Zacatecas.— “¡Váyanse a la chingada… aquí va haber putazos!”, algo así alcanzaron a escuchar personas y niños que estaban cerca del área de juegos y de una cancha de futbol rápido en el municipio de Guadalupe. A los pocos minutos, se oyeron las detonaciones y los agresores huyeron mientras en el piso del campo quedaron los cuerpos de cinco hombres, uno tenía 16 años de edad.

“Esto no va a acabar ahorita”, reconoció en entrevista con EL UNIVERSAL, el fiscal estatal Francisco Murillo Ruiseco, quien admitió que la pugna que hay entre dos de los grandes grupos criminales (Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación) está centrada en 10 municipios del centro del estado.

“Sin embargo, se está trasladando a la zona sureste de la entidad, colindante con Aguascalientes y San Luis Potosí”, dijo.

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Murillo Ruiseco señaló que la zona de enfrentamientos se sitúa en 10 municipios que concentran 83.2% de los mil 229 homicidios dolosos registrados del 1 de enero al 13 de noviembre de este año: Fresnillo (25.2%), Guadalupe (18.6%), Zacatecas (16.6%), Calera (7.6%), Jerez (6.85%), Pinos (2.4%), Valparaíso (2.2%), Loreto (2%), Enrique Estrada (1.7%) y Ojocaliente (1.7%).

Precisó que los tres primeros municipios concentran 60.2% del total de los homicidios, pero en los últimos meses estos crímenes se han focalizado en la zona conurbada Guadalupe-Zacatecas, ambos acaparan 35.2%. Es decir, la zona conurbada desbancó a Fresnillo de ser el punto más álgido de violencia.

Mientras que el avance a la zona sureste ya se visualiza en el municipio de Pinos, apenas este jueves se suscitó una serie de operativos en los que intervino la policía municipal, además de ejecutarse cateos, una búsqueda de personas desaparecidas que concluyó con dos enfrentamientos en donde fue asesinado el general José Silvestre Urzúa Padilla, comisario de la Guardia Nacional en Zacatecas.

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“El alertamiento surge porque se han registrado robos de vehículos con violencia, privaciones ilegales de la libertad, desapariciones de personas o no localizadas, incluso, en esos lugares se han desplegado operativos de vigilancia e inteligencia”.

Un hecho que obligó a trabajar en conjunto a las fiscalías de Zacatecas y San Luis Potosí fue cuando familiares de un taxista desaparecido solicitaron identificar la cabeza humana que llevaba un perro en el hocico, pero no fue necesaria la confronta genética, porque el taxista potosino apareció con vida. A la fecha, sigue sin identificarse la extremidad cefálica.

El fiscal detalló que como Zacatecas tiene colindancia con muchas entidades, cada una tiene su naturaleza y dinámica criminal, lo que obliga a mantener coordinación con las entidades y con el gobierno federal por ser el eje articulador de acciones.

Incluso, relató que recientemente se realizó una reunión en Aguascalientes convocada por la gobernadora Teresa Jiménez, a la cual acudieron los equipos de seguridad y justicia de Zacatecas, Jalisco y Guanajuato, para analizar las diferentes problemáticas de estos cuatro estados, con el objetivo de reforzar algunas zonas estratégicas “para cuidar que los grupos delictivos no estén brincando de un estado a otro”.

Sin embargo, la violencia está en un nuevo escenario, pues “la espectacularización” es un fenómeno que actualmente se vive en Zacatecas, al pasar de cuerpos colgados en los puentes, masacres públicas, hasta una ola de asesinatos de policías, al grado de matar a un alto mando de la Guardia Nacional.

“Se usa como un efecto disciplinador frente a la sociedad, no sólo de control, sino también para infundir terror que, a su vez, genera en la sociedad un efecto desmovilizador”, afirmó el sociólogo Jairo Antonio López, docente-investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Al respecto, el fiscal Murillo Ruiseco consideró que, si bien han disminuido los homicidios dolosos en comparación con el 2021, “se vive un proceso de deshumanización por parte del crimen organizado, ya que muchos de los hechos delictivos han sido más violentos y atroces que llevan mensajes implícitos”.

“Cuando morir no es suficiente”

Era sábado. Algunas personas acudieron al Parque Villas del Monasterio, en la colonia del mismo nombre, en el municipio de Guadalupe. De pronto, arribaron personas armadas y asesinaron sin piedad a cinco hombres que presuntamente estaban jugando futbol.

Desde la matanza aún permea el miedo; el lugar luce solitario. En el campo hay unas veladoras, una cruz blanca hecha con cal y unas rosas blancas y rojas, donde se cree que mataron a un menor de edad.

Nadie quiere hablar, menos dar su nombre, y quienes se atreven a decir palabra es para pedir a las autoridades que paren la violencia y regresen la tranquilidad a la zona.

“Es una realidad muy triste. Hay matanzas a cualquier hora del día. Ya ningún lugar es seguro, ni las calles, ni los supermercados, ahora ni las canchas deportivas. Oscurece y no dejamos salir a nuestros niños a jugar, preferimos encerrarnos”, dice alguien que por seguridad pide reservar su identidad.

Sobre esta masacre, el fiscal informó que, “hasta el momento no se sabe con precisión cuál fue el fondo de este ataque. No se puede criminalizar a las víctimas ni emitir conclusiones superficiales, cada delito tiene su propia dinámica y lamentablemente los grupos delictivos, en sus disputas por espacios públicos, por territorios, por barrios, tienden a agredirse y enviar mensajes violentos”.

Como ejemplo, refirió que en la colonia La Comarca, también del municipio de Guadalupe, toda una familia fue asesinada y quemada dentro de su vivienda: cinco adultos y tres menores, cuyo crimen fue cometido por Édgar “N”, de apenas 22 años de edad, integrante del crimen, quien hace unos días fue condenado a 90 años de prisión y a 25 millones de pesos como pago de la reparación del daño a las víctimas.

Al describir este fenómeno, el sociólogo Jairo López recurre a la frase de la escritora Rossana Reguillo: “Cuando morir no es suficiente”, y recordó el caso del perro que llevaba una cabeza en el hocico.

“Puede que haya sido algo causal, pero también puede ser que no lo haya sido, es un acto atroz, así como los seis policías del municipio de Calera que mataron en otro campo de futbol”.

Explicó que si bien físicamente la gente no vio esas masacres, es “una manera del crimen en imponer divisiones invisibles para marcar control sobre el territorio”.

“Es grave que el gobierno insista en un discurso de que sólo se matan entre los malos, cuando no hay una respuesta clara ni contundente de cómo transformar esas condiciones, porque es como si la autoridad diera cierta permisividad”, consideró.

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