Las memorias, la publicación de un libro sobre documentos históricos, una fundación y la construcción de una biblioteca son algunas de las actividades en las que trabajan los familiares del historiador , quien falleció hace un año.

La noche del 1 de octubre de 2019, el mundo cultural se conmocionó cuando la UNAM informó el deceso del “tlamatini (hombre sabio)”, pues fue un “ilustre universitario, humanista, maestro de maestros, investigador emérito y doctor honoris causa de esta casa de estudios”.

A un año del fallecimiento del investigador emérito de la máxima casa de estudios, Ascensión Hernández Triviño, filóloga y viuda de León-Portilla, así como Marisa y Miguel Diego, hija y nieto del historiador, respectivamente, comparten con EL UNIVERSAL algunas de las actividades en las que trabajan para recordar al autor de Visión de los vencidos.

“A este primer aniversario luctuoso se llega con muchas tristeza, recordándole constantemente y recordándole constantemente en medio de esta pandemia que también nos pone tristes, pero también trabajando mucho en los papeles que él ha dejado para que salgan a la luz, como nos lo encargó”, señala Hernández Triviño.

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Una de las encomiendas que Miguel León-Portilla (22 de febrero de 1926 - 1 de octubre de 2019) dejó a su familia fue la publicación de sus memorias, por lo que su hija Marisa y Ascensión las revisaron, trabajo que consistió en la corrección de fechas, signos de puntuación y ortografía, pero eso ya está terminado. Ahora están a la espera de enviar el manuscrito a la UNAM y la Universidad Iberoamericana, instituciones que las publicarán de manera conjunta.

Las memorias del autor de Filosofía náhuatl fueron vertidas en alrededor de 300 páginas y divididas en 19 capítulos, aunque hubo que hacerles algunas correcciones.

Hernández Triviño detalla que era necesario someter las memorias a un proceso de revisión y, al trabajarlas, ella y su hija Marisa se dieron cuenta que le hacían falta algunos datos, principalmente fechas.

“Miguel me dijo que estaban incompletas y que había que completarlas. No añadimos ni quitamos capítulos, simplemente completamos la información. En el texto, él recuerda su vida, momentos especiales, a sus discípulos, sus clases y reflexiona mucho sobre las obras que hizo y por qué las escribió”.

Chonita, como se le conoce a Ascensión Hernández Triviño, agrega que la obra de León-Portilla ya ha sido muy estudiada; sin embargo, en sus memorias, se podrá conocer a un ser más allá de la vida académica, porque se dará a conocer su “mundo interior, sus creencias, sus amores, el amor a su país”.

Marisa León-Portilla, hija del historiador, indica que revisaron las memorias cerca de 10 veces y gracias a ese trabajo pudo ver cómo su padre hizo un relato sobre la historia del siglo XX: “También se podrá conocer su faceta como jesuita, de cuando se enamoró de mi mamá y cómo trabajaron juntos”.

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Aún no se conoce la fecha precisa de la publicación de las memorias del “tlamatini”, aunque Hernández Triviño prevé que estén listas para 2021, porque “si no fuera por la pandemia, estarían en dos o tres meses”.

Además de las memorias, trabajan en la continuidad de otros proyectos, uno de ellos es la publicación del libro “Los testamentos de Culhuacán”.

Ese libro, explica Marisa, es de los años 80 y consistió en la traducción al inglés de los testamentos, publicado por la Universidad de California y que su papá hizo en conjunto con Sarah Cline; sin embargo, no se ha publicado en español.

“La Ibero es depositaria de los testamentos en la Biblioteca Francisco Xavier Clavijero, los recibió en donación de una colección particular y ahora los conserva. Mi papá dejó el proyecto de traducirlos al español. La traducción la está terminado Juan Carlos Torres, uno de sus discípulos”, señala Marisa.

Una fundación y una biblioteca

Marisa León-Portilla y Ascensión Hernández Triviño no sólo trabajan en las publicaciones de los libros pendientes, también avanzan en el inicio de la fundación León-Portilla y la construcción de una biblioteca que albergará el archivo personal del tlamatini.

Chonita señala que ella y su esposo conformaron un acervo de cerca de 15 mil volúmenes: “Juntamos tantos libros que a principios de siglo decidimos que teníamos que hacer una biblioteca, porque ahora la tenemos en la casa que aún habito y es adaptada. En realidad, la biblioteca está en el garaje. No caben los libros”.

Ante esa situación, agrega, hace cuatro años compraron una casa en la calle Francisco Sosa, en Coyoacán: “Ahí es donde queremos construir una biblioteca donde se guarde toda su obra y los libros que hemos ido acumulando a lo largo de varios años. Que quede ahí como patrimonio del pensamiento mexicano”.

Marisa añade que en ese espacio habrá “una biblioteca dentro de la biblioteca”, que será especialmente para las obras que publicó Miguel León-Portilla, además de otro espacio donde esté su archivo personal que actualmente se encuentra resguardado en 30 cajas.

El proyecto de la construcción de la biblioteca está a cargo de Miguel Diego Hierro, nieto del historiador y estudiante de arquitectura: “Será un espacio de entre 500 y 700 metros cuadrados, de dos niveles. Pensamos que ese lugar también podría ser un espacio al que las personas pudieran acudir mediante citas para trabajar o consultar ciertos libros”.

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