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El director de la Agencia de la Unión Europea sobre Drogas (EUDA), Alexis Goosdeel, afirma que en las democracias los militares se quedan en los cuarteles y sólo intervienen en el contexto de la lucha al tráfico de drogas en situaciones extraordinarias y temporales.
En entrevista con EL UNIVERSAL, habla sobre la escalada de violencia asociada al narco, la expansión de los cárteles mexicanos en Europa y del reto que supone la llegada de nuevas drogas sintéticas.
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Participó en la creación de lo que hoy conocemos como la EUDA y desde hace 10 años es director, ¿cuál ha sido la evolución del mercado europeo de las drogas?
—El primer cambio es que las drogas hoy se encuentran en todas partes. Sean drogas producidas en el territorio de la Unión Europea o en otras partes del mundo, están llegando. Me refiero a cualquier sustancia que puede ser objeto de una conducta adictiva, sin distinción, blandas, duras, de origen químico o vegetal. Además, actualmente todos en Europa conocen, personalmente o indirectamente, a alguien que tiene un problema agudo o crónico de dependencia. El policonsumo es estándar, un clásico. Así que el cambio presenciado es que son todas, a todos y en todas partes.
Otro cambio es el hecho de que en la UE han aparecido muchas sustancias. En los últimos 27 años han emergido mil nuevas sustancias, de ellas, 400 o 450 aparecen o reaparecen aquí y allá. Una mutación más es el hecho de que hay mucha gente que consume varias sustancias para lidiar con problemas profesionales, de desempeño y de salud mental. Sobre todo, la situación de los jóvenes en Europa ha empeorado en términos de salud mental. La guerra en Ucrania, la pandemia del Covid, los eventos en Gaza y en el Medio Oriente han creado un contexto en donde el uso de varios tipos de sustancias es más generalizado. Significa que nuestro modelo tiene que cambiar, porque el modelo de referencia que tenemos en Europa es la epidemia de la heroína.
Hay más drogas, más puras y más consumo. ¿El resultado no hubiera sido otro si Europa hubiera despenalizado el consumo de cocaína, marihuana y éxtasis para evitar la expansión y uso de otras más destructivas?
—Veamos la experiencia de Portugal, que hace 25 años decidió descriminalizar, que no es lo mismo que despenalizar, el uso de cualquier droga. El punto de partida fue la epidemia de heroína y los casos de sida relacionados con el uso de droga. Lo original de la política y el ejemplo para otros países es un fuerte énfasis en un enfoque holístico del problema, una inversión y esfuerzo enorme en términos de prevención, tratamiento y reducción de riesgos. Considerar que el problema de las dependencias es de salud pública, pero con un componente muy importante de reducción de la oferta. Un modelo equilibrado, basado en la evidencia científica y los datos, articulado con componente de reducción de la oferta y reducción de la demanda. La base para sostener la estrategia ha sido la descriminalización, evitar que la gente pare en la cárcel sólo por consumir algunas sustancias. La cárcel no sólo arruina la vida de estas personas, las introduce en el mundo delictivo.
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Siguiendo con esquemas de respuesta, ¿qué opinión tiene sobre el uso de Fuerzas Armadas para combatir el narcotráfico?
—Antes de todo, en Europa no se hace la guerra; y si se discute sobre la necesidad de recibir apoyo de las Fuerzas Armadas, son excepciones. Tenemos el caso de una ciudad en Italia en donde hubo apoyo muy puntual para recuperar el territorio que estaba totalmente controlado por el crimen organizado. En Bélgica, alguien ha pedido su intervención en dos territorios afectados por violencia y falta de policía suficiente. Pero en Europa no se contempla el uso de las Fuerzas Armadas, sino de la policía y la Gendarmería, porque en nuestros modelos democráticos, el principio es que no tienen y no pueden intervenir en el territorio nacional. Las Fuerzas Armadas, en la democracia, tienen que quedarse en los cuarteles. Y ese es nuestro modelo.
Estados Unidos ha optado por atacar supuestas narcolanchas y amenaza con ataques en tierra en otros países. ¿Es la estrategia adecuada?
—Esa no es nuestra estrategia, no se hace, no se practica, ni siquiera se habla. Lo que hacemos con Latinoamérica es cooperar. El primer plan de acción sobre drogas con América Latina fue adoptado en 1999 y desde entonces se ha construido un marco institucionalizado. Europol ha firmado acuerdos bilaterales con varios países y durante mi mandato he firmado acuerdos de cooperación con Colombia, Ecuador, Chile y Perú. Entonces, yo diría que en Europa no se usan cohetes o drones en la cooperación con Latinoamérica y el Caribe. La cooperación se hace dentro de un diálogo político y técnico.
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Las redes delictivas presentes en Europa igualmente se han transformado con el paso de los años. ¿Cuál ha sido la evolución de los cárteles mexicanos?
—Nos lo decía la DEA hace unos años, que había una estrategia por parte de los cárteles de expandir y controlar el comercio de metanfetamina a nivel mundial. El hecho de que hace unos cuatro años detectamos los primeros laboratorios de producción de metanfetamina, confirmó esa información; algo muy importante, porque ilustra la globalización del comercio y producción de drogas. Así que una de las evoluciones fue la detección y desmantelamiento de laboratorios ilícitos de producción de metanfetamina, algunos con capacidad de producción a escala industrial, con implicaciones directas e indirectas con los cárteles mexicanos, a través de cocineros o métodos de producción.
Siguiendo con esa línea de desarrollo, ¿hacia dónde va la expansión de los cárteles mexicanos en Europa?
—No soy el mejor experto para analizar las posibilidades o las perspectivas de futuro de los cárteles mexicanos. Lo que puedo decir es que estamos trabajando sobre posibles escenarios de evolución del problema de las drogas en el futuro. Pienso que una de estas posibilidades es que tengamos un mercado de las drogas cada vez más químico, más sintético. ¿Cuáles van a ser las sustancias? Tememos que la gente que consume heroína cambie a opioides tipo fentanilo o nitacenos, o estimulantes como las catinonas, como vimos en Hungría cuando hubo falta de heroína en el mercado. Aquí puede haber oportunidad [para los cárteles mexicanos con el fentanilo], aunque los grupos criminales chinos han ocupado posiciones, las mil nuevas sustancias sicoactivas identificadas en los últimos 27 años llegaron de China. Los cárteles mexicanos son actores importantes en el mercado mundial, pero deducir o concluir sobre lo que va a acontecer en 10 años es difícil.
Se ha incrementado la violencia del narco en Europa, ¿ve una mexicanización de la violencia? ¿Cómo enfrentarla?
—Quiero demasiado a México para llamar esto una mexicanización de la violencia. Hace 10 o 15 años, cuando hablábamos sobre una estrategia de violencia asociada a los mercados de las drogas, nos referíamos a América Central. Hoy hablamos de todos los países de la UE. La evolución de la violencia está asociada al control de los mercados locales. En algunas ciudades de Europa ya había violencia asociada con la producción y el tráfico de cannabis, pero la disponibilidad de cocaína ha desempeñado un papel importante en el aumento. Está aconteciendo en lugares con décadas de problemas de vulnerabilidad social y económica. Esta observación no es una conclusión final, sino un punto de partida. Debemos reconocer que tenemos un problema de desarrollo humano al que debemos responder de manera comprensiva con el conjunto del aparato de gobierno y de la sociedad, debemos invertir de nuevo en nuestras políticas sociales, de salud pública y de seguridad. Y cuando hablemos de los problemas de violencia, seguramente tenemos muchas cosas por aprender de los socios latinoamericanos.
El 31 de diciembre finaliza su mandato. ¿En dónde dejará puestas las alarmas?
—Urge invertir en la investigación sobre los métodos de tratamiento para la dependencia de cocaína y otros estimulantes porque en Europa y en el mundo no hay un protocolo de tratamiento que dé 60% o 70% de éxito. La gente, entre el momento que tiene su primera experiencia con cocaína y pide por primera vez ayuda, hay un periodo de 12 años, lo que significa que dentro de dos o tres años vamos a tener una ola de solicitudes de tratamiento en varios países europeos. Hay que prepararnos. El otro reto son todas las sustancias sintéticas, porque están aumentando los problemas por consumo de catinonas, cannabinoides sintéticos y opioides sintéticos.
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Y la cooperación con México y América Latina, ¿hacia dónde debe dirigirse?
—Debemos trabajar sobre el concepto de preparación compartida; significa que, además del nivel institucional, debemos identificar problemas comunes y ver cómo podemos construir, inventar soluciones y respuestas concretas. Hay que aprovechar mejor el programa de la Comisión Europea llamado EL PACTO, bajo el cual se financian muchas actividades de cooperación sobre el crimen organizado.
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bmc
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