz, Julio, Castillo y los Berrio. La isla no cuenta con ningún servicio público y, según el Distrito, el 40% de los hogares aún arrojan las heces fecales al mar, el resto de la comunidad usa pozos sépticos.

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Los rigores de la cuarentena en una isla de 500 personas

Si existe comunidad en el país que ha vivido los rigores de la cuarentena es la gente del Islote de San Bernardo. Acá nadie sale sin antes contar con el visto bueno y evaluación de la Armada Nacional y el Consejo Comunitario .

Una persona que quiera salir de la isla solo lo puede hacer por tres asuntos: salud, consecución de dinero o compra de víveres. Para montarse en la lancha, un isleño debe contar con mínimo 70 mil pesos en el bolsillo para navegar de ida hasta el continente, a alguno de los puertos vecinos y regresar.

Para tocar tierra firme primero debe contar con el pico y cédula que corresponda a Tolú o Coveñas , los puertos más cercanos en el departamento de Sucre . Luego debe inscribirse en la lista de salida y tener el permiso del consejo comunitario de la isla.

"Una vez en Coveñas , el viajero es sometido a todos los protocolos de bioseguridad como la toma de temperatura y el uso del tapabocas ", señala el capitán de Corbeta Juan Pablo Huertas Cuevas , capitán del Puerto de Coveñas.

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Desde los primeros días de abril, gracias a la Armada Nacional , la Gobernación de Bolívar , el Distrito de Cartagena y a un puñado de fundaciones y empresarios, esta comunidad recibe continuamente ayudas humanitarias como mercados y prendas para bioseguridad, las cuales son reunidas en un centro de acopio y luego repartidas entre las personas, acorde con las necesidades de cada hogar.

Además, con el apoyo de la Armada, cada 15 días llega un barco cisterna con agua potable, porque la otra gran ausencia de la isla es el líquido vital. Para la electricidad sus habitantes recurren a plantas eléctricas y paneles solares, pero los elevados costos del combustible y su transporte hasta la isla favorecen la penumbra.

Los habitantes de la isla más densamente poblada del planeta suplican una pronta reapertura de las fronteras para que así el turismo regrese a la región y en los hogares no falte el pan.

"Lo que no nos falta es el buen pescado, en todas sus presentaciones, porque gracias a dios la gente no ha dejado de pescar aún en tiempos de Covid- 19 ", concluye el inspector De Hoyos Castillo.

foa/fml

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