Un nuevo estudio ha desentrañado la posible razón por la que subimos de peso, luego de las cenas de y , ya que hay personas que, pese a ingerir la misma cantidad de comida que sus familiares durante estos eventos, tienden a considerablemente, mientras que sus consanguíneos mantiene su mismo peso, ¿qué es lo que hay detrás de esta misteriosa tendencia?

A propósito de las fiestas decembrinas, un grupo de investigadores daneses se dieron a la tarea de estudiar los motivos por los que una parte de la población tiende a adquirir mayor peso, luego de las celebraciones de esta época, motivo por el cual estudiaron los microbios contenidos en las heces fecales de 85 personas danesas con sobrepeso, de entre 22 a 66 años.

Las heces –explican expertos en una publicación de “Microbiome”- contienen elementos de la microbiota intestinal, descrita por estudiosos como “una galaxia entera” dentro de nuestro intestino, ya que dimensionan que por cada gramo de heces, almacenamos 100 mil millones de microbios intestinales.

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Con esta referencia, autores del estudio analizaron las heces de las 85 personas para reconocer la eficacia con la que sus microbios intestinales extraían energía de los alimentos que ingieren, y de esa manera, valorar si la composición de estos microbios intestinales variaba en comparación de sus pares sin sobrepeso, que consumieron la misma cantidad de alimentos.

De esa manera, identificaron tres tipos de microbios intestinales; tipo B, tipo R y tipo P.

Las y los participantes con microbios del tipo B llevaban un tipo de alimentación bajo en carbohidratos.

El grupo con microbios tipo B tiene una dieta rica en carbohidratos, precisamente es este tipo de bacteria, cuyo nombre científico es bacteria Bacteroides, la más efectiva cuando de extraer la energía de alimentos se trata, al extraer 10% más energía que el resto de personas, lo que equivale a un aumento de peso de nueve kilos, motivo por lo que dicho grupo ha tendido a parecer obesidad.

“El metabolismo de los alimentos por parte de las bacterias proporciona energía adicional en forma de, por ejemplo, ácidos grasos de cadena corta, moléculas que nuestro cuerpo puede utilizar como combustible para el suministro de energía”, dijo el profesor Henrik Roager.

"Pero si consumimos más de lo que quemamos, la energía adicional proporcionada por las bacterias intestinales puede aumentar el riesgo de obesidad con el tiempo", advirtió.

Otro de los descubrimientos de este estudio fue que aquellas personas con microbios tipo B, además, contaban con “una duración de viaje de la comida”, que pasa por el sistema gastrointestinal (conformado por la boca, el sistema digestivo y el recto), mucho más rápida que el promedio, lo que parecería ser otro factor que propicia el aumento de peso en este grupo.

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"Aunque un tránsito intestinal más lento teóricamente permitiría una mayor extracción de energía, la densidad de energía de las heces se asoció positivamente, al contrario de lo que cabría esperar, con el tiempo de tránsito intestinal", aclaró el equipo.

Esta investigación –consideraron- podría servir para develar un problema de salud pública aún sin resolver; comprender por qué algunas personas aumentan más de peso que otras, pese a comer el mismo tipo de alimentos e ingerir las cantidades similares de comida.

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melc

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