Ciudad de Panamá.— Tras acudir ayer en Panamá a un Vía Crucis que mostró los graves problemas de América, con una estación asignada a México por terrorismo y asesinatos, el papa Francisco fustigó el aborto, el maltrato a las mujeres, la falta de educación y trabajo digno para los jóvenes, la “espiral de muerte” por la droga, el alcohol, la prostitución y la trata de personas y la “cultura del bullying, del acoso y de la intimidación”.

El Vía Crucis que el Papa condujo en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en esta capital designó la oración de cada una de las 14 estaciones a dificultades específicas en América; a México le correspondió la décimotercera, en la que Jesús muere en la cruz, y se dedicó a terrorismo y asesinatos. En cada parada, jóvenes de las 14 naciones cargaron una cruz mientras otros leyeron la oración. México se enfocó en su problema de violencia.

“En nuestro mundo, el terrorismo y los asesinatos han roto muchos corazones”, dijo un joven mexicano, quien junto a una mexicana y al lado del Papa, dirigió la oración ante una multitud de peregrinos a la JMJ, que comenzó el martes y finalizará mañana. En un acto matutino ayer, el Papa visitó un centro penal para jóvenes al este de esta ciudad.

También se abordó el tema de los migrantes. El Papa criticó que sean vistos como un “mal social” y a los “muros invisibles” que, dijo, dividen a la sociedad en “buenos y malos”.

En su discurso al final del Vía Crucis, el Papa lamentó que “es más fácil y ‘pagador’ ser amigos en las victorias y en la gloria; es más fácil estar cerca del que es considerado popular y ganador. Qué fácil es caer en la cultura del bullying, del acoso y de la intimidación”. En vísperas de intensas actividades hoy y mañana, Francisco dijo que el Vía Crucis se prolonga “en el grito sofocado de los niños a quienes se les impide nacer y de tantos otros a los que se les niega el derecho a tener infancia, familia, educación; que no pueden jugar, cantar, soñar (...), en las mujeres maltratadas, explotadas y abandonadas, despojadas y ninguneadas en su dignidad”.

También “en los ojos tristes de los jóvenes que ven arrebatadas sus esperanzas de futuro por la falta de educación y trabajo digno; en la angustia de rostros jóvenes, amigos nuestros que caen en las redes de gente sin escrúpulos” de criminalidad y abuso, subrayó. “Se prolonga en tantos jóvenes y familias que, absorbidos en una espiral de muerte a causa de la droga, el alcohol, la prostitución y la trata quedan privados no sólo de futuro sino de su presente”, con “su dignidad” maltratada, sentenció.

Aludió al “dolor oculto e indignante de quienes, en vez de solidaridad” de una sociedad “repleta de abundancia, encuentran rechazo, dolor y miseria”, y a “la resignada soledad de los ancianos abandonados”.

Hizo referencia también a los pueblos originarios, a los que “se despoja de sus tierras, raíces y cultura” y a “nuestra madre tierra, que está herida en sus entrañas por la contaminación de sus cielos”, acusó.

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