Ciudad Juárez.— Casas de campaña, cobijas, lonas y hasta plásticos se han convertido en hogar de al menos 200 migrantes de diversas nacionalidades, quienes se asentaron frente al edificio del Instituto Nacional de Migración (INM) en esta frontera.

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Día a día el campamento crece. Hombres y mujeres coinciden en que tienen dos esperanzas: la primera, lograr una cita en la aplicación CBP One y solicitar el asilo político ante las autoridades de Estados Unidos. La segunda, que llegue el 11 de mayo, fecha en la que, aseguran, concluirá el Título 42 y podrán entrar a territorio estadounidense.

La mayoría de los migrantes son de origen venezolano. Muchos llegaron en tren a Ciudad Juárez en los últimos tres, 10 o hasta 15 días.

Dicen que prefieren estar a las puertas del INM, pues tras el incendio del pasado 27 de marzo, que costó la vida a 40 de sus compañeros, consideran que la calle es más segura.

“No sabemos si en mayo lo eliminan o no [el Título 42], pero aquí vamos a estar. Llegamos en el tren, ahí no se paga, no se gasta para llegar hasta aquí, y la gente en la vía nos ayuda, nos dan comida y agua. Uno llega aquí, hasta este campamento a esperar y duerme uno en la calle, con miedo, pero en un refugio tampoco es seguro, le tenemos más miedo que a la calle”, expresa José Álvaro, de Venezuela.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL se logró constatar que el número de casas de campaña poco a poco aumenta. Las personas aseguran que durante la semana llegarán más, pues ha circulado la versión de que el Título 42 termina en mayo.

El Título 42, implementado por el gobierno de Donald Trump durante la pandemia de Covid-19, establece la expulsión inmediata de los migrantes que cruzan a pie de manera ilegal.

El gobierno estadounidense ha dicho que cuando concluya el Título 42 seguirá la deportación de migrantes a través del Título 8, que permite al gobierno devolver a quienes no tienen una causa probable para solicitar asilo.

Al ser cuestionados sobre qué harán si no se levanta el Título 42, como esperan, señalan que se quedarán aquí, en Juárez.

“Si no se elimina, vamos a seguir intentando con la página [la aplicación CBP One] y aquí vamos a seguir viviendo. La gente nos apoya con cualquier cosa, nos colaboran con dinero, con comida, con ropa”, señalan habitantes del campamento que no quisieron dar su nombre.

“Ahorita nuestra única opción es el CBP One o que se cumpla lo que se dice de que en mayo se eliminaría el Título 42. Hay quienes cruzan y los mismos agentes del CBP les dicen que el 11 de mayo se eliminaría, pero las sanciones serían más duras. Ni siquiera entregándonos sería seguro pasar. Ahorita ya han separado hasta familias que venían juntas”, explica Isabel Parra, quien también es originaria de Venezuela.

Los migrantes mantienen la esperanza de que el gobierno de Estados Unidos adopte una opción que les permita entrar a su territorio. Insisten en que mientras no se cierre la frontera sur de México, el paso de gente que busca cruzar al norte no se frenará.

“Los gobiernos deben de ponerse de acuerdo. No consiguen nada deportándonos, hay personas que hasta cinco veces los han deportado y regresan a Juárez, porque el volver a Venezuela no es opción. Los oficiales del CBP nos dicen que si se elimina el Título 42, las disposiciones serán más fuertes. Nosotros creemos que si no se cierra la frontera en el sur de México, acá llegarán más y se colapsará todo más”, agregan quienes habitan en este campamento.

Autoridades en alerta

Ayer, en Ciudad Juárez se realizó la Mesa de Seguridad, donde las autoridades de los tres niveles de gobierno expresaron que se mantienen atentos ante el posible incremento de migrantes en estos días por las caravanas que se realizan en el sur del país.

En tanto, Estados Unidos ha reforzado en los últimos días la seguridad en la frontera. El fin de semana cerró la llamada puerta 36 del muro fronterizo y ahora los migrantes deben caminar hasta el punto 40 para entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza, lo que no sirve de nada porque serán deportados.

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Van en caravana en busca de una vida mejor

Huehuetán.— Para Joany Urango, de 28 años, no hay vuelta atrás, tiene que seguir su viaje a Estados Unidos porque en Venezuela lo perdió todo, asegura durante su caminata en la Caravana Migrante.

El joven viaja con su esposa, María, sus hijos María Fernanda, de siete años; José David, de tres, y María Alejandra, de 18 meses, así como su hermano, dos sobrinos y su cuñada.

Joany es uno de los 3 mil migrantes que salieron el domingo de Tapachula y van en caravana a la Ciudad de México. Exigen justicia por los que fallecieron en Ciudad Juárez, la disolución del Instituto Nacional de Migración (INM), que se deje de proteger al comisionado del INM, Francisco Garduño, y se cierren las cárceles migratorias.

En el segundo día el contingente avanzó 10 kilómetros hasta Huehuetán, a 20 kilómetros de Tapachula.

Joany cuenta que hace tres meses empezó a ahorrar para este viaje: “Junté 2 mil 300 dólares, pero se me acabaron en Colombia. De ahí para acá he tenido que pedir para los viajes y darle de comer a mis hijos”, narra.

Abunda que cruzar la selva del Darién ha sido de las cosas más difíciles que ha pasado, porque tuvo que cargar a los dos niños más pequeños, mientras en el camino encontraban los cuerpos de personas muertas.

“Se me estremecía la piel, estaba asustado, trataba de no ver a los muertos. Tengo que salir de aquí, era lo único que pensaba”, relata Joany.

Reconoce que una de las cosas que más le duele es el desprecio hacia los migrantes.

“Lo ven a uno mal, raro, como si fuera uno un delincuente. Siento que me miran feo. Eso lo he vivido en Guatemala y México, pero nosotros sólo buscamos una vida mejor para nuestra familia”, dice el padre de familia mientras descansa en Huehuetán y cuida a su hija menor, quien sufrió una quemadura en el pie derecho cuando por accidente lo introdujo en un plato con comida caliente.

La Caravana Migrante está integrada por hombres, mujeres y niños de Honduras, Venezuela, Colombia, Perú, China, África, Haití, El Salvador y Guatemala.

Prevén que hoy martes, hacia las cuatro de la madrugada, retomen la caminata para llegar a la ciudad de Huixtla.

Irineo Mújica, director de Pueblos sin Fronteras y organizador del recorrido, llamó a los gobiernos federal y estatal a iniciar un diálogo para buscar una solución a los problemas de la población migrante.

“Ignorar lo que está pasando en Chiapas no va a resolver” el problema, apuntó.


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