Madrid. El incremento de las hospitalizaciones de menores por Covid-19 en países como Estados Unidos es un dato que hay que relativizar, ya que los niños han demostrado tener una impresionante capacidad de respuesta frente a las distintas variantes del virus. Por lo general, no corren mayores riesgos.

“Los niños, sobre todos los más pequeños, tienen una respuesta inmunológica innata, muy robusta. Sus mucosas nasal y bronquial se adaptan muy bien a infecciones virales respiratorias, como lo hacen con otras epidemias como la gripe (influenza), con las que estamos conviviendo desde hace años. Los niños son capaces de contener esos virus incluso antes de que se puedan replicar en la mucosa, por lo que hay una diferencia sustancial a su favor con respecto a la población adulta”, señala a EL UNIVERSAL Antoni Soriano Arandes, pediatra y epidemiólogo del hospital Vall d´Hebron de Cataluña.

“Aparte de modular su respuesta inmune, es bueno que en la mayoría de los casos el niño se ponga en contacto con diferentes virus respiratorios para madurar inmunológicamente y poder defenderse de otras situaciones de riesgo en el futuro. Obviamente, si el niño está con sintomatología respiratoria debería quedarse en casa bajo vigilancia para no exponerse más y evitar cualquier riesgo añadido”, agrega el médico de la Unidad de Enfermedades Infecciosas e Inmunodeficiencias del renombrado hospital español.

“Frente al Covid-19 los menores tienen ya una respuesta mucho más sólida que frente a otros virus, por lo que tenemos la impresión de que esa reacción innata tiene un gran impacto para frenar su replicación”, indica el experto.
La mayor resistencia de los niños puede obedecer a causas muy diversas, como una acción cruzada con otros coronavirus a los que los pequeños se hayan visto expuestos con anterioridad; por otra parte, los niños reciben múltiples vacunaciones en el primer y segundo año de vida y puede haber habido un aprendizaje a partir de la respuesta vacunal; también se han hecho estudios de poblaciones linfocitarias donde se ha descubierto que el patrón de respuesta es mucho más eficaz en los menores que en los adultos, indica el infectólogo.

A pesar de su robustez inmunológica, en la población infantil existen también segmentos vulnerables. Los menores con obesidad o diabetes tienen más riesgos de presentar un cuadro grave si son infectados, así como los que padecen neuropatías crónicas. parálisis cerebrales o problemas pulmonares.

El experto asegura que no están claras todavía las causas del aumento de menores de cinco años aquejados de Covid-19 en países como Estados Unidos, donde el pasado 6 de enero y coincidiendo con el regreso a clases fueron hospitalizados alrededor de mil niños, una cifra récord de ingresos diarios de pacientes infantiles que nunca antes se había alcanzado en ese país desde que inició la pandemia, aunque muchos de los pequeños eran asintomáticos y habían sido internados por otros motivos cuando se les detectó la infección.
 
En España, Italia y otros países europeos no se ha producido hasta ahora un incremento de hospitalizaciones de menores por Ómicron, lo que es un mensaje tranquilizador tras el pico registrado en Estados Unidos, puntualiza el pediatra.

“Hemos de tener en cuenta varios factores que influyen en este hecho, como el de los porcentajes de vacunación de la población adulta, que en España y otros países es superior al de algunos estados de Estados Unidos. Además, no siempre el ingreso de un niño o una niña en el hospital está asociado a la infección por Covid. Lógicamente, al ser mayor el impacto de Ómicron a nivel comunitario, esperamos más ingresos de menores, pero ni siquiera en la primera ola de la pandemia los casos infantiles fueron comparables al elevadísimo número de infecciones que tuvimos entre la población adulta”.

Sin descuidar la alerta general, el foco de preocupación debe centrarse en jóvenes y adultos, que siguen siendo mucho más vulnerables a las distintas variantes de la pandemia, aunque siempre conviene vacunar a los menores para evitar riesgos innecesarios.

“Obviamente el riesgo cero no existe, porque también hay población vulnerable infantil, como los casos que mencionaba antes. Las vacunas están ahí, son una herramienta a nuestra disposición y, por tanto, debemos aprovecharlas para vacunar también a los menores y evitar si es posible esos casos graves que, insisto, son excepcionales. Hemos visto cuadros inflamatorios multisistémicos que afloran semanas después de la infección aguda por coronavirus y que probablemente con la vacunación no se hubieran dado”, apunta el epidemiólogo, luego de advertir que todavía es pronto para saber si habrá un aumento entre la población infantil de cuadros inflamatorios que aparecen entre cuatro y seis semanas después de la infección de Ómicron.

Los entornos escolares han demostrado a lo largo de la pandemia ser espacios seguros en cuanto a la transmisión del virus, aunque el epidemiólogo matiza que esto se debe sobre todo a la gran resistencia de los niños.

“Lo que sucede realmente es que los menores han respondido al virus mejor que los adultos. Lógicamente se han aplicado medidas de mitigación en los entornos escolares, pero es que los propios niños y niñas son mucho más robustos en cuanto a su respuesta a la infección”, dice el médico, que no es partidario de que se cierren los colegios.

“Creo que en estos momentos debe prevalecer el derecho de los menores a la escolarización y a la socialización, que son fundamentales para el desarrollo infantil”, concluye.

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