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Texto: Mariana Rojas Nagore
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
La medicina natural es casi tan antigua como el hombre. Hasta hace más de 3 siglos el ser humano utilizaba hierbas medicinales y algunos métodos que incluso tenían que ver con la superstición. Con el paso del tiempo y la experimentación su uso se preservó, evolucionó y se transmitió de generación en generación.
Después llegaría la ciencia médica alópata, dando origen a variadas opiniones acerca de la medicina alternativa como la herbolaría, la homeopatía y la alópata, entre las más comunes, todas con un mismo objetivo: buscar el alivio contra algunas enfermedades.
Los remedios caseros no son solo simples “recetas”, son conocimientos empíricos comprobados que se fueron transmitiendo por generaciones, y aún son parte de varias culturas en el mundo.
Algunos de los remedios caseros
De pequeños al menos una vez nos curaron de empacho “tronándonos el pellejo”, nos pusieron una pulsera de listón rojo para “el mal de ojo y las malas vibras”, o nos dieron a tomar algún té para la gripe o los dolores de estómago.
Algo muy común entre los bebés o niños pequeños es el “empacho” o cuando se dice que tiene “algo pegado en las tripas”, como fue el caso de la señora Martina Hernández de 67 años quien nos contó que curaba a sus nietos untando en su pecho y espalda aceite de oliva o la pomada llamada “de pan puerco”, haciéndoles un masaje, para después jalarles “el espinacito” (piel a lo largo de la columna) desde el cuello hasta la cintura, y darles un té de manzanilla.
En mayo de 1993 EL UNIVERSAL publicó un texto acerca de las enfermedades populares y su “cura” que eran estudiadas por la medicina científica.
Otro caso fue el bebé de Jennifer cuando se enfermó del estómago, ella, madre de 25 años, recurrió al método de “tronar el pellejo” o cura de “empacho” haciendo el masaje con la llamada pomada “pan puerco” y “jalando el pellejito” a lo largo de la espalda de su bebé; tanto Jeni como la señora Martina aprendieron este remedio de sus respectivas madres, quienes a su vez lo vieron hacer a sus abuelas.
También Jair, papá soltero de 23 años, nos platicó que tiene noción de qué son estos remedios caseros, pero que jamás realizó el tronado de pellejo, fue la abuela materna de su hija quien usaba los ungüentos y lo hacía, dijo que después hubo mejoría y que la bebé pudo dormir. El joven padre afirma que también le llegó a dar una cucharada de aceite de oliva para despegar algún alimento que le pudiera haber “caído pesado”.
Curar de “empacho”
Pero, ¿qué opinan los médicos de estos métodos empíricos? Medicamente el “empacho”, es una infección, bacteriana o viral, que causa diarrea y deshidratación, Francisco Martínez, pediatra con 32 años de experiencia, médico en la Unidad Médico Quirúrgicas (UMQ), no cree en la utilidad de las prácticas caseras, él recomienda para su tratamiento pro bióticos para no dañar la flora intestinal del bebé, jamás utilizar antibióticos, y menos la auto medicación, ya que un bebé no puede soportar las mismas dosis o medicamentos que un adulto.
También conversamos con María Concepción Mendoza, enfermera en el hospital Siglo XXI, quien nos explicó que el llamado “empacho” más común en infantes es una severa indigestión por comer alimentos no adecuados (golosinas como el chicle, chocolate o “chetos”), también puede ser por residuos de leche, saliva o ingesta de mucosidad. Los síntomas principales son dolor abdominal, nausea, vómito y diarrea, entre otros.
Bebé siendo “curado de empacho” ARCHIVO EL UNIVERSAL
A decir de Concepción “las curas de empacho sí generan una mejoría, se tiene mejor apetito”, incluso ella ha practicado estos remedios con sus hijas, aunque afirma que “si persiste o llega a ser más fuerte alguno de los síntomas, lo más recomendable es llevarlo con el pediatra para evitar un cuadro infeccioso o una severa deshidratación”.
La pomada de “pan puerco” para el “empacho” está hecha de raíces de hierbas como jalapa, jengibre, manzanilla, aceite esencial de clavo, mezcladas con grasa de cerdo, es un producto naturista de efecto antiinflamatorio y analgésico, la cual no provoca daño ni efectos secundarios.
Hace años, las abuelas compraban este producto en las llamadas “boticas”, actualmente se sigue vendiendo en farmacias locales, y en tiendas de autoservicio, pero su venta ya no es tan constante como hace algunas décadas, el público que más lo compra son mujeres de entre los 40 y 50 años.
Otro tipo de medicina tradicional es la acupuntura, milenaria técnica china que mezcla lo empírico con el esoterismo a través de estímulos nerviosos en zonas específicas del cuerpo.
En el caso de la cura del “empacho” con este método alternativo, la doctora Rosa María Navarrete- quien además practica la medicina tradicional-, afirma que también utiliza la pomada de pan puerco o la pomada de la manzana, untándola en la espalda, en las zonas lumbar y dorsal, incluso también en la planta de los pies y “jala” la piel de la espalda del bebé; después, dice, se les da una cucharada de aceite de ricino o de oliva, así como una taza de té de rosa de castilla o con una pizca de tequesquite.
La doctora quien ha tomado varios cursos de acupuntura y herbolaria afirma que estimulando con presión o agujas ciertas zonas del cuerpo (puntos nerviosos) se pueden lograr reacciones positivas a ciertos padecimientos, menciona que con este procedimiento lo que se hace es estimular nervios del estómago e intestinos, para “remover” lo que sea que se tenga “atorado” o “pegado”, se crean reacciones químicas y así el cuerpo lo desecha, “es un tipo drenaje” que ayuda a desintoxicar de forma natural lo causado por una indigestión.
Pomada “pan puerco”, utilizada para el masaje previo a la “tronada” para curar el empacho. Crédito: Mariana Rojas Nagore.
Dice que esta práctica, es más usada en bebés y niños, en los adultos ya es un poco más complicado ya que se tiene la piel más pegada y no se tiene la misma grasa para jalar. No es un procedimiento agradable, pero tampoco hace daño.
La mollera sumida
Otro padecimiento común en los bebés que también se “curaba” con remedios caseros es la “mollera sumida o hundida”, condición médicamente llamada “fontanela anterior deprimida” –explica la enfermera Concepción Mendoza- producto de deshidratación o desnutrición, naturalmente es porque las suturas craneales de los niños aún no cierran, lo cual ocurre a la edad de 9 meses o al año y medio.
El método de las abuelitas era ponerlos de cabeza, “zarandearlos” o golpear con firmeza las plantas de sus pies, método que el pediatra Francisco Martínez considera no es el correcto porque se podría causar una hemorragia y otras complicaciones de riesgo, ya que la “mollera sumida” es natural y con el crecimiento del bebé ésta se va acomodando.
Sin embargo, para las abuelas la experiencia y los buenos resultados son su mejor argumento, como la de Jeni, quien le explicó que el conocimiento empírico dicta que el bebé tiene “aire” en la cabeza, a Jair le pasó que alguien tocó la mollera de su hija la cual se hundió un poco y que el ponerla de cabeza y golpear las plantas de sus pies, sí funcionó. Lo mismo dijo la señora Martina, además de presionar un poco hacia arriba con los dedos el paladar del bebé, zona donde están los huesos de la base del cráneo.
En cualquiera de los casos, los médicos reiteran, que si los síntomas persisten o aumentan siempre se debe llevar a los niños con el pediatra para evitar mayores problemas.
Receta publicada en 1919 donde se explica cómo curar a un bebe que tiene la mollera sumida. Archivo EL UNIVERSAL.
El mal de ojo
¿Alguna vez te regalaron una pulsera roja? La cultura popular afirma que protege contra “el mal de ojo, las malas vibras” o “las miradas fuertes”. Se trata de esas conocidas pulseras rojas con la semilla de la planta "trepadora" o "bejuco", comúnmente llamada “ojo de venado o de buey" junto con una imagen religiosa, normalmente de la Virgen de Guadalupe que aún es común ver a la venta.
El papá Jair no es tan creyente de estas ideas y no ha tenido una experiencia de este tipo, pero por “costumbre” o “tradición” protege a su hija Sofía con estas típicas pulseras rojas.
Pulsera de hilo rojo con semilla de “ojo de venado”, utilizada para proteger a los menores de las llamadas “malas vibras”. Archivo EL UNIVERSAL.
La abuelita Martina cree que los bebés y niños son más vulnerables a padecer “el mal de ojo” por ser más sensibles, dice que éste se da por exceso de calor en el cuerpo, se puede manifestar con diarrea, vómito, mucho llanto, calentura, debilidad, sed y a veces hasta se les ve un ojo más pequeño o caído que el otro.
En el siglo XIX para evitar el llamado “mal de ojo” algunas personas llevaban consigo un pelo de la cola de un elefante, pues se creía que eran cosas de brujas o hechiceros.
EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 11 de septiembre de 1919, objetos que antes se decía eran utilizados para prevenir “el mal de ojo”.
Otro remedio casero de dominio popular es la “limpia con huevo o ruda”, baños con preparados de hierbas medicinales, acompañados de la ingestión de algún té o incluso hasta lavados intestinales.
Las limpias con huevo u otras hierbas son utilizadas comúnmente para curar el llamado mal de ojo.
Contra el hipo, un hilo rojo con saliva
También existen otros remedios caseros para quitar el hipo, como la señora Martina quien ponía a sus nietos un hilo rojo con saliva en la frente o los cubría con papel de estraza; pero para Concepción, enfermera en el hospital Siglo XXI, esta no es la solución, ya que el hipo es un estímulo provocado por los pulmones que hacen un esfuerzo brusco para expulsar aire, son contracciones regulares del músculo diafragma, que puede darse por comer en exceso, muy rápido o por alguna emoción repentina, en el caso de los bebés recomienda darles pecho, o un poco de agua tibia.
EL UNIVERSAL ILUSTRADO, septiembre de 1919, Texto donde explica qué es el hipo y algunos remedios tradicionales de la época.
Curar de “espanto”
Se dice que alguien “está espantado” cuando se vive algo desagradable que provocó algún susto o cuando se está distraído o se pasa por alguna situación o ruido sorpresivos. Los síntomas son que el niño llore continuamente, sobre todo por las noches, no duerme bien, sufre de escalofríos, irritabilidad y tiene una marcada pérdida de apetito.
Los Espíritus de tomar es una preparación de las plantas de epazote, poleo, orégano, manzanilla en un cuarto de litro de aguardiente. Crédito: Mariana Rojas Nagore.
En el conocimiento empírico popular, los métodos para “curar de espanto” varían. Algunos recomiendan una preparación de la planta de poleo, epazote, orégano, manzanilla y un cuarto de litro de aguardiente, todo se mezcla y se muele; se le da a tomar al niño dos cucharadas, el resto se unta en el cuerpo del pequeño, en sienes, corvas (atrás de rodillas y codos), nuca y en la mollera.
Si el infante sigue con malestares, a la mezcla se le suman “limpias” con pirul macho, ruda y romero seco, este es uno de los remedios que las curanderas dan, con las “limpias” se le “llama” al espíritu y también se dice que se “limpian los cuerpos energéticos” de la persona.
Otro método que utilizaban las abuelas, eran los "espondios" (polvos medicinales) con el llamado “hueso de gigante”, una infusión que se decía estaba hecha con el polvo de huesos, colmillos de mamut o mastodonte prehistórico. Hoy en día se le sigue llamando "hueso de gigante" pero la infusión es hecha de fósiles de mamíferos grandes, como caballos.
La doctora Rosa María Navarrete, con sus conocimientos en acupuntura y medicina tradicional en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, ha curado de espanto con limpias de hierbas de alumbre, limón, huevo, hueso de gigante, o con “empazotada” (ramo hecho de epazote común, epazote morado y de zorrillo), previo a la limpia, el que cura se hecha sal de grano y jerez en la boca y “succiona” la mollera del paciente para luego escupir, ella recomienda que la persona que haga la limpia debe tener un carácter fuerte.
Otro procedimiento para curar de espanto, es justamente volver a espantar al paciente, y llamar a su espíritu, lo cual se hace gritando de forma sorpresiva tres veces el nombre completo del paciente en su cabeza y decir “¡(nombre completo) vuelve!” o “¡(nombre completo) regresa!” al tiempo que se le arroja alcohol o los espíritus de untar en la nuca.
Para curar el resfriado en casa…
Además de todos estos remedios, hay un producto que comenzó siendo eso, “un remedio casero” pero que ahora es más un medicamento, el famoso “Vick Vaporub” pomada hecha de alcanfor, eucalipto y mentol, que se usa untándola en el pecho y espalda en caso de resfriados y tos. Con el tiempo y la demanda de los consumidores pasó de ser un remedio a un medicamento reconocido.
Antes de que existiera este y otros productos de este tipo, la congestión nasal, dolores de pecho, y todos los síntomas para resfriados o infecciones respiratorias se trataban por las abuelitas o curanderos, cubriendo el pecho y espalda del bebe con papel de estraza o ventosas o trapos húmedos calientes, y vaporizaciones con el té de eucalipto, y así ayudar a abrir las vías respiratorias y sacar flemas.
Otro remedio casero para acabar con la congestión nasal o lo “mormado” era untar aceite de gallina en la nariz.
Publicidad de Vick en EL UNIVERSAL, 16 Octubre 1941.
En la actualidad otras mamás jóvenes como Jenni coinciden en que tanto los remedios caseros, como la medicina alópata son buenos, ya que a su parecer, en ocasiones, los métodos de antaño funcionan más que el medicamento o viceversa.
Jair es más escéptico sobre este tipo de cosas “místicas”, él confía plenamente en que todo tiene una explicación y prefiere una opinión médica, por lo que confía más en ello cuando se trata de la salud de su hija.
A diferencia de la señora Martina y de Jeni, él aprendió estos y otros remedios de personas externas a su familia o buscándolos en internet, tales como la leche con malvaviscos o con cebolla y ajo para la gripe, coca con limón o la cucharada de aceite de olivo para la diarrea o dolores de estómago.
El cambio entre generaciones es notable y hoy la tecnología y el acercamiento a la información en internet ha logrado que los papás jóvenes tengan más opciones para solucionar algunos problemas de salud.
Puede que con el pasar de los años, las generaciones piensen diferente y estas costumbres o tradiciones de los “remedios caseros” se vayan perdiendo o se modifiquen. Si no los practican ya no se heredarán como Doña Martina que se apoyaba en su madre y su abuela.
En cambio Jenifer y Jair lo aprendieron pero también tuvieron la oportunidad de investigar otras opciones para curar a sus hijos y decidir cuál sería más prudente de acuerdo a su forma de pensar.
Para el pediatra Francisco Martínez o la enfermera Concepción Mendoza, los remedios no son la solución, ya que podría generar complicaciones si los síntomas no mejoran, pueden ayudar a la recuperación o prevención, pero ellos no recomiendan usarlos porque estos conocimientos no tienen fundamentos científicos, y para poder tratar a un bebé las dosis recomendadas para su tratamiento se basan en la relación de peso, talla y edad, además de que cada organismo es diferente.
La doctora Navarrete, aplica estos y otros conocimientos de la medicina tradicional, pero menciona que se puede combinar con la medicina alópata, ya que son prácticas naturales que no hacen ningún daño a la salud del paciente, y asegura que estos remedios caseros siguen vigentes porque han funcionado por años, por algo se han hecho y se han difundido, a pesar que son procedimientos que no chocan con la ciencia.
En la cultura mexicana aún encontramos la presencia de varios de estos remedios por la transmisión de estos conocimientos de generación en generación, aunque ya no sea tan común como hace años atrás.
Fuentes:
Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM
Entrevistas con dos médicos y una enfermera.
EL UNIVERSAL
EL UNIVERSAL ILUSTRADO
Revista Ciencias de la UNAM