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Con el juicio en Brooklyn atestiguamos el fin de la historia criminal de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, considera Alejandra Ibarra Chaoul, periodista que reportó el proceso contra el líder del Cártel de Sinaloa en Nueva York.

Autora del libro El Chapo Guzmán. El Juicio del Siglo, estima —sin que se pueda predecir —que en el horizonte ya no ve a Guzmán Loera operando su negocio criminal de miles de millones de pesos ni otra fuga espectacular ni un giro de 180 grado en el juicio que le beneficie.

En entrevista con EL UNIVERSAL, detalla la cobertura que hizo para el semanario Ríodoce, de Sinaloa. Sobre las enseñanzas que deja este caso, reconoce que se queda con un sentimiento agridulce Explica: “Me da la sensación que esto no es justicia para México. Se le está juzgando por crímenes de tráfico de droga, que no ofrecen respuestas, que no ofrecen soluciones a la impunidad, no ofrece verdades de cosas que estamos buscando”.

¿Cómo llegas a esta cobertura?

— Trabajo en la Universidad de Columbia donde estoy haciendo un proyecto que trata sobre la violencia contra periodistas en México y lo que estoy haciendo es construir un acervo donde se agreguen todos los trabajos de los periodistas que han matado aquí.

Trabajando en la investigación, contacté a Ismael Bojírquez, el director de Ríodoce, de Sinaloa, y cuando platicamos de los datos que yo necesitaba y la información que yo le estaba pidiendo surgió la oportunidad y me dijo: “¿Por qué no cubres el juicio para nosotros?”.

¿En qué momento estás consciente de que vas a cubrir un evento de esta magnitud?

—Ya que entré [a la sala], en el momento en el que ingresa El Chapo, el primer día; él voltea, busca a su esposa, la saluda y luego se empieza a fijar en quién está en la sala. Va con la mirada viendo quién es cada quién y cruza la mirada con cada uno de nosotros.

¿Cuál es tu impresión? ¿Qué te imaginabas tú, cuando entras y ves a ese personaje?

—El ambiente de la corte es muy de películas gringas, la verdad; es muy solemne, es muy elegante, es muy protocolario y la seguridad es muy fuerte. Mi expectativa estaba bastante cerca de la realidad.

En cuanto a El Chapo, tenía todo este bagaje de una persona muy mítica, de una leyenda, de alguien, tal vez, un poco irreal y a la hora que llegó, que tenía una infección de oídos, que necesitaba un intérprete, que tenía problemas para ajustarse a la luz y estas cosas, se convierte en un ser humano.

Ves a El Chapo, sin protección, ¿qué impresión te da?

—Es algo que me conflictúa porque por una parte yo tenía toda esta información teórica, sabía quién era, todo lo que había hecho, su parte en el crimen organizado, [así que] entrar a esa sala y verlo como un acusado defendiendo su caso con presunción de inocencia... se convirtió en una figura muy vulnerable.

¿Ves a un hombre derrumbado?

—No diría una víctima, pero sí me pareció una persona muy sencilla, muy concentrada en ese momento de su vida. Que le daba mucha ilusión ver a su esposa y que estaba encerrado. No se veía como esta persona poderosa, influyente, líder. Se veía como una persona vulnerable.

Las audiencias de El Rey Zambada, de Lucero Sánchez, ¿te parecieron los momentos clave del juicio?

—Fueron muy importantes en el desarrollo del juicio y personalmente muy impresionantes. Uno de las historias que narro en el libro, justamente, es cuando El Rey Zambada habla de los sobornos a Genaro García Luna; muchos reporteros esperábamos saber qué tanto iban a involucrar a la política mexicana. En el caso de Lucero Guadalupe Sánchez López, a quien me cuesta trabajo llamar Chapodiputada, llegó un momento en que sentí mucha empatía.

¿Fue difícil en cuanto a la objetividad?

—Sí. Me sentí bastante empática hacía ella, por su historia, pero también porque en ese momento del proceso ya se había presentado suficiente evidencia para comprobar que El Chapo era culpable. De cierta manera, la fiscalía estadounidense presentaba a Lucero para que el jurado odiara a El Chapo en un nivel moral.

Cuando se da el veredicto, ¿cómo viste ese día? El Chapo, Emma Coronel, ¿qué pasa con ellos desde el punto de vista humano y desde tu perspectiva periodística?

—Emma Coronel se mantuvo todo el tiempo, muy estoica, muy entera, se mantuvo tranquila mientras dictaban la sentencia, el veredicto, no quiso hablar con ningún medio.

El Chapo, mientras el juez decía el veredicto en inglés, tenía una intérprete que le iba traduciendo; lo que yo vi en su cara es que se iba descomponiendo, que le iba cayendo el peso de los culpables y se veía en su expresión. No hizo nada como llorar, gritar, nada visible, pero la cara se le iba descomponiendo en la mirada.

Sus abogados jugaron una nueva estrategia, ¿cómo ves esto, en cuestión de poner en duda la objetividad del jurado?

—Sí, las reglas del jurado eran no consultar medios, no hablar entre ellos, no ver nada, no tomar nada en cuenta que no se presentara en esa sala. Incluso, el último día el juez los felicitó, les dijo que se sentía orgulloso de ser estadounidense por lo bien que se habían comportado y, a la siguiente semana, uno de ellos habla con Vice News y dice que no, que rompieron todas las reglas.

En particular me parece un poco absurdo del sistema de justicia de Estados Unidos suponer que no se van a enterar de nada … menos con redes sociales, con internet. En Nueva York, el juicio era nota todo el tiempo, primeras planas.

Él se declara no culpable, ¿cómo crees que influyó todo esto para este juicio?

—Primero que hubiera juicio, cosa que no se había visto anteriormente y menos a este a nivel y después yo creo que la fiscalía se aseguró con un caso impecable, de que no hubiera posibilidad que saliera libre.

¿Tendrá un efecto que pudiera acabar con el narcotráfico?

—El juicio me ha dejado un sentimiento muy agridulce y es una de las reflexiones que yo planteo en el libro, al final ofrezco una entrevista con Iván Grillo, este periodista que ha cubierto este tema durante mucho tiempo. Le dije: “Me da la sensación que esto no es justicia para México” porque se le está juzgando a El Chapo por crímenes de tráfico de droga, que no ofrecen respuestas, que no ofrecen soluciones a la impunidad, no ofrece verdades de cosas que estamos buscando.

...Y de nexos políticos

—Y de nexos políticos, porque al final se ofrecen unas pistas, pero no se han investigado. Esa parte me queda bastante agridulce y por otro lado entiendo que es lo que tenía que hacer Estados Unidos, porque es lo que a ellos les atañe, pero no sé qué tanto representa para México. Hay gente que dice que mientras esté tras las rejas, está bien, pero a mí sí me queda un vacío de respuestas.

¿Qué lecciones hay, a ti en lo particular, y como sociedad?

—Como periodista, me dejó una lección de mucha humildad. Fue una cobertura excepcional e histórica. Sabemos que es un problema muy complicado que no depende de una sola persona. Sabemos que es un entramado donde entra corrupción, el gobierno, donde entran otros problemas, como problemas estructurales, de pobreza, yo sí creo que hay falta de oportunidades. No sé qué tanto nos enseñe el juicio sobre eso.

¿Crees que atestiguaste el fin de El Chapo o aún queda mucho de esta historia?

—Sí es el final de su historia, la verdad es que es un poco difícil predecir, pero sí, es el final de su historia. No veo que no le vayan dar una cadena perpetua y desde la cárcel de máxima de seguridad, donde probablemente termine, no veo qué más pudiera suceder.

¿No ves una fuga espectacular, no ves un cambio, un giro de 180 grados?

—No, pero es difícil predecir, es completamente una suposición. Si se fuga, no sé, no creo porque creo que el sistema de seguridad es muy alto.

¿Ya no veremos a un Chapo operando su negocio?

—Creo que no, con el nivel de aislamiento, las pocas visitas que se le permiten, no lo creo.

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