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Los republicanos en la Cámara de Representantes aprobaron ayer una reforma impositiva para empresas y personas que tendrá un costo fiscal de 1.5 billones de dólares, la cual podría enfilar a Estados Unidos hacia su mayor cambio tributario en tres décadas y al presidente Donald Trump y al partido hacia su primera victoria legislativa tras 10 meses de gobierno de mayoría.
Sin embargo, la votación de 227-205, principalmente en bloque partidista, ocultó problemas más preocupantes en el Senado. En esta instancia, un plan similar suscitó críticas de analistas apartidistas, según los cuales la iniciativa terminaría por propiciar incrementos de impuestos a quienes tienen ingresos bajos y medios, pero grandes reducciones a los más ricos. No se espera una acción en el Senado hasta pasando el día de Acción de Gracias, la próxima semana.
El senador Ron Johnson se convirtió en el primero del Partido Republicano en manifestar su rechazo a la medida, al argumentar que no reduce suficientes impuestos a millones de asociaciones y corporaciones. Como al menos otros cinco senadores republicanos no han declarado aún su apoyo, la suerte de la iniciativa continúa en el aire en una cámara que el Partido Republicano controla apenas por 52-48. No obstante, los republicanos confían en enviar una iniciativa negociada para que Trump la firme en Navidad.
“Es la hora de cumplir”, dijo la Casa Blanca en un comunicado que puso de relieve los intentos del partido para conservar el impulso y dejar atrás a los detractores. Trump acudió al Capitolio justo antes de la votación para instar a los republicanos a aprobar el plan.
Después de que en verano fracasaron los intentos republicanos para revocar la ley de salud del presidente Barack Obama, los miembros del partido consideran una acción tributaria exitosa como la mejor vía para evitar derrotas mayores en las elecciones legislativas del año entrante.
El plan en la Cámara de Representantes, y una propuesta similar que los republicanos confían en que la Comisión de Finanzas del Senado apruebe el fin de semana, consideraría el grueso de las reducciones fiscales para los negocios. Cada versión reduciría el impuesto corporativo de 35% a 20%, mientras que bajaría las tasas a muchos contribuyentes y eliminaría o reduciría deducciones. Se proyecta un aumento al déficit por 1.5 billones de dólares en 10 años.