Guadalajara. —La obra del escritor franco-libanés (Beirut, 1949) peregrina entre la ficción y el ensayo, pero en ambas hay un afán por la precisión histórica, porque la historia es su pasión, el tema central de su literatura y el punto desde el que es un observador del mundo. Es también un escritor que peregrina entre dos mundos: Oriente y Occidente. Llegó a Francia en 1976, hace casi cinco décadas, y allí reafirmó la lengua en la que escribe —la aprendió de niño—, y estando allí halló los temas que marcan su literatura y su posición ante el mundo: la identidad, el mestizaje, la memoria.

El autor de Las cruzadas vistas por los árabes (1983), León el Africano (1986), Samarcanda (Premio Maison de la Presse, 1988), Los desorientados (2012), El naufragio de las civilizaciones (2019) y El laberinto de los extraviados, su más reciente ensayo publicado en español por Alianza Editorial, ha estado en las quinielas del Nobel de Literatura desde hace unos años y acaba de dejar México, donde recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2025 que otorga la .

A sus 76 años, Maalouf es “una de las voces más importantes de nuestro tiempo”, afirmó el Jurado del Premio FIL, un autor cuya obra explora “con lucidez las fracturas y mestizajes del mundo moderno”, que ahonda en “la memoria y el exilio, a la vez que rechaza la cerrazón nacionalista o religiosa”.

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Un escritor que, dijo Jorge Volpi al presentarlo, ha desarrollado una obra determinada por obsesiones como: “las fecundas y tensísimas relaciones entre literatura, historia y poder, la necesidad de desentrañar el presente a partir del pasado, la verdad que surge a partir de la minuciosa suma de realidad y ficción, la batalla intelectual contra todas las variedades de dogmatismo, el nacionalismo excluyente y la discriminación, y la apuesta por un humanismo democrático en una era dominada por la oscuridad y la mentira”.

Un intelectual y humanista que cree en el poder de la literatura e incluso señaló que la literatura es más indispensable que nunca en la historia humana porque “le corresponde reparar el presente e imaginar el futuro”, porque puede arrojar luz sobre los valores esenciales del ser humano: la dignidad, la libertad, el respeto mutuo y la convivencia armoniosa. Y fue allí cuando sentenció: “O sobrevivimos juntos, o desaparecemos juntos”.

Ha dicho que a partir de su padre periodista y de la letra impresa se convirtió en un observador del mundo. ¿Qué ha visto en estos años de vida y de tanta violencia, fanatismos y racismos?

Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

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Es cierto que he seguido la evolución del mundo desde que era niño, así que han pasado varias décadas; hay realidades que me parecían inaceptables y pensaba que iban a desaparecer, pero en realidad no han desaparecido.

Vengo del Líbano y estaba convencido de que el sistema que existía allí, donde prevalecía una guerra fratricida con las diferentes comunidades, era algo completamente anacrónico, lo cual es cierto, era anacrónico, pensaba que iba a desaparecer, que era algo local que desaparecería con la evolución del país, pero que lo superaríamos para que nos convirtiéramos en un país normal.

Nunca pensé que fuera a ser al revés, que el comunitarismo no sólo no iba a desaparecer, sino que se iba a reforzar y se iba a extender por todo el mundo. Es decir, los fenómenos que yo creía que eran típicos de mi país natal son, por desgracia, fenómenos que se observan en muchos países de todo el mundo. Por lo tanto, la situación del mundo sin duda es preocupante.

Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

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¿Es difícil ver soluciones cuando no hay intención de diálogo y comprensión?

Uno de los problemas hoy en día es que los hombres no hablan. Un ejemplo evidente, no muy lejos de aquí, es Estados Unidos, allí siempre ha habido dos partidos, los demócratas y los republicanos, pero tenían relaciones normales entre ellos, hablaban entre ellos, los líderes tenían un diálogo entre ellos, pero hoy en día, en el contexto del conflicto político, están casi en guerra unos con otros.

Y esto es así en todas partes. En Francia ocurre lo mismo. Hay partidos políticos que están en el parlamento y que no se hablan entre sí. Y eso es, efectivamente, uno de los problemas: que los que no están de acuerdo entre sí deciden no hablarse más. Por eso sigo fascinado por ver qué ocurre en el mundo.

Concibe que la historia es cíclica, ¿la humanidad vuelve a repetir problemáticas y errores?

No creo que la historia sea realmente cíclica. Pienso que los problemas que se plantean en un siglo como este son completamente nuevos. Nunca hemos tenido problemas de este tipo en el pasado. Por eso la experiencia de las generaciones anteriores no siempre nos resulta útil. Creo que debemos encontrar nuestras propias soluciones porque mirar al pasado sirve poco o de nada para resolver los conflictos actuales, no serviría de mucho ese revisionismo.

El laberinto de los extraviados, el más reciente ensayo de Amin Maalof, es publicado en español por Alianza Editorial. Foto: Alianza Editorial
El laberinto de los extraviados, el más reciente ensayo de Amin Maalof, es publicado en español por Alianza Editorial. Foto: Alianza Editorial

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Sin embargo, la humanidad parece más polarizada y violenta, ¿cuál es su reflexión hoy sobre cuestiones como la guerra y la maldad?

Es cierto. Es cierto que hay problemas que son recurrentes. La guerra, el deseo de dominación y, por supuesto, la cuestión de los conflictos sociales, la pobreza, son problemas permanentes. Yo diría que hoy en día hay medios más importantes para resolver una serie de problemas, tenemos los medios, pero, lamentablemente, estos medios no se utilizan de la manera adecuada.

Por ejemplo, tenemos los medios para resolver todos los problemas de hambruna y nada nos obliga a hacer la guerra. Pero lo trágico es que nuestra mentalidad no ha evolucionado en estos ámbitos y nada hemos podido o querido hacer para poder resolver estos problemas.

Pese a los problemas del mundo, parece muy optimista...

Eso limita. Yo no diría que es optimismo. Diría que, creo que tenemos soluciones para todo y entonces, si elegimos el camino correcto, podemos resolverlo. Pero no diría que soy optimista porque no estoy seguro de que vayamos a elegir las soluciones correctas. Creo que hasta ahora, la evolución, si tomamos las últimas décadas, es bastante preocupante y a menudo hacemos cosas malas.

¿El cambio es individual o es de los estados, los gobiernos, las instituciones?

Necesitamos las dos cosas. Es decir, cada uno debe realizar un cambio en sí mismo, sin duda. En particular, tratando de preservarse de todo el ruido que puede haber en las redes sociales y en los medios, pero al mismo tiempo, eso no es suficiente. Creo que también hay decisiones que deben ser colectivas y que deben tomarse a nivel gubernamental, a nivel nacional. Creo que ambas cosas son necesarias. Tanto la conciencia individual como la colectiva son necesarias para llevar a cabo este cambio.

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