Jerusalén.— La acusación por tres cargos de corrupción no sólo no parece haber castigado a Benjamin Netanyahu, sino que sale reforzado, según los sondeos a pie de urna de las elecciones generales de ayer, y se impondrá a su rival, el centrista Beny Gantz, lo que lo acerca la mayoría con su bloque de aliados.

Los sondeos a boca de urna divulgados tras el cierre de los colegios electorales daban al Likud, el partido de Netanyahu, 36 o 37 escaños de los 120 del Parlamento, mientras que la formación Azul-blanco, de Benny Gantz, habría recabado entre 32 o 33 asientos.

“Se trata de una gran victoria para Israel”, tuiteó el premier, quien también expresó su agradecimiento a los votantes. Con sus aliados de la derecha y de los partidos ultraortodoxos, Netanyahu podría conseguir unos 60 escaños, rondando el umbral de la mayoría de la Knéset (así nombrado el Congreso), fijado en 61.

“Gracias”, dijo Netanyahu una vez que se dieron a conocer los sondeos en su cuenta de Twitter, junto a un corazón rojo.

Aunque no haya perdido muchos votantes, la situación resultante es un claro retroceso para Gantz, que analistas atribuyen a la floja campaña que ha hecho, en la que ha tenido que enfrentar ataques bajo la cintura del entorno del Likud.

“Aunque todavía tenemos que esperar los resultados finales, no hay duda de que el primer ministro Netanyahu recibió un mandato claro de la población israelí”, opinó Yohanan Plesner, presidente de Israel Democracy Institute, antes de conocerse los datos oficiales.

Pero hay otra cuestión previa que puede impedirle siquiera llegar a ese punto. Si una mayoría de facciones le recomienda al presidente Reuvén Rivlin para que le encargue la formación de gobierno, el Tribunal Supremo tendrá que enfrentar una deliberación que ha evitado hasta ahora: deberá decidir si un acusado de un delito grave puede recibir este encargo.

“Qué bofetada en la cara” a los fiscales, reaccionó en Twitter el analista político Amit Segal, comentando los resultados preliminares.

Es la primera vez que un acusado está en posición de recibir este encargo y la letra de la ley no es clara. Si bien prohíbe a los ministros seguir en el puesto cuando son acusados formalmente, sí se lo permite al jefe del Ejecutivo, pero no existen disposiciones en lo referente a formar un gobierno cuando está uno obligado a sentarse en el banquillo.

Hay incluso fecha para el inicio del juicio, el próximo 17 de marzo. El premier deberá defenderse de las acusaciones de fraude, abuso de confianza y cohecho, tras dos años de investigaciones policiales y de la fiscalía, y horas de interrogatorios a él, asesores y sus socios.

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