Con una leve fisura en una ceja por un golpe en el ojo izquierdo, el papa Francisco finalizó ayer su visita de 99 horas y 13 minutos a Colombia con un llamado a respetar la dignidad y los derechos de los migrantes, fustigó la esclavitud y la trata de personas, exigió acabar con “la lacra” del narcotráfico y con el blanqueo de dinero, al tiempo que instó a los colombianos a convertirse en “esclavos de la paz”.

Al terminar una gira que siguió el lema “Demos el primer paso”, el Pontífice lanzó un desafío para que Colombia consolide su proceso de pacificación y reconciliación luego de más de 52 años de guerra.

En su mensaje final, durante una misa vespertina dijo: “No nos quedemos en ‘dar el primer paso’, sino que sigamos caminando juntos cada día para ir al encuentro del otro, en busca de la armonía y de la fraternidad. No podemos quedarnos parados” y pidió ser “esclavos de la paz, para siempre”.

Francisco fue despedido en el aeropuerto Rafael Núñez, de la ciudad de Cartagena de Indias —capital del norteño departamento colombiano de Bolívar, en el mar Caribe—, por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.

Tras demandar exterminar el narcotráfico, el Pontífice repudió “el drama lacerante de la droga, con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles” y “el blanqueo ilícito de dinero”, así como la especulación financiera “que a menudo asume rasgos perjudiciales y demoledores para enteros sistemas económicos y sociales” y expone a la pobreza a millones de personas.

Al censurar la prostitución “que cada día cosecha víctimas inocentes” sobre todo a jóvenes a los que roba su futuro, el Papa atacó la “abominable trata de seres humanos”, los delitos y abusos a menores, la esclavitud “que todavía difunde su horror en muchas partes” y “la tragedia frecuentemente desatendida de los emigrantes con los que se especula indignamente” en ilegalidad.

Ayer, a las 19:25 horas locales, Francisco inició el vuelo de regreso a Roma. Se fue con una lesión que sufrió por la mañana durante el recorrido que realizó en el papamóvil al iniciar las actividades en esta ciudad.

La lesión se produjo cuando el vehículo tuvo un enfrenón y el Papa —quien iba de pie, saludando a los fieles— se estrelló de cara contra la estructura del papamóvil.

Aunque unas gotas de sangre cayeron en su blanca vestimenta, el incidente fue subsanado con rapidez y concluyó el viaje sin contratiempos, pese a que después se le pudo ver con un vendaje en la ceja y un moretón bajo el ojo del lado izquierdo.

Cartagena de Indias fue la última etapa en la visita de Francisco a Colombia, que inició el pasado miércoles, con la misión de consolidar el proceso que llevó a las ex rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al presidente Santos a firmar un acuerdo de paz.

“Las heridas hondas de la historia precisan necesariamente de instancias donde se haga justicia, se dé posibilidad a las víctimas de conocer la verdad, el daño sea convenientemente reparado y haya acciones claras para evitar que se repitan esos crímenes”, afirmó.

En un Ángelus al mediodía en este balneario en el atrio de la Iglesia de San Pedro Claver, jesuita que en el siglo XVII defendió en esta ciudad a esclavos afroamericanos, alertó: “Todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y por sus propios derechos”.

Francisco llegó ayer en la mañana a Cartagena procedente de Bogotá, donde pernoctó desde el miércoles y a la que regresó tras visitar el viernes Villavicencio, capital del central departamento del Meta, y el sábado a Medellín, capital del noroccidental departamento de Antioquia.

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