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Si alguna vez le fue leal al PAN fue más conveniencia que por convicciones. Ernesto Cordero, más que panista convencido, ha sido parte de un grupo de interés tecnocrático y privilegiado que encontró en el panismo una forma de acceder a los más altos cargos públicos en el área económica. En el gobierno de Felipe Calderón encontró la posibilidad de controlar primero las áreas financieras federales y luego apuntalar una fallida aspiración presidencial.
Parte del grupo ITAM y de la segunda generación de tecnócratas en manejar la política económica bajo el modelo neoliberal y privatizador, Cordero tuvo siempre más vínculos e intereses con sus amigos de ese grupo: José Antonio Meade, Luis Videgaray, Emilio Lozoya, Armando Ríos Piter, Virgilio Andrade, todos egresados de ese instituto privado y con maestrías y doctorados en el extranjero, que con los militantes de Acción Nacional, con los que su identificación y relación fue limitada.
Igual que los tecnócratas que en los 80 tomaron por asalto las finanzas públicas y las áreas económicas del gobierno —de la mano de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo— nunca tuvieron una total identificación ideológica con el PRI (los Aspe, los Serra Puche, los Blanco, los Lozoya o los Ruiz Sacristán) y fueron más bien “priístas de ocasión y conveniencia”, tampoco Cordero Arroyo logró nunca verse, ni él mismo ni desde afuera, como un panista ideológicamente comprometido.
Por eso ahora que se convirtió en presidente del Senado, con los votos del PRI y sus aliados, y como parte de una operación definida en Los Pinos y ejecutada por Emilio Gamboa para fracturar al panismo, surgen cuestionamientos sobre las verdaderas lealtades políticas del ex secretario de Hacienda.
Ayer, en un intento de ganar tiempo en el proceso interno que le abrieron en el PAN para analizar su posible expulsión, Cordero, junto al senador Roberto Gil Zuarth, firmaron una carta dirigida a las instancias del Senado, en la que ambos se comprometen a “votar en contra de cualquier intento por aprobar la Minuta de la Ley de la Fiscalía General de la República” y se pronunciaron a favor de derogar el transitorio XVI de esa ley, que establece el “pase automático” del procurador a la nueva Fiscalía.
Pero el acto de contrición de Cordero no evitó comentarios sobre su cercanía al gobierno actual. La senadora panista Adriana Dávila aseguró que detrás de la presidencia de Cordero estuvo “la mano” del secretario de Hacienda. “No es la primera vez que Cordero y Meade cabildean juntos”, dijo la panista, quien mencionó que quienes cabildearon el cuestionado nombramiento de Paloma Merodio en el Inegi fueron Cordero, Gil Zuarth y Jorge Lavalle “por instrucciones de Meade, pero también porque Merodio es esposa de un socio de Cordero”.
En el PRI también platican anécdotas de Cordero. Cuentan, por ejemplo, que cuando Ricardo Anaya y la dirigencia del PAN presionaban fuerte para anular las elecciones de gobernador en Coahuila, Cordero se acercó a la secretaria general del PRI, Claudia Ruiz Massieu, en un acto público y le dijo: “No les vayan a dar Coahuila (a los panistas) por ningún motivo”, según lo oyó un miembro del gabinete. Luego, en una mesa en Los Pinos, donde estaban presentes Emilio Gamboa y el general Salvador Cienfuegos, el senador panista se sinceró y, en medio de las denuncias de espionaje del gobierno con el virus Pegasus, le dijo a Peña Nieto con tono de admiración: “Su declaración de ‘si los estoy espiando demuéstrenmelo’ fue espectacular Presidente” ¿Así o más zalamero?
NOTAS INDISCRETAS… Y es que la lealtad no es el fuerte de Cordero, no sólo en política, sino en temas personales. Hace poco una de sus amigas lo invitó como su acompañante a la boda del gobernador Eruviel Ávila. El senador, que no recibió invitación al evento, entró del brazo de su acompañante, pero apenas se vio en el patio de la Ex hacienda de Santa Mónica, se olvidó de su amiga y se fue a brindar con sus cuates Videgaray y Meade, y al besamanos con Peña Nieto. La amiga cuenta que en toda la noche no volvió a saber de Cordero y al final ella tuvo que salir sola de la fiesta porque el senador estaba en gran chorcha con sus amigos priístas y del ITAM. Qué poca... caballerosidad… Hoy veremos la primera fotografía de lo que casi será la boleta electoral de 2018. Juntos, en el Campo Marte y en la misma mesa, estarán los presidenciables Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle, José Antonio Meade, José Narro, Miguel Osorio Chong, Aurelio Nuño, Enrique de la Madrid y Pedro Férriz de Con. Todos asisten a la Comida de Los 300 Líderes más influyentes. Será la primera vez que se reúnan y con excepción de Andrés Manuel López Obrador, estarán ahí todos los que seguro estarán en la boleta presidencial y algunos agregados. Veremos quién sale mejor en la foto y quien se lleva el protagonismo con los aplausos y saludos… Los dados repiten Serpiente. Falla el tiro.
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