La inversión extranjera directa que llegó a México en 2016 fue la más baja en los primeros cuatro años del actual gobierno.

Después del récord histórico que alcanzó en 2013 de 47 mil 537 millones de dólares, derivado de la venta del Grupo Modelo a la belga Anheuser-Busch InBev, la inversión extranjera productiva ha venido a menos en el país.

El año pasado el monto llegó a 26 mil 739 millones de dólares, 5.8% menor que en 2015, con lo que continúa en el rango promedio observado en lo que va del siglo de entre 20 y 30 mil millones de dólares anuales. Un rango que México no ha podido superar de manera consistente en su historia y que, más bien, se ha empequeñecido en términos relativos.

En comparación con el tamaño de la economía, la inversión extranjera directa que llega a México representa menos de 3% del Producto Interno Bruto, una proporción que es la mitad de la de Honduras, Costa Rica o Jamaica y 50% menor que la de Brasil. Economías como la de Panamá o Chile superan tres veces en este indicador a México, según cifras de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) para 2015.

Y si se mide a México como país receptor de inversión extranjera en relación a otros países del mundo, de acuerdo a datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), nuestra economía pasó del lugar 11 en 2013 al 15 en 2015 y, aunque aún no existen cifras comparativas, probablemente habrá caído un par de peldaños más en 2016.

En términos absolutos, economías en desarrollo que compiten por los capitales con México, como Brasil o India, superan en más de dos veces el monto que México recibe anualmente. Vale la pena señalar el caso brasileño porque a pesar de los graves problemas políticos y de recesión económica que viene enfrentando en los últimos dos años, la inversión extranjera directa que recibe el país amazónico se ha mantenido por arriba de los 60 mil millones de dólares anuales. Incluso economías mucho más pequeñas que México, como Chile, reciben montos que ya se acercan al rango histórico de recepción de capitales observado en México.

Con todos estas cifras es pertinente la pregunta de ¿por qué una economía como la mexicana es, en los hechos, poco atractiva para los ejecutivos extranjeros que toman decisiones de dónde colocar sus inversiones productivas en el mundo? México aparece bien colocado en las encuestas entre altos ejecutivos cuando se trata de responder a la pregunta de si es atractivo o no para los capitales. Sin embargo, las cifras comparativas de la inversión extranjera efectiva, son otra historia como lo hemos descrito más arriba.

Las razones de porqué una economía del tamaño de la mexicana no ha logrado despuntar frente a sus competidores atrayendo capitales productivos de largo plazo son muchas, pero responden principalmente a factores institucionales que diversas firmas consultoras han identificado como: La transparencia en las regulaciones, la corrupción en los organismos públicos, la seguridad pública, los costos en los procesos legales y de regulación, la facilidad para repatriar capitales, los incentivos del gobierno para las inversiones, y la disponibilidad y costos financieros en el mercado local.

Este manojo de factores juegan en contra del atractivo de México a pesar de su mano de obra barata, de su localización geográfica, de los avances recientes en su logística y de contar con un mercado interno relativamente amplio; que son los ‘atractivos’ que esgrime el gobierno mexicano a través de Economía y de ProMéxico.

Frente a las decisiones de los capitales extranjeros no hay propaganda política que valga. La extendida corrupción en todos los niveles del sector público para operar una empresa en México y que se ha intensificado en los últimos años según los propios empresarios, la inseguridad pública que añade importantes costos adicionales y una regulación e impartición de justicia poco transparente y eficaz, son factores que ahuyentan las nuevas inversiones y que en las últimas dos décadas han seguido una tendencia decreciente al pasar del 50% del total de la inversión extranjera directa, a solo un tercio en los años recientes.

2017 no será la excepción en la trayectoria descendente de la inversión extranjera directa y particularmente de las nuevas inversiones. A los factores institucionales anteriores, ahora hay que añadir la pesada sombra de la incertidumbre que cae sobre la industria de exportación y la pérdida de dinamismo del mercado interno.

Palidece la inversión extranjera hacia México.

@SamuelGarciaCOM

samuel@arenapublica.com

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