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En 2016 los migrantes mexicanos ingresaron al país 27 mil millones de dólares (mmd), contra 24.4 que salieron como depósitos en el exterior propiedad de residentes en México (Banxico). Siguiendo la pista, se encuentra que una gran cantidad de ese dinero llegó a EU. Para junio de ese año los depósitos de mexicanos reportados por las empresas financieras de ese país ascendían a 89 mmd, (https://www.federalreserve.gov) cantidad que consolidó a México en el primer lugar de los países dependientes y subdesarrollados con más recursos por este concepto en Estados Unidos.
El Banco de México (Banxico), reportó que en 2012, la cantidad de depósitos de mexicanos en el extranjero fue de 22.4 mmd; en 2013, de 9.9; en 2014, de 20.9 y en 2015 de 12.8. La raíz de una fuga de divisas tácitamente aceptada, se encuentra en la política monetaria de metas de inflación que instrumentó el Banxico y cuyo eje giro en torno al abaratamiento del dólar (la apreciación del Tipo de Cambio Real), utilizando para ello la abundante aportación de divisas que hacen los migrantes diariamente al mercado cambiario y disponiendo de las que se obtenían por las exportaciones petroleras. Se tiene que tomar en cuenta que la política monetaria instrumentada por las autoridades financieras, estableció que a las familias destinatarias de remesas solo se les entregan sus recursos en moneda nacional, por lo que las fuertes cantidades de dólares que aportaron los migrantes contribuyeron involuntariamente para que la salida de capitales se convirtiera en un fenómeno cotidiano.
Esta política permitió que quienes contaran con recursos adquirieran los dólares a un precio que no toma en cuenta la inflación acumulada en muchos años, era lo único disponible en el mercado nacional, que incluso llegaba a bajar de precio. Mientras los funcionarios del Banxico presumían la reducción de la inflación a menos del 4% anual, el dólar se dilapidaba a manos llenas.
La apreciación del tipo de cambio es tan amplia que la devaluación de 59% que se registró de diciembre de 2013 a diciembre de 2016 (de 13 pesos por dólar pasó a 21.60), no disminuyó la fiebre especuladora de los sacadólares. Solo el factor Trump hizo que los mexicanos dejaran de enviar e incluso retiraran parte de sus ahorros de los bancos estadounidenses. La Reserva Federal de EU reportó que estos depósitos se redujeron de los 89 mmd de junio a 83 mmd para diciembre del 2016. Sin embargo, esto no significó que regresaran esas divisas al país, pues los datos del Banxico que mencionamos al principio dejan ver lo contrario. La pista de esas remesas las tenemos que buscar ahora en otros países, incluyendo los paraísos fiscales.
Mediáticamente se insiste en que la devaluación de la moneda obedece a cuestiones externas a las condiciones reales de la economía y/o a sus políticas concretas. No fue el factor Trump, o sus opiniones lo que devaluaron nuestro peso, ni el excesivo endeudamiento externo, y el incontrolado gasto público y las privatizaciones o la elevación de la tasa de interés en EU o en nuestro país, y mucho menos las expectativas del TLCAN y del muro. Dentro de las causas concretas de la devaluación del pesos en estos últimos años sobresale la caída de los dólares de las exportaciones petroleras y la persistente fuga de divisas que se depositan en bancos en el extranjero. En este contexto se tiene que valorar que hoy lo único que evita una mayor volatilidad de la moneda es la creciente aportación de remesas de migrantes al mercado cambiario, por lo cual es imprescindible optimizar su uso y no seguirlas malbaratando a favor de los especuladores que las sacan del país.
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM e integrante del CACEPS.
caceps@ gmail.com