Bruselas.— Las aguas belgas ya no son ajenas a la tragedia migratoria que causa gran consternación en regiones como el Mediterráneo y el río Bravo. Entre las torres del parque eólico del puerto de Zeebrugge, en Bélgica, fue encontrado el pasado fin de semana el cuerpo de un iraquí de 48 años.

El migrante llevaba un “chaleco salvavidas casero”, hecho a base de una red de tela y botellas de plástico. El gobernador de la provincia de Flandes Occidental, Carl Decaluwé, sospecha que probablemente trató de llegar de Francia a Reino Unido.

La corriente habría llevado el cadáver hasta la costa de Bélgica, en donde por vez primera fue encontrado sin vida el cuerpo de una persona en busca de refugio. La tragedia responde a un fenómeno anticipado por organizaciones humanitarias en 2016 como resultado del desmantelamiento de la Jungla, un campamento improvisado localizado en la comunidad francesa de Calais, y el endurecimiento de la política migratoria británica como consecuencia del voto a favor del Brexit.

En su momento, Care4Calais y L’Auberge des Migrants advirtieron a EL UNIVERSAL que las políticas antimigratorias de París y Londres expondrían a los migrantes a nuevos riesgos en su intento por llegar a Reino Unido. La alerta de hace un par de años hoy se traduce en un rampante aumento del número de migrantes que intentan cruzar clandestinamente el mar del Norte, una de las rutas más peligrosas por la alta presencia de lluvia, niebla y viento, así como por fuertes corrientes. Además, es uno de los corredores más transitados, alrededor de 25% del tráfico marítimo cruza al año por estas aguas.

En la época más calurosa del año la temperatura del mar alcanza entre 17 y 19 grados. Sin el equipo acuático adecuado, las autoridades regionales estiman que un adulto podría sobrevivir un máximo de 12 horas, mientras que un niño no más de cinco.

De acuerdo con las autoridades francesas, el número de personas que este año ha intentado cruzar el Canal de la Mancha es casi tres veces mayor a la cifra registrada en 2018. Los servicios de rescate de la prefectura de Gris-Nez tuvieron que entrar en acción la madrugada del domingo pasado para salvar a 22 personas sin papeles, entre ellas una mujer y un niño. Viajaban en una embarcación de plástico que se hundía a unos cuatro kilómetros de la costa de Duinkerken.

La noche de jueves a viernes, 24 migrantes, incluyendo siete menores, fueron rescatados ahí. El pasado jueves, otros 30 migrantes, de los cuales 10 eran niños y un bebé, fueron interceptados por las autoridades. En total, la autoridad naval francesa ha realizado 156 intervenciones en lo que va del año, muy superior a la cifra de 2012 cuando fueron interceptadas sólo 12 embarcaciones.

El número de migrantes involucrados igualmente ha ido al alza. En 2018 fueron rescatados 586 migrantes, en tanto que este año la cifra asciende a mil 451. El departamento del Paso de Calais es el punto de partida por excelencia: frente a sus costas se han rescatado a la fecha a mil 16 migrantes.

La cooperación francobritánica ha conducido al desmantelamiento de ocho redes de tráfico en lo que va del año. “Los traficantes no se inmutan y los migrantes no se dan cuenta de los peligros que enfrentan”, afirma Decaluwé. La ministra británica del Interior, Priti Patel, anunció que discutirá “en los próximos días” con su homólogo francés, Christophe Castaner, estrategias de lucha contra el tránsito clandestino en el Canal.

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