Bruselas

El euro, el resultado más tangible del proceso de construcción europea, está de fiesta.

La divisa europea cumple el 1 de enero 20 años, marcada por logros que contrastan con la tesis de aquellos, que en sus orígenes, vaticinaron que la moneda comunitaria era una apuesta al fracaso. La idea de una moneda única se remonta a 1968, cuando iniciaron las discusiones sobre lo que hoy se conoce como Unión Económica y Monetaria, pero tuvieron que pasar más tres décadas para materializar la propuesta lanzada por el entonces primer ministro luxemburgués Pierre Werner.

El 1 de enero de 1999, 11 países del bloque fijaron sus tipos de cambio, adoptaron una política monetaria común y pusieron en marcha el euro. De inicio, comenzó a operar como moneda electrónica en los mercados financieros, hasta llegar a las manos de los ciudadanos en 2002, en un titánico proceso de conversión que implicó la retirada paulatina de los 9 mil millones de billetes y 107 billones de monedas en circulación.

Desde entonces, la Eurozona ha crecido hasta sumar 19 países con 340 millones de habitantes. Hoy es la segunda divisa más usada a nivel mundial y, según los estatutos comunitarios, todos los Estados miembros están comprometidos a sumarse en algún momento.

Si bien su historia hasta ahora ha sido de éxito, su futuro preocupa. Las crisis en Grecia, Irlanda y España expusieron la fragilidad de la moneda, así como la falta de rigor por parte de algunos países para cumplir con los criterios disciplinarios que sustentan la divisa.

Por otro lado, entre los economistas más distinguidos de Europa sigue habiendo voces que insisten que el euro está condenado al fracaso, al ignorar las realidades económicas y políticas de cada uno de sus miembros.

Si estos riesgos no fueran suficientes, las fuerzas políticas que invocan el retorno de las viejas divisas, como el escudo portugués y la peseta española, están ganando terreno en las capitales europeas. En Italia, el Movimiento 5 Estrellas, despegó en la arena política acusando al euro de los males del país y defendiendo el regreso a la nostálgica lira italiana. En la actualidad, comparte el poder con los ultras de la Liga Norte de Mateo Salvini.

En Países Bajos, el máximo representante de la extrema derecha, Geert Wilders, sigue arrancando votos con ataques a sus dos enemigos favoritos: el Islam y el euro. Para Wilders, el abandono del florín neerlandés le ha costado dinero a Holanda y le ha restado competitividad y potencial de crecimiento.

La retórica contra el euro, como símbolo de la integración comunitaria, aumentará en 2019 como parte de la contienda electoral rumbo a los comicios para el Parlamento Europeo, del 23 al 26 de mayo. Los ataques seguirán traduciéndose en votos para las fuerzas euroescépticas en tanto continúe la erosión del estado de bienestar europeo.

“La Unión Monetaria ha sido un éxito desde muchos puntos de vista. Al mismo tiempo, debemos reconocer que no todos los países han logrado los resultados esperados. Esto se debe en parte a las políticas nacionales seguidas, y en parte al hecho de la Unión Monetaria está incompleta”, declaró recientemente Mario Draghi, Presidente del Banco Central Europeo (BCE).

Este año promete ser uno de grandes cambios, se prevé la adopción de políticas buscando permeabilizar el euro ante futuras crisis, así como una intensa batalla para encontrar al sustituto de Draghi (su salida está prevista en octubre) al frente del órgano guardián del euro.

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