El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, juró ayer el cargo para su segundo mandato de gobierno, hasta 2022, en medio del rechazo a su asunción por parte de la oposición, con protestas que dejaron varios heridos en enfrentamientos y negocios dañados.

Hernández recibió la banda presidencial en una sesión del Congreso en el Estadio Nacional de la capital, repleto de simpatizantes y fuertemente resguardado debido a las manifestaciones opositoras.

“Prometo cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes”, expresó el mandatario, un abogado de 49 años, al juramentarse nuevamente al frente del gobierno de Honduras, un país empobrecido y golpeado por la violencia.

Hernández dijo que mejorará la seguridad e invertirá más en salud, educación y empleo, al tiempo que se comprometió “a desarrollar un proceso de reconciliación de nuestra nación... Estoy consciente de que existen diferencias políticas sobre las que hay que sentarse a dialogar para encontrar la mejor salida. Será un diálogo abierto y sin barreras”.

Mientras sus seguidores aclamaban a Hernández en el Estadio Nacional, sus adversarios se concentraron en la colonia capitalina de Miraflores, de donde fueron desalojados por la policía con gases lacrimógenos cuando intentaban marchar hacia el lugar de la investidura.

En los disturbios varias personas resultaron heridas, entre efectivos de seguridad y civiles que participaban en las manifestaciones, que comenzaron en la madrugada en varios puntos de Tegucigalpa, dijo el portavoz de la Secretaría de Seguridad, Jair Meza.

La protesta más grande en la capital se produjo en el bulevar Centroamérica, donde los opositores además dañaron las puertas y ventanas de negocios.

Algunos de los participantes dijeron a medios locales que se trataba de una protesta pacífica en la que hubo represión de los militares y policías, por lo que se tornó violenta.

En otros cuatro departamentos del país centroamericano los manifestantes bloquearon carreteras e incendiaron un camión de carga.

Las protestas fueron encabezadas por los líderes de la oposición Salvador Nasralla y el ex presidente Manuel Zelaya, derrocado en un golpe de Estado en 2009, quienes agitaban a sus seguidores para detener lo que consideran un fraude consumado.

“Las protestas no terminan hoy, esto va a ser permanente”, aseguró Nasralla, quien acusa a Hernández de haber planeado un fraude junto al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para robarle el triunfo de las elecciones que, asegura, ganó por una diferencia de 500 mil votos.

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