Washington.— El quinto asalto en la serie de debates entre aspirantes demócratas a la presidencia de Estados Unidos fue con toda probabilidad la más intensa y extensa en ideas y propuestas, casi sin ataques entre los contendientes, pero volvió a pecar en la falta de discusión sobre el tema migratorio.

A pesar de que el presidente Donald Trump hará del tema migratorio uno de sus puntos centrales de la campaña de reelección, la porción del debate realizado en Atlanta dedicada se citó casi de paso, con sólo una pregunta dedicada a la senadora Elizabeth Warren, una de las líderes y favoritas en las encuestas.

Cuestionada sobre si de llegar a ser presidenta tiraría parte del muro que se está construyendo en la frontera, Warren dijo que lo propondría si se demostrara que no es necesario. La senadora criticó las políticas del presidente que, dijo, sólo han servido para desestabilizar Centroamérica y agudizar todavía más la “crisis” humanitaria creada por la administración. “Necesitamos tratar a la gente que viene con dignidad y respeto”, afirmó, y llamó a defender los “valores” del país en el trato de aquellos que llegan de fuera. En términos parecidos se expresó el senador Cory Booker, apostando por el “respecto y dignidad” de los migrantes.

Al final de la velada, el senador Bernie Sanders recordó su historial familiar migratorio y prometió estar “al lado de los 11 millones de migrantes indocumentados en el país”.

Tampoco se tocó la relación Estados Unidos-México, más que para un encontronazo entre los dos candidatos más jóvenes y con pasado militar sobre el escenario, la congresista Tulsi Gabbard y el alcalde de South Bend, Pete Buttigieg, sobre un reporte en el que éste habría insinuado que estaría a favor de mandar soldados para luchar contra los cárteles del narcotráfico y el crimen organizado.

Tras quejarse de que Gabbard sacó sus declaraciones de contexto, Buttigieg la cuestionó por la osadía de plantear algo de ese calibre. “Estaba hablando de cooperación en seguridad, que hemos llevado a cabo por muchos años. ¿De verdad cree que alguien en este escenario está proponiendo invadir México?”, espetó. En la declaración a la que aludió Gabbard, Buttigieg dijo que sólo avalaría el envío de tropas con el aval de México, “en un escenario de cooperación de seguridad” y únicamente “si no hay otra opción”.

Hubo algunos otros choques menores, como las habituales disputas sobre el futuro del sistema de salud, o cuando Booker, golpeó al exvicepresidente Joe Biden sobre marihuana. “Tengo mucho respecto por él, pero esta semana le escuché decir que no deberíamos legalizar la marihuana y pensé que ha de haber estado drogado cuando lo dijo”, soltó, ante la carcajada de la audiencia. Booker, quizá el que tuvo la mejor actuación de la noche, es uno de los defensores de que la marihuana debería ser legal a nivel federal.

Biden tuvo otra noche para el olvido, con una actuación sin la energía que se le supone a un líder de las encuestas que se ve como el candidato inevitable. El que salvó con nota su nuevo papel de favorito fue Buttigieg, que encara los 75 días que quedan hasta los primeros caucus en Iowa como un firme aspirante a dar la sorpresa.

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