San José. –

La decisión de Ecuador de exigir visa a las personas oriundas de Venezuela, a partir del pasado lunes, generó esta semana una multitudinaria acumulación de venezolanos en la frontera colombo-ecuatoriana y atizó la más grave crisis de movilidad humana del siglo XXI en América.

La aglomeración creció en el lado colombiano del puente internacional de Rumichaca, principal paso fronterizo entre Colombia y Ecuador, sobre el río Carchi, y adjunto a Ipiales, ciudad del municipio del mismo nombre, del suroccidental departamento (estado) de Nariño y limítrofe con suelo ecuatoriano.

“Es insoportable”, dijo la venezolana Gabriela Ramos a medios colombianos de prensa, al narrar que, con miles de sus compatriotas, está retenida en Colombia sin poder seguir a Ecuador, Perú, Chile y otros países.

Ante un alud de venezolanos que huyen del conflicto político, socioeconómico e institucional en su país, en un fenómeno progresivo al menos desde 2014, Perú, el pasado 15 de junio, y Chile, el 22 de ese mes, impusieron visa a personas originarias de Venezuela. Con diversos requerimientos (algunos insalvables) y costos, las visas se piden en consulados de los tres países en el área.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calculó que unos 4.3 millones de venezolanos migraron de Venezuela en los últimos años, con 80% en América Latina y el Caribe. Previsiones oficiales alertaron que 2019 finalizaría con unos cinco millones, pero que el número podría ser mayor.

Colombia, que reportó un millón 408 mil venezolanos en su territorio y es el mayor receptor con reglas flexibles de ese constante éxodo, reaccionó incómoda a la petición de visa.

“Respetamos las decisiones de cada país”, aclaró el director general de Migración Colombia, Christian Krüger.

Las medidas “drásticas”, como visas o cierres de fronteras, tampoco son la solución “para atender una población que está muriendo de hambre” y sufriendo “necesidades”, porque incentivan “la irregularidad, el cruce por pasos no autorizados y la corrupción, pues la migración, cuando es por necesidad, no se detiene”, alegó.

“Si nos devolvemos a Venezuela, nos vamos a morir de hambre”, afirmó, por su parte, la venezolana Mary Hernández.

Ambas migrantes recordaron las penurias en Venezuela. Con un salario mínimo de unos dos dólares al mes, la moneda nacional—el bolívar—sigue en acelerada devaluación ante la moneda estadounidense (20 mil por dólar), y la inflación, prevé el Fondo Monetario Internacional, será de un millón por ciento al cierre de 2019.

A la crisis se suman una aguda escasez de alimentos y medicinas, los frecuentes cortes de agua y de electricidad y una creciente inseguridad y criminalidad.

Migración Colombia informó a EL UNIVERSAL que desde que Quito anunció en julio anterior que exigiría visa, más de 85 mil venezolanos aprovecharon para pasar sin ese requisito de Colombia a Ecuador, con unos 37 mil en la semana previa y unos 11 mil 500 el sábado y el domingo pasados.

Pero miles llegaron a destiempo a Rumichaca.

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